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"Lo siento mucho...Zoro..." |
La mano de Lucci impactó en su mejilla con tanta fuerza que la hizo perder el aire de sus pulmones durante unos segundos, y jadeó sonoramente, notando la sangre caliente resbalar desde su nariz, sobre sus labios hasta descender por su barbilla. Noe-moe, de rodillas frente a él, tragaba saliva mezclada con el sabor metálico de la sangre. Sus piernas temblaban suavemente y a penas la sostenían ya. Su cerebro aturdido por los golpes había perdido la noción del tiempo. No sabía cuanto tiempo llevaba allí encerrada, en aquella celda oscura y fría de piedra, golpeándola una y otra vez. Los grilletes de kairouseki permanecían firmemente cerrados en sus muñecas, arebatándole la fuerza del cuerpo e impidiendo a sus brazos moverse para defenderse. Lucci descargó un segundo golpe sobre su mejilla izquierda, con el dorso de la mano, y cuando Noe se tambaleó para caer al suelo, él la sujetó con fuerza del cabello. Tiró hacia atrás de los mechones de pelo oscuro y le alzó el rostro, inclinándose hasta estar tan cerca que su nariz casi rozaba la de ella. Dirigió una profunda mirada en los ojos anegados en lágimas de dolor de la chica, su gesto suavemente torcido al sentir como sus dedos tiraban de su pelo, la sangre que rezumaba sus mejillas amoratadas y sus labios.
-Dime de una vez...para qué queríais llegar al Oráculo...- murmuró sobre los labios de Noe, entre dientes, con un toque firme y algo oscuro. Ella negó muy levemente con las pocas fuerzas de que disponía y los ojos de Lucci se entornaron con desagrado. Con los dedos aun entrelazados en su melena, tiró de ella hasta juntar sus labios con fuerza. La sangre de la muchacha impregnó los labios del líder del CP9 en un beso profundo e intenso, en absoluto delicado. Noe cerró los ojos con fuerza al sentir como la lengua de Lucci se deslizaba entre sus labios hasta entrelazarse con la suya, y un par de sendas lágrimas recorrieron sus mejillas. Cuando éste se separó, se pasó el dorso de la mano por los labios, eliminando casi por completo el rastro de sangre que la chica había dejado sobre ellos. Noe dio un lento jadeo, y Lucci se relamió notando el sabor de la sangre mezclada con su saliva.
-Si no me lo dices...tendré que usar otros métodos de violencia que no te van a gustar...- Soltó su melena dejándola caer de lado sobre el suelo y se quitó el sombrero lentamente. - ¿Aún sigues sin estar dispuesta a hablar?...
El ultimatum llegó a los oidos de Noe de forma confusa, debido a su aturdimiento. Le dirigió una mirada asustadiza desde el suelo, con la respiración entrecortada. Se mordió el labio cuando su gesto se contrajo en una mueca de llanto y asintió suavemente. Lucci frunció el ceño en un gesto ahora de enfado al ver el empeño de la chica en no hablar.
-Está bien...tu lo has querido entonces...- Su voz era un susurro frío y cruel. Colocó la mano izquierda sobre la cabeza de Noe, manteniéndola pegada contra el frio suelo de la celda, y alzó su cadera con la mano que le quedaba libre, rasgando sin cuidado la falda negra de la chica, que resvaló por sus muslos hasta el suelo. Sus rodillas apoyadas sobre la piedra, temblaban ahora mas que nunca, y las lagrimas en sus ojos a penas la permitían ver nada. Cuando sintió como los dedos de Lucci tiraban de su ropa interior, deslizándola sobre sus glúteos dejó escapar el aire de su pecho en un leve sollozo y susurró; "Lo siento mucho...Zoro...".
***
La puerta se abrió ante los ojos de Hineko, empujada por la mano de Kaku y revelando ante ella una pequeña habitación con pocos y modestos muebles. Una gran ventana iluminaba la estancia, y una mesita redonda descansaba bajo ésta, junto a una butaca. Contra la pared una cama sencilla de madera, con sábanas blancas, y al lado de ella un armario. Un alto espejo en la esquina contraria era la última pieza del mobiliario.
-¿Creés que estarás bien con ésto?- Kaku sonrió tras su chaqueta, paseando la vista por el cuarto para posarla luego en la chica, que permanecía seria y callada. Miraba la habitación con desconfianza y el ceño fruncido. Despacio, colocó la mano en la espalda de la navegante para hacerla pasar junto a él, cerrando la puerta a tras ellos. - Es poco...pero es mejor que una celda.-
Hineko seguía sin decir nada. Había avanzado un par de pasos y lo observaba todo con una mirada seria y vacía. El muchacho se frotó la nuca con la mano, mordiéndose el labio suavemente sin saber que decir.
-Bueno...creo que te dejaré sola unos momentos...- Abrió lentamente la puerta y permanecío en el umbral mirándola. - Si necesitas algo...solo llama por ese den-den-mushi que hay sobre la mesa y vendré en cuanto pueda. -Al ver que los labios de la pirata seguían sellados suspiró lentamente y cerró la puerta con llave. Cuando se hubo alejado un par de pasos un golpe sordo le hizo detenerse, volviendo la vista bajo la visera de la gorra. Se giró en seguida y apremió sus pasos hasta abrir de nuevo, mirando a los lados.
-E-estas bien?...-
La chica pelirroja permanecía ahora arrodillada en el suelo, y sus hombros temblaban ligeramente en un llanto silencioso. Kaku se acercó con pasos cautelosos, hasta incar una rodilla en el suelo e inclinarse junto a ella. Su gesto se suavizó y su voz se volvió mas gentil.
-Eh....¿qué te ocurre?...- Hineko le lanzó una mirada fulminante entre las lagrimas, apretando los dientes, y él guardó silencio un instante- Estas así por tus nakama...¿cierto? -La chica apartó la vista de él girando el rostro con fuerza hasta ocultarlo entre los mechones de pelo rojo, pero la mano de Kaku fue mas rapida, sujetando su barbilla con suavidad para hacer que le mirara.- No se en qué condiciones está tu tripulación...-susurró acercándose un poco mas- Pero creo que de momento deberías alegrarte de que tu estás bien...-
La navegante lo escrutaba con la mirada, tratando de atrapar la trampa oculta tras sus palabras en la mirada de sus ojos bajo su gorra, pero tragó saliva al no encontrar ni un retazo de maldad en ellos.
-Yo te prometo...aquí y ahora...- Mientras hablaba deslizó el dedo indice sobre las mejillas de la chica, recogiendo sus lagrimas- que no voy a hacerte ningun daño...-
Hineko sintió sus músculos relajarse por todo su cuerpo y se alzó poco a poco del suelo junto a el, apartándo la vista para mirar a la cama.
-Me gustaría descansar un poco...- murmuró con voz algo quebrada. Kaku asintió sonriendo levemente ante su petición.
-Descansa pues, gata de fuego...si necesitas algo ya sabes donde estoy.-
Y salió del cuarto sin hacer ningun ruido mas que el chasquido de la llave al sellar la cerradura.
Ella se dejó caer sobre la cama, que encontró extrañamente cómoda y suave, con la mirada posada sobre la luna a través de la ventana. Un suspiro de preocupación se escapó de sus labios.
-Chicos...espero que estéis todos bien...-
Pero a medida que sus labios pronunciaban las palabras y sus ojos se cerraban, cayendo en una cómoda duermevela, su último pensamiento fue para los ojos azules y la sonrisa gentil de un cocinero de cabello rubio.
***
Los gritos provenientes de la garganta de Noe recorrian todos los pasillos de las celdas, anegando el aire frío y la atmósfera oscura de ésta. Por cada vez que la cadera de Lucci golpeaba los glúteos de la chica, ésta gritaba mas fuerte, tanto que su voz comenzaba a hacer estragos y a quedar ronca. Él tiró de los grilletes en sus muñecas para alzar su pecho y su mejilla del suelo, colocando la mano sobre su boca para acallar sus gritos.
-Eres muy escándalosa...- pronunció en un murmuro, antes de clavar sus dientes sobre el cuello de la muchacha con fuerza en un mordisco de avidez. Subió la mano izquierda, que hasta entonces había reposado sujetando con firmeza la cadera de Noe, para rasgar la camiseta de tirantes negra que cubria el abdomen y los pechos de la chica, dejándo éstos al descubierto. Sus dedos se colaron sinuosos bajo el sostén de encaje verde azulado, y la piel suave y cálida hizo contraste bajo sus manos firmes y dominantes. Un intenso rubor coronaba las mejillas de Noe al sentir cada impulso dentro de su vientre, y una suave capa de sudor comenzaba a perlar su cuerpo. La mano de Lucci se retiró de sus labios y ella dio un fuerte jadeo, no atreviéndose ahora a gritar. La mirada de la chica, nublada ahora, siguió sus dedos observando como desabrochaban uno a uno los botones de su camisa negra, descubriendo las gotas de sudor que resbalaban perfilando sus abdominales y haciendo brillar sus músculos marcados por el esfuerzo. Casi sin querer se descubrió a sí misma dando largos suspiros y sintió los gemidos escaparse placenteros desde sus pulmones. Él se deshizo de su camisa con facilidad y devolvió la mano a su cadera, haciendo los golpes mas profundos dentro de ella. Al ver la reacción de la muchacha dio un sonoro azote sobre su trasero, esbozando una media sonrisa que guardaba bien unos leves jadeos que hacian subir y bajar su pecho bien trabajado y fortalecido. Sujetó el rostro de Noe en la mano y acarició su mejilla, con el pulgar, introduciendo despacio el dedo indice dentro de sus labios. La chica entornó los ojos con un sonido suave y dulce y recorrió su dedo con la lengua, con un toque de sumisión. La sonrisa de Lucci se amplió, y se relamió lentamente el labio superior, murmurando en su oido.
-Parece que ya empieza a gustarte...-
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