El cielo estaba despejado, reflejado en el azulado mar que empujaba al Thousand Sunny en su travesía, con un lento y agradable balanceo. Tan solo el sol adornaba el cielo, ni una sola nube se paseaba por él arrastrada por la brisa. Chopper, Ox, Brook y Luffy jugaban a las cartas sobre una pequeña mesa de madera, sentados en el suelo y muy animados. Franky sostenía el timón entre las manos, dejando que el navío siguiera su propia ruta pues aun no tenían un rumbo. Sin navegante, no hay rumbo. En lo alto del castillo de popa, el tintineo metálico de las pesas revelaba que Zoro estaba entrenando ya de mañana. Sanji salió de la cocina portando en la mano una redonda bandeja plateada, con una porción de tiramisú para cada uno como desayuno, que fue repartiendo entre todos los presentes para seguidamente sentarse tranquilamente en un barril en cubierta y fumar un cigarrillo en silencio. Noe se acercó a él, apoyándose en el barril contiguo mientras saboreaba una cucharada del delicioso postre.
-¿Qué le ocurre a Usopp?- Dejó caer la pregunta señalando al muchacho que, sentado en la baranda del barco, llevaba ya horas inmóvil, con la caña de pescar en la mano y sin sacar un solo pez. Su pelo rizado se balanceaba ligeramente al viento.- No ha dicho nada en todo lo que va de mañana y tiene una cara tan larga que casi le arrastra.-
Sanji se encogió levemente de hombros, dejando salir el humo de sus pulmones.
-Hineko-chan está muy enfadada con él porque dijo algo que no debía.- Noe frunció el ceño, meditando sus palabras.
-¿Ayer?- Preguntó. El cocinero asintió ante su pregunta.
-Por la noche. Salió por un momento de su camarote.-
La muchacha asintió poco a poco, con un pensativo balanceo de cabeza. Poco a poco sonrió acabando su desayuno y alzó los brazos estirándose.
-Me apetece un baño...- dijo con voz animada, deshaciéndose de su pareo morado de tela suave y semitransparente, para quedar completamente en bikini- ¿Vienes? -
Sanji apagó su cigarro contra la madera del barril, dejando un pequeño círculo de tizón en el.
-Esta bien, por qué no. Me cambiaré y ahora vengo.- Dicho esto se apresuró a entrar en el pasillo de camarotes para cambiar su traje negro por un bañador.
Mientras tanto, cerca de la baranda de cubierta, Noe estiraba un poco los músculos antes de lanzarse al mar. Observó a Bounty, apoyado contra el mástil de la vela mayor, haciendo pesas con su nuevo brazo biónico.
-¡Eh Bounty!- La chica hizo un cabeceo hacia el agua, invitándole a bañarse con ella con una amplia sonrisa.- Puedes mojarte, ¿o te dará un cortocircuito?-
Viendo a Noe reír ante el comentario esbozó una media sonrisa, quitándose la camiseta, los zapatos y los pantalones. Debajo llevaba un bañador negro y amarillo.
-Compruébalo tu misma.- Dijo, echando a correr y saltando sin mas por la borda, provocando una gran salpicadura que perló de gotas de agua de mar el brazo y una mejilla de Noa, que reía aun mas al verle. La muchacha bajó poco a poco por la escalera de cuerda y madera, y procuró mantenerse sujeta cuando su cuerpo entró en el agua.
-Ya casi lo había olvidado.- Dijo Bounty, nadando libremente entorno a ella. Para vivir en el desierto, nadaba con mucha soltura- Eres usuario de la fruta. -Estiró los brazos y tomó las manos de Noe, que algo insegura se soltó de la escalerilla- Sujétate a mi, así podrás nadar conmigo.-
La chica, algo torpemente, se acercó hasta él y le rodeó el cuello, apoyandose para no hundirse.
-Ah~...me gusta el agua pero ahora mismo no tengo fuerzas en absoluto.- Dio una suave risita, mirándole algo azorada por no poder nadar como él.
-No te preocupes, no te soltaré.- Las manos de Bounty sujetaban firmemente la cintura de ella, sin dejar que se hundiera.
El agua era agradable y poco revuelta ese día, casi cálida. Se podían sentir los pequeños pececitos tropicales pasar nadando entre los pies, rozándolos suavemente de vez en cuando. Cuando Sanji volvió a cubierta, ya ataviado adecuadamente para el baño, se acercó a la baranda a observar la pequeña clase de natación que estaba teniendo lugar en el mar, con una leve risa, sin percatarse de que en la baranda contigua, Usopp ya no estaba, y la caña de pescar yacía en el suelo.
***
La ventana del camarote de Hineko se balanceaba de forma casi imperceptible, entreabierta y dejando entrar la brisa y un cálido rayo de luz que acariciaba el escritorio de la navegante y el suelo de madera pulida del cuarto, iluminando las pequeñas volutas de polvo que flotan en el aire. Sobre la silla de madera frente al escritorio, sentada de forma ladeada, observando la luz proyectarse en el suelo, Hineko guarda silencio sumida en un mar de complejos pensamientos. Sobre sus piernas, delicadamente cruzadas, descansan sus manos, una sobre la otra. El sol arranca los destellos de los anillos que adornan sus largos y delgados dedos de piel clara y suave. Las joyas habían permanecido con ella durante todo éste tiempo. Distraídamente las acariciaba con el pulgar. Hermosos objetos que guardan preciados recuerdos. La yema de su dedo recorría lenta e involuntariamente los hermosos detalles dorados, las brillantes gemas púlcramente talladas. Alzó la vista de sus ojos verdes, mas brillantes y de un color mas intenso que cualquier piedra preciosa, mirando al cielo largo rato. El rumor de las olas la tranquilizaba. Un suave sonido siseante llamó su atención, y al girar la cabeza descubrió un pequeño sobre blanco, a los pies de la puerta. Alguien lo había pasado por debajo. Con parsimonia se alzó de su asiento y avanzo hasta tomar el sobre entre los dedos y abrirlo poco a poco, revelando su contenido. Dentro había una carta, de papel blanco y escrito con tinta dorada.
"Abre la puerta a tus sueños" decía únicamente. Una sola frase en el centro del folio, escrito con una bella caligrafía. Alzó la vista, mirando la puerta, y lentamente, algo dubitativa, colocó la mano sobre el pomo, lo giró y dejó que la puerta se abriera con un leve crujido de madera. En el umbral, en mitad del pasillo, había un individuo que reconocía pero que aún así no conseguía situar en sus recuerdos. La luz se coló por la puerta, y arrancó un brillo dorado de su máscara con forma de sol.
-Sogeking...- Dijo, casi de forma involuntaria, en un hilo de voz. Los recuerdos estaban ahí, a pesar de que su mente fuera confusa y nebulosa. Pero le conocía. Era aquel héroe que había tratado de salvarla hacia ya varios días.
Sin decir nada, comenzó a dar pasos hacia adelante, y Hineko retrocedió despacio, un paso por cada uno de los que daba él, hasta que ambos estuvieron en la habitación. Sogeking cerró la puerta tras el, con la mano, sin girarse y manteniendo la vista fija en ella.
-He venido a salvarte, Hineko.- Su voz sonaba clara y concisa, mas suave y menos grandilocuente que la última vez que se lo encontró.
-Salvarme...- murmuró ella, observándole. Parecía algo ida, como si pensara que aquello era un extraño sueño.- ¿De qué?...-
-De ti misma.- Sentenció el héroe.- De ese terrible dolor que te tiene presa en un mundo de sombras. Yo te sacaré de ahí. Lo iluminaré todo con la luz del sol mas brillante.-
La muchacha entornó los ojos, con suavidad, incrédula.
-¿Y cómo pretendes conseguirlo?...- Sogeking dio otro paso hacia ella, y Hineko no se apartó esta vez. Extendió los brazos poco a poco y la abrazó, estrechándola con fuerza contra él.
-Recordándote que siempre hay algo por lo que luchar, y seguir adelante. Que hay personas que te necesitan, y que te quieren. Que los sueños, la amistad y el amor siempre existen. Esas cosas no mueren...Y que siempre hay alguien, como yo, que no se quedará quieto viendo como te consumes en tu propia tristeza, y extenderá una mano para sacarte de ese pozo oscuro en el que hayas caído. Ellos no pueden ser felices sin ti. Si crees que estás sola...y que no tienes a nadie...-Murmuraba lenta y pausadamente en su oído, y los ojos de Hineko se abrían cada vez mas, preñándose de lágrimas al escucharle.- ...si crees que todo es una terrible pesadilla...-despacio la separó, sujetando sus brazos y mirándola- Mírame. Estoy aquí para ti. No soy una pesadilla. Soy un sueño muy real...-
La chica lo miraba, con los ojos empañados y las lágrimas recorriendo sus mejillas. Sus labios formaban una suave línea temblorosa, pero no se movía. Parecía sumida en una especie de conmoción.
-Hineko...estoy aquí para ti. A tu lado. Y no me iré...no importa lo que pase. -Continúa el, poco a poco- Cuidaré de ti...y acudiré cada vez que me llames. Seré tu héroe, tu apoyo, y te demostraré que los sueños existen, y que se cumplen. -La agitó suavemente, y de pronto Hineko dejó escapar un sollozo, llevándose la mano a los labios- Ten fe. Confía en mi. Dame tu mano...y deja que te saque de aquí.-
Cuando él soltó sus brazos, la chica se lanzó a darle un fuerte abrazo, sacudida por un lento y desahogado llanto. El muchacho dio un largo suspiro, con cierto toque de alivio, y devolvió el abrazo de la navegante, acariciando suave y lentamente su cabello rojo como el fuego.
-Gracias...Sogeking...- Murmuró la voz amortiguada de Hineko, estrechándole con fuerza y apretando la capa roja del héroe entre las manos.
Él la mantuvo entre sus brazos hasta que su llanto cesó. Junto a ellos, la luz que el sol proyectaba sobre el suelo, poco a poco comenzó a retirarse, desapareciendo.
***
Los bañadores se secaban tendidos en uno de los cabos de la vela mayor. Una creciente brisa los agitaba. En la cubierta reinaba la calma y todos estaban tranquilamente entretenidos en sus quehaceres. Nadie pareció percatarse cuando, como salida de la nada, una gran nube oscura comenzó a cubrir el barco de los Mugiwara, llevándose la luz con su enorme sombra. El mar comenzó a agitarse poco a poco, y todos alzaron la cabeza al mismo tiempo cuando pequeñas gotas de agua comenzaron a repicar contra el barco.
-¿Lluvia?...-Murmuró Sanji, tapándose el rostro con la mano y entornando los ojos. - ¿A donde ha ido el Sol?-
En menos de un minuto, el mar comenzó a golpear el Thousand Sunny con fuerza, y todos trastabillaron en cubierta. La brisa se había convertido en un fuerte viento huracanado que henchía las velas y hacía volar los objetos dispersos por la cubierta del barco. Franky corrió de nuevo hacia el timón, y un fuerte bandazo del barco lo hizo caer y rodar hasta chocar contra la baranda. En una fracción de segundo el navío estaba fuera de control, el timón giraba frenética y libremente y las cuerdas de sujeción de las velas saltaban con un potente chasquido, rotas debido al viento. La enorme nube negra se había tragado el barco, y lo único que se veía era lluvia y el embravecido mar arremetiendo contra el casco del Thousand Sunny y cubriendo su superficie de salada agua de mar. Noe se agarraba a la baranda con los ojos fuertemente cerrados y el corazón redoblando contra su pecho. Si una de esas olas la arrastraba, moriría ahogada. Para empeorar la situación, rayos en forma de cegadores fogonazos comenzaron a partir el cielo, retumbando sobre las cabezas de los Mugiwara. Luffy flotaba en el aire como un muñeco de trapo, agarrado al mascarón de proa y sujetando a Chopper con una de las manos, que gritaba asustado. En mitad del caos, la puerta de los camarotes de abrió y Hineko salió de ella. Sus ojos entornados, reflejaban ahora una férrea determinación, y su semblante serio y decidido escrutaba la tormenta con gesto crítico. El viento revolvía su cabello con fuerza, y lo mojaba poco a poco bajo la lluvia. Observó el log pose en su muñeca y comenzó a dar las órdenes, claras y precisas, tan fuerte como podía.
-¡Sujetad los cabos de las velas, dirección noreste, asegurad toda la carga y no dejéis que ruede por cubierta, que alguien suba al puesto de vigía!- De pronto, todos se ponen en marcha, atravesando la tormenta con presteza. Ahora que sabían lo que hacer, sus mentes estaban centradas y funcionando a toda velocidad. Hineko cruzó la cubierta hacia el timón, y una vez allí lo sujetó con fuerza, haciendo que el barco girara poco a poco produciéndose un fuerte gemido en las entrañas de éste. El Thousand Sunny atravesaba ahora la tempestad guiado por su navegante, siguiendo las fuertes corrientes de agua en la dirección que ella quería. El viento y la lluvia azotaba a toda la tripulación sin tregua, pero ellos no daban su brazo a torcer. Mantenian los cabos sujetos y las velas abotargadas haciendo que su navío cruzara el mar cortando las olas. Hineko se mantuvo firme y erguida, con la vista fija en el frente y sin permitir que el timón cediera lo mas mínimo hasta que los rayos de luz comenzaron a aparecer a través de la oscura niebla. En poco tiempo hubieron cruzado la borrasca, dejando atrás el cúmulo tormentoso, y volviendo a adentrarse en aguas considerablemente calmadas. El sol volvió a brillar, haciendo relucir las gotas de agua que perlaban la superficie del Thousand Sunny. El césped de cubierta aparecía ahora húmedo y fresco, y los Mugiwara se dejaron caer sobre cubierta, exhaustos y felices de haber pasado con éxito. Luffy se recolocó el sombrero y comenzó a aplaudir entre risas.
-¡Bien! ¡Ésa es mi navegante!- Daba pequeños saltitos alternativamente con un pie, y luego con el otro, muy animado. Hineko permanecía frente al timón, con una mano sobre éste y la otra alzada para observar el log pose. Todos fueron recomponiéndose poco a poco. Zoro se pasó una mano entre su corto pelo verde, mojado ahora, sonriendo de medio lado.
-Parece que la chica de fuego ha vuelto.- masculló ampliando la sonrisa al verla. Sanji había estado reprimiéndose hasta entonces pero finalmente comenzó a corretear por la superficie de cubierta, gritando "¡Hineko-chwaaaan! ¡Eres increible!" a pleno pulmón, lo que provocó una risa colectiva. De los camarotes salió ahora un tembloroso Usopp, observándolo todo con cara de susto.
-¿H-ha pasado ya la tormenta?-
Noe, con los ojos brillantes de emoción y una enorme sonrisa, echó a correr hacia su amiga y la abrazó de golpe por detrás.
-¡Hine, Hine, Hine! ¡Como me alegro de verte, muchas gracias por salir!-
La muchacha pelirroja profirió una leve risa, que hizo que sus ojos centellearan de nuevo, recuperando su antigua fuerza y vitalidad.
-¡Si!- Afirmó Franky - No sabíamos que hacer sin ti, no teníamos rumbo para el barco.-
Hineko y Noe se separaron poco a poco y la navegante observó a toda la tripulación. Irradiaba una nueva luz, fuerte y luminosa, su cabello rojizo se mecía vívidamente entorno a su rostro enarcado con una sonrisa que resaltaba el brillo de sus ojos verdes.
-Sí que tenemos rumbo...-Poco a poco se giró sobre si misma, extendiendo el brazo para señalar y abarcar una enorme isla que se extendía por el océano frente a ellos, colorida y arropada por la luz del sol. Hineko amplió un poco mas la sonrisa.- Bienvenidos...a Clown Town.-
jueves, 8 de agosto de 2013
viernes, 5 de julio de 2013
Pozo sin fondo
Dos días habían pasado desde aquella noche, y Hineko no se había dejado ver de nuevo. Había pasado las horas encerrada en su habitación, y no había hablado con nadie mas que consigo misma, y con las visiones que su cerebro creaba en horas de sufrimiento. Tan solo Sanji, acompañado de Noe-moe, había conseguido que abriera la puerta para que pudieran entregarle las comidas del día, que dejaba a medias la mayor parte de las veces. El cocinero estaba consternado. Por mas empeño que pusiera en hacer los más deliciosos platos que conocía, no conseguía sacar a la chica del abismo de sombras en el que había caído. Cada noche debía escucharla despertar entre gritos de miedo y dolor, por alguna terrible pesadilla. Aquel mediodía la rutina no había cambiado. Cuando Sanji y Noe pararon frente a la puerta del camarote de la navegante, allí estaba la bandeja de comida, y a penas se había probado bocado de ella. El muchacho rubio suspiró, inclinándose a recogerla y observando la comida con gesto triste.
-¿Qué vamos a hacer Noe?...El remedio ha sido peor que la enfermedad...- murmuró apesadumbrado. Noe cruzó los brazos encogiéndose un poco.
-No lo se...pero quiero hacer algo. No podemos dejarla así. Se morirá de hambre, o de dolor.- Se mordió el labio, cerrando los ojos con fuerza.
-Tu sabes que le ocurre, ¿verdad?...- Sanji la miró a los ojos, y Noe tragó saliva, guardando silencio.
-No exactamente, pero creo que todos podemos intuirlo.-
El cocinero se giró, negando, y salió del pasillo de camarotes dejando a Noe-moe allí, sola y pensativa. De pronto una voz amortiguada la sacó de su estupor, y apoyó la mejilla y la oreja contra la puerta, escuchando con más atención.
Dentro de su habitación, sentada y encogida en la esquina de su cama, Hineko trataba de luchar contra el vacío y el dolor que la devoraba por dentro. No tenía hambre, aunque a penas comía. No tenía sueño, aunque pasara las noches en vela. El sol brillaba con fuerza fuera, pero su ventana permanecía cerrada, sumiendo la habitación en las sombras. Una habitación fría y oscura, como ella se sentía por dentro. Se llevó las manos a la cabeza apretando los dientes con fuerza. "Por favor señor" murmuraba entre sollozos "ayúdame a que ésto acabe. Ayúdame... aún le quiero. Pero yo no quiero amarle...No quiero sufrir mas". Pero sus plegarias no eran escuchadas, a pesar de que rogaba a todas horas. Había tratado de convencerse a sí misma de que aquel hombre no era bueno. De que le había mentido. Pero no era capaz. El siempre la había tratado bien, a pesar de que quizá hubiera tergiversado la verdad. Pero nadie quiere estar solo, y él quería quedarse junto a ella. Le hubiera gustado tanto poder odiarle por haber dañado a sus nakama, o por haberla secuestrado en un principio. Pero ahora que él ya no estaba, se veía incapaz de ello, y ésto la hacía sufrir. Tantas horas de la noche había pasado deseando que él no hubiera muerto. "Nadie debía morir", se decía. Éstos pensamientos no abandonaban su cabeza ni un solo segundo del día, y a ratos el dolor era tal que se sorprendía a si misma destrozando el mobiliario de su cuarto, con ardientes lágrimas surcando sus mejillas y gritos de dolor ahogados en su garganta.
En cubierta, Luffy suspiraba sobre el mascarón de proa. Sin una navegante, no tenían un rumbo que seguir, y el Thousand Sunny llevaba ya dos días a la deriva. Hasta él comenzaba a preocuparse por el estado de Hineko. ¿Qué pasaría si perdían a su única navegante?. Cuando Noe-moe salió de los camarotes, él la miró, pero ésta negó con tristeza, indicando que no había ninguna mejoría. Entre tanto, Franky salió del taller con una gran sonrisa.
-Eh, peña. Lo hemos conseguido...- La tripulación, que se encontraba en cubierta a excepción de Sanji, que asomó la cabeza por la puerta de la cocina, observó al ciborg con gesto curioso.
-¿El qué habéis conseguido?- preguntó Chopper, con una gran sonrisa. Franky rió triunfal, y a modo de respuesta señaló la puerta del taller, a través de la cual salía ahora Bounty. Su estado había mejorado mucho y su salud ya no corría peligro, no obstante había perdido un brazo. Toda la tripulación quedó atónita al verle, y los ojos de Luffy comenzaron a hacer chiribitas.
-¡Aaaaah, sugoooi! ¡Yo también quiero uno de esos Franky!-
La emoción de Luffy se debía a que, donde debía estar la herida provocada por la amputación del brazo, se encontraba ahora un nuevo y reluciente miembro de metal. Franky, junto con el mismo Bounty, había creado un brazo de ciborg completamente funcional y muchísimo mas resistente para suplir al antiguo brazo de carne y hueso. El muchacho, sonriente y orgulloso, lo observaba satisfecho, y lo movía con total naturalidad, como si hubiera nacido con él.
-Éste me gusta mucho mas- Rió. Noe dio un salto de alegría, acercándose a mirarlo mas de cerca, cautivada por el brillo de los metálicos músculos.
-¡Ala! Es increíble Bounty...y te da un aire mucho mas atractivo.- Apuntó la chica, pasando el dedo índice por la superficie de la reluciente aleación.
-Oh...eh...-Bounty sonrió de medio lado, frunciendo el ceño con cierto toque de imprevisto pudor.- Muchas gracias...-
Zoro, apoyado en la baranda del castillo de popa, torció el gesto esbozando una mueca de desagrado.
-¿Y ya lo puedes manejar en condiciones?- Noe-moe miró a Bounty, y éste sonrió, asintiendo orgulloso.
-Incluso mejor que el antiguo, observa.- Riendo alzó a la chica y la sentó sobre el metálico bíceps de su nuevo brazo, sin esfuerzo alguno.- Casi me alegro de haberme interpuesto entre Crocodile y tu, perdiendo así el brazo.-Observó a Noe alzando las cejas con una sonrisita.
-Jo, ¿Cuántas veces me lo vas a decir?...Ya te he dicho que te agradezco que lo hicieras. -Bounty enarcó mas las cejas y Noe-moe rió.- ¿Qué mas quieres? ¿Que te diga lo maravilloso que eres o que? -de un salto volvió al suelo, mirándole.
-No estaría mal...- Rió el cazarecompensas. La muchacha rodó los ojos y posó un beso en su mejilla.
-Eres un cielo.-
Bounty se pasó una mano por la mejilla, alzando la ceja sin acabar de comprender. Desde arriba, Zoro chistó con fuerza.
-Eh, si eres tan fuerte, ¿por qué no pruebas a levantar peso de verdad?- Sin decir nada más alzó una de sus inhumanas pesas, y la lanzó desde el castillo de popa. A medida que aquel enorme mamotreto se cernía sobre él, Bounty abrió los ojos, palideciendo de pronto. Franky dió un empujón al muchacho, apartándolo de la trayectoria de las pesas, que se incrustaron en el césped de cubierta del barco.
-¿¡Ésque te has vuelto loco?! -gritó Franky- Aún no está listo para soportar semejante peso, marimo anormal.-
-Tse...pues no es para tanto ese brazo de hojalata.- Profirió Zoro, antes de darles la espalda y volver a su entrenamiento. Chopper, que había vuelto a su estudio de medicina, salio corriendo a cubierta con una sonrisa mientras Bounty volvía a recomponerse y todos farfullaban sobre el carácter de Zoro.
-¡Oi chicos! Sal-Ox ya se ha despertado, está consciente.- A excepción de Sanji que volvió a la cocina con desinterés, y Usopp que ya había subido al puesto de vigía, todos entraron de nuevo en la habitación junto a Chopper para ver el estado del chico demonio. Tumbado en la cama, bebiendo un vaso de medicina y mas fresco que una rosa se encontraba el individuo en cuestión, que al verlos entrar los saludó y sonrió ampliamente.
-Eh, ¿Qué tal estais todos? ¿Y mi piratilla pelirroja?- preguntaba, mirando a un lado y a otro en busca de la navegante. Los mugiwara se miraron confusos.
-Ox...¿Esque no te acuerdas de nada?- Preguntó Noe.
-¿Acordarme de qué?- Le espetó él.
-Tu...desapareciste.- Todos seguían mirándose, y mirándole a él, sin acabar de comprender cómo no podía tener recuerdos de algo que había ocurrido hacía a penas dos días.- No sabíamos donde estabas pero luego, cuando fuimos a pelear contra Crocodile, justo cuando creíamos que ya habíamos perdido y no había esperanzas de recuperar a Hine, tu apareciste...-
Ox se rascaba la cabeza con un profundo aire de confusión, frunciendo el ceño.
-¿Aparecí? ¿Dónde?-
-En el oasis- Respondió Franky- Y mataste a Crocodile.- El chico dejó de rascar su pelo negro y bajó la mano muy despacio.
-¿Le maté?...- murmuró en un hilo de voz. Todos asintieron al unísono y el abrió los ojos, sonriendo levemente.- ¡Le he matado! ¡Si! Llevaba tanto tiempo deseando que llegara ese día, tan solo lamento no recordarlo...-rió animado, mirándolos- me alegra que hayamos recuperado a Hineko-chan. -pero todos le observaban muy serios, y su alegría duró poco- ¿Ocurre algo?-
Noe-moe suspiró.
-Pues si...cuando éso ocurrió...ella no se lo tomó bien.-
-Nada bien.- Recalcó Chopper.
-Explotó como un volcán.- Apuntó Bounty.
-Digamos que estuviste muy, muy cerca de que te matara allí mismo. Por suerte la paré a tiempo...- Noe se llevó el dedo índice a los labios, frunciendo el ceño. Ox tragó saliva, poniéndose blanco.
-Hineko...¿Está enfadada conmigo?- murmuró.
-No lo sabemos...no quiere salir de su cuarto. Está muy mal, y no sabemos que hacer. Casi no come ni duerme, y no nos habla para nada.- Suspiró la chica, preocupada por su amiga- Aunque imagino que no querrá ni verte.-
Ox se llevó las manos a la cabeza, hundiendo los dedos entre los mechones despeinados de su cabello, y bajó el rostro, mordiéndose el labio inferior. Bounty avanzó un par de pasos y colocó la mano sobre su hombro.
-Conseguirás que te perdone...quizá se le pase, con algo de tiempo.-
-¿Y qué haremos si no mejora?- preguntó Luffy, preocupado- Ella es nuestra navegante, no podemos hacer nada sin Hineko.-
-Pues entonces tenemos que esforzarnos para que sepa que nos tiene a su lado, que no esta sola, y hacer que su dolor desaparezca.- Asintió Chopper, con gesto serio. Noe asintió varias veces, dándole la razón.
-M-me ayudaréis...a que me perdone?...- Murmuró Sal-Ox entre dientes, con un tono mas rabioso que consternado.
-Por supuesto.- Sonrió Bounty.
***
Sanji se mantenía concentrado, afanado en preparar la cena de aquella noche. Una vez mas se le había ido el santo al cielo, demasiado preocupado para pensar en nada mas, y había comenzado a cocinar mas tarde de lo normal. Cuando ésto ocurría, Luffy se ponía especialmente pesado, y en seguida lo arrastraba a la cocina. Ya se había cortado con el cuchillo dos veces en dos días. Y no recordaba cuando fue la última vez que ésto le había ocurrido. Hineko... Deseaba tanto que por una vez fuera por él por quien la chica llorara, o riera, o se preocupara. Y odiaba saber que ella estaba sufriendo por algo, y él no podía hacer nada por evitarlo. Apretó el cigarro entre los dientes, y el cuchillo entre los dedos. No importaba cuanto esfuerzo pusiera en sus comidas, ella no estaba en condiciones de disfrutarlas. De pronto sintió una presencia a su espalda y un escalofrío le recorrió la nuca. Al girarse, Hineko le observaba, sentada sobre una de las sillas de la mesa, con las piernas cruzadas y las manos sobre el regazo. Sanji entreabrió los labios y el cigarro se cayó de su boca de la impresión. Agitó la cabeza despejándose y murmuró.
-H-Hineko-chan...¿necesitas algo?-
-En mi cuarto hace algo de frío...- Sentía su voz débil y algo afónica de tanto llorar.- ¿Podrías prepararme algo caliente para beber?...Me duele un poco la garganta.-
Aquella eran las únicas palabras que la chica le había dirigido en tres días. Sin comprender del todo por qué, notó que sus ojos se empañaban, llenándose de lágrimas, y tragó saliva para bajar el nudo que se había formado en su garganta. Sonriendo poco a poco asintió.
-Por supuesto...- En silencio, preparó para ella un dulce y espeso chocolate caliente, con una capa de nata montada por encima y virutas de chocolate oscuro, coronado por un barquillo de vainilla. La chica tomó la taza entre las manos e inclinó un poco la cabeza, levantándose.
-Muchas gracias, Sanji.- Antes de que pudiera girarse para marcharse de la cocina, éste la estrechó entre sus brazos sin previo aviso y ella tuvo que hacer un esfuerzo por no derramar la bebida.
-No he podido...darte la bienvenida hasta ahora...- murmuraba la voz del cocinero en el oído de la chica pelirroja, con un tono cercano a un sollozo.- Gracias por estar aquí...ojalá lo estuvieras del todo.-
Hineko apretó la taza en la mano y se mordió el labio, conteniendo las lágrimas, que últimamente sus ojos no paraban de derramar. Apretó la camisa del chico entre los dedos de su mano libre, tan solo un momento, y luego se separó consiguiendo recomponerse. Él continuó observándola, con una triste sonrisa, y ella bajó la cabeza, hundiendo la vista en el suelo.
-Buenas noches- Susurró.
La puerta de la cocina se abrió y un somnoliento Usopp entró en la cocina, estirando los brazos. Al verla allí, abrió los ojos y esbozó una amplia sonrisa.
-¡Hineko! Que bueno verte aquí fuera, había oído que estabas enferma. ¿Estás mejor? ¿Contenta de haber vuelto a tu verdadero hogar?- Colocó las manos en la cadera mientras hablaba animado, pero ella lo observaba a través del velo de mechones de color rojo que conformaba su flequillo. Sus ojos se entornaron, aún brillantes de lágrimas, y apretó la mandíbula. - Imagino el alivio que debe ser que tus amigos te arranquen de las garras de un monstruo como aquel tipo. -
Sanji entreabrió los labios y dio un paso adelante al oír ésto, tratando de callar a Usopp, pero ya era tarde. La bofetada de Hineko llegó antes que él, cruzando el aire hasta impactar de lleno en la mejilla de Usopp, que cayó al suelo de costado. El chico la observó desde el suelo, tragando saliva y llevándose una mano a la dolorida mejilla. Temblando de ira y dolor, ella le devolvió la mirada.
-La mitad de la culpa es tuya...- Apuntó la temblorosa voz de Hineko.- No se como te atreves a decir algo así...eres despreciable. - Apartando la vista de los ojos de Usopp, abrió la puerta de la cocina con la mano que tenía libre.
-E-espera...- Comezó él, tratando de levantarse del suelo a trompicones.
-Cállate...No quiero oír nada mas. - Hablaba sin mirar a ninguno de los dos, de espaldas bajo el umbral de la puerta. - No vuelvas a dirigirme la palabra.-
La figura de la chica desapareció en la oscuridad y Usopp miró a Sanji sin comprender, quien le devolvió una severa mirada. Ambos se sentaron en silencio a la mesa, y el cocinero trató de explicarle el terrible error que acababa de cometer.
Faltaba a penas una hora para que el alba comenzara a despuntar. La taza de chocolate caliente, ahora vacía, descansaba sobre el césped del castillo de popa, junto a los pies de Hineko que observaba el cielo en silencio. Apoyó una mano sobre la baranda de madera y se llevó la otra al pecho, tragando saliva. Quería que aquel dolor insoportable desapareciera junto con la presión que se había instalado en su pecho, y que se negaba a abandonarla. El césped crujió bajo las pisadas de Zoro, cuando subió al castillo de popa para comenzar su entrenamiento, como cada día. Por lo general no solía haber nadie allí a aquellas horas, y encontrar la figura de Hineko allí de pie y estática, lo sorprendió un poco. Avanzó con pasos lentos y cautos, hasta colocarse junto a ella. Una rápida mirada a los ojos llorosos de la muchacha, y a la forma en que se sujetaba el pecho con la mano izquierda fue suficiente para darse cuenta de la situación.
-Has derramado ya demasiadas de tus valiosas lágrimas.- Dijo a media voz, cruzando los brazos frente a su musculado pecho. La chica lo miró ligeramente, sin decir nada. - Perder a alguien que quieres, es una experiencia terrible...-
Sus miradas se cruzaron esta vez, y Hineko parecía al borde del llanto al murmurar con voz quebrada.
-¿Qué debo hacer para que éste dolor se vaya...?- Zoro sonrió y la sombra de un triste recuerdo cruzó su mente, tiñendo sus ojos de dolor. Descruzó los brazos y rodeó a su amiga entre ellos, estrechándola con firmeza, pero muy delicadamente.
-El dolor no se va jamás...tan solo aprendes a vivir con él.-
Hineko enterró el rostro en el pecho de Zoro, y comenzó a llorar entrecortadamente.
-Y es un dolor indescriptible, si...- Continuó él, en un susurro, con tono seguro.- Pero si consigues sobrevivir a él, te hará mas fuerte. Mucho mas fuerte.- Pasó una mano acariciando su cabeza, y apartándola despacio. - Seca tus lágrimas y piensa de forma lúcida.-
Ella observó sus ojos grises, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. Tomó aire recomponiéndose un poco y asintió levemente.
-Gracias...Zoro...-
La muchacha descendió a cubierta y volvió a la solitaria oscuridad de su camarote.
-¿Qué vamos a hacer Noe?...El remedio ha sido peor que la enfermedad...- murmuró apesadumbrado. Noe cruzó los brazos encogiéndose un poco.
-No lo se...pero quiero hacer algo. No podemos dejarla así. Se morirá de hambre, o de dolor.- Se mordió el labio, cerrando los ojos con fuerza.
-Tu sabes que le ocurre, ¿verdad?...- Sanji la miró a los ojos, y Noe tragó saliva, guardando silencio.
-No exactamente, pero creo que todos podemos intuirlo.-
El cocinero se giró, negando, y salió del pasillo de camarotes dejando a Noe-moe allí, sola y pensativa. De pronto una voz amortiguada la sacó de su estupor, y apoyó la mejilla y la oreja contra la puerta, escuchando con más atención.
Dentro de su habitación, sentada y encogida en la esquina de su cama, Hineko trataba de luchar contra el vacío y el dolor que la devoraba por dentro. No tenía hambre, aunque a penas comía. No tenía sueño, aunque pasara las noches en vela. El sol brillaba con fuerza fuera, pero su ventana permanecía cerrada, sumiendo la habitación en las sombras. Una habitación fría y oscura, como ella se sentía por dentro. Se llevó las manos a la cabeza apretando los dientes con fuerza. "Por favor señor" murmuraba entre sollozos "ayúdame a que ésto acabe. Ayúdame... aún le quiero. Pero yo no quiero amarle...No quiero sufrir mas". Pero sus plegarias no eran escuchadas, a pesar de que rogaba a todas horas. Había tratado de convencerse a sí misma de que aquel hombre no era bueno. De que le había mentido. Pero no era capaz. El siempre la había tratado bien, a pesar de que quizá hubiera tergiversado la verdad. Pero nadie quiere estar solo, y él quería quedarse junto a ella. Le hubiera gustado tanto poder odiarle por haber dañado a sus nakama, o por haberla secuestrado en un principio. Pero ahora que él ya no estaba, se veía incapaz de ello, y ésto la hacía sufrir. Tantas horas de la noche había pasado deseando que él no hubiera muerto. "Nadie debía morir", se decía. Éstos pensamientos no abandonaban su cabeza ni un solo segundo del día, y a ratos el dolor era tal que se sorprendía a si misma destrozando el mobiliario de su cuarto, con ardientes lágrimas surcando sus mejillas y gritos de dolor ahogados en su garganta.
En cubierta, Luffy suspiraba sobre el mascarón de proa. Sin una navegante, no tenían un rumbo que seguir, y el Thousand Sunny llevaba ya dos días a la deriva. Hasta él comenzaba a preocuparse por el estado de Hineko. ¿Qué pasaría si perdían a su única navegante?. Cuando Noe-moe salió de los camarotes, él la miró, pero ésta negó con tristeza, indicando que no había ninguna mejoría. Entre tanto, Franky salió del taller con una gran sonrisa.
-Eh, peña. Lo hemos conseguido...- La tripulación, que se encontraba en cubierta a excepción de Sanji, que asomó la cabeza por la puerta de la cocina, observó al ciborg con gesto curioso.
-¿El qué habéis conseguido?- preguntó Chopper, con una gran sonrisa. Franky rió triunfal, y a modo de respuesta señaló la puerta del taller, a través de la cual salía ahora Bounty. Su estado había mejorado mucho y su salud ya no corría peligro, no obstante había perdido un brazo. Toda la tripulación quedó atónita al verle, y los ojos de Luffy comenzaron a hacer chiribitas.
-¡Aaaaah, sugoooi! ¡Yo también quiero uno de esos Franky!-
La emoción de Luffy se debía a que, donde debía estar la herida provocada por la amputación del brazo, se encontraba ahora un nuevo y reluciente miembro de metal. Franky, junto con el mismo Bounty, había creado un brazo de ciborg completamente funcional y muchísimo mas resistente para suplir al antiguo brazo de carne y hueso. El muchacho, sonriente y orgulloso, lo observaba satisfecho, y lo movía con total naturalidad, como si hubiera nacido con él.
-Éste me gusta mucho mas- Rió. Noe dio un salto de alegría, acercándose a mirarlo mas de cerca, cautivada por el brillo de los metálicos músculos.
-¡Ala! Es increíble Bounty...y te da un aire mucho mas atractivo.- Apuntó la chica, pasando el dedo índice por la superficie de la reluciente aleación.
-Oh...eh...-Bounty sonrió de medio lado, frunciendo el ceño con cierto toque de imprevisto pudor.- Muchas gracias...-
Zoro, apoyado en la baranda del castillo de popa, torció el gesto esbozando una mueca de desagrado.
-¿Y ya lo puedes manejar en condiciones?- Noe-moe miró a Bounty, y éste sonrió, asintiendo orgulloso.
-Incluso mejor que el antiguo, observa.- Riendo alzó a la chica y la sentó sobre el metálico bíceps de su nuevo brazo, sin esfuerzo alguno.- Casi me alegro de haberme interpuesto entre Crocodile y tu, perdiendo así el brazo.-Observó a Noe alzando las cejas con una sonrisita.
-Jo, ¿Cuántas veces me lo vas a decir?...Ya te he dicho que te agradezco que lo hicieras. -Bounty enarcó mas las cejas y Noe-moe rió.- ¿Qué mas quieres? ¿Que te diga lo maravilloso que eres o que? -de un salto volvió al suelo, mirándole.
-No estaría mal...- Rió el cazarecompensas. La muchacha rodó los ojos y posó un beso en su mejilla.
-Eres un cielo.-
Bounty se pasó una mano por la mejilla, alzando la ceja sin acabar de comprender. Desde arriba, Zoro chistó con fuerza.
-Eh, si eres tan fuerte, ¿por qué no pruebas a levantar peso de verdad?- Sin decir nada más alzó una de sus inhumanas pesas, y la lanzó desde el castillo de popa. A medida que aquel enorme mamotreto se cernía sobre él, Bounty abrió los ojos, palideciendo de pronto. Franky dió un empujón al muchacho, apartándolo de la trayectoria de las pesas, que se incrustaron en el césped de cubierta del barco.
-¿¡Ésque te has vuelto loco?! -gritó Franky- Aún no está listo para soportar semejante peso, marimo anormal.-
-Tse...pues no es para tanto ese brazo de hojalata.- Profirió Zoro, antes de darles la espalda y volver a su entrenamiento. Chopper, que había vuelto a su estudio de medicina, salio corriendo a cubierta con una sonrisa mientras Bounty volvía a recomponerse y todos farfullaban sobre el carácter de Zoro.
-¡Oi chicos! Sal-Ox ya se ha despertado, está consciente.- A excepción de Sanji que volvió a la cocina con desinterés, y Usopp que ya había subido al puesto de vigía, todos entraron de nuevo en la habitación junto a Chopper para ver el estado del chico demonio. Tumbado en la cama, bebiendo un vaso de medicina y mas fresco que una rosa se encontraba el individuo en cuestión, que al verlos entrar los saludó y sonrió ampliamente.
-Eh, ¿Qué tal estais todos? ¿Y mi piratilla pelirroja?- preguntaba, mirando a un lado y a otro en busca de la navegante. Los mugiwara se miraron confusos.
-Ox...¿Esque no te acuerdas de nada?- Preguntó Noe.
-¿Acordarme de qué?- Le espetó él.
-Tu...desapareciste.- Todos seguían mirándose, y mirándole a él, sin acabar de comprender cómo no podía tener recuerdos de algo que había ocurrido hacía a penas dos días.- No sabíamos donde estabas pero luego, cuando fuimos a pelear contra Crocodile, justo cuando creíamos que ya habíamos perdido y no había esperanzas de recuperar a Hine, tu apareciste...-
Ox se rascaba la cabeza con un profundo aire de confusión, frunciendo el ceño.
-¿Aparecí? ¿Dónde?-
-En el oasis- Respondió Franky- Y mataste a Crocodile.- El chico dejó de rascar su pelo negro y bajó la mano muy despacio.
-¿Le maté?...- murmuró en un hilo de voz. Todos asintieron al unísono y el abrió los ojos, sonriendo levemente.- ¡Le he matado! ¡Si! Llevaba tanto tiempo deseando que llegara ese día, tan solo lamento no recordarlo...-rió animado, mirándolos- me alegra que hayamos recuperado a Hineko-chan. -pero todos le observaban muy serios, y su alegría duró poco- ¿Ocurre algo?-
Noe-moe suspiró.
-Pues si...cuando éso ocurrió...ella no se lo tomó bien.-
-Nada bien.- Recalcó Chopper.
-Explotó como un volcán.- Apuntó Bounty.
-Digamos que estuviste muy, muy cerca de que te matara allí mismo. Por suerte la paré a tiempo...- Noe se llevó el dedo índice a los labios, frunciendo el ceño. Ox tragó saliva, poniéndose blanco.
-Hineko...¿Está enfadada conmigo?- murmuró.
-No lo sabemos...no quiere salir de su cuarto. Está muy mal, y no sabemos que hacer. Casi no come ni duerme, y no nos habla para nada.- Suspiró la chica, preocupada por su amiga- Aunque imagino que no querrá ni verte.-
Ox se llevó las manos a la cabeza, hundiendo los dedos entre los mechones despeinados de su cabello, y bajó el rostro, mordiéndose el labio inferior. Bounty avanzó un par de pasos y colocó la mano sobre su hombro.
-Conseguirás que te perdone...quizá se le pase, con algo de tiempo.-
-¿Y qué haremos si no mejora?- preguntó Luffy, preocupado- Ella es nuestra navegante, no podemos hacer nada sin Hineko.-
-Pues entonces tenemos que esforzarnos para que sepa que nos tiene a su lado, que no esta sola, y hacer que su dolor desaparezca.- Asintió Chopper, con gesto serio. Noe asintió varias veces, dándole la razón.
-M-me ayudaréis...a que me perdone?...- Murmuró Sal-Ox entre dientes, con un tono mas rabioso que consternado.
-Por supuesto.- Sonrió Bounty.
***
Sanji se mantenía concentrado, afanado en preparar la cena de aquella noche. Una vez mas se le había ido el santo al cielo, demasiado preocupado para pensar en nada mas, y había comenzado a cocinar mas tarde de lo normal. Cuando ésto ocurría, Luffy se ponía especialmente pesado, y en seguida lo arrastraba a la cocina. Ya se había cortado con el cuchillo dos veces en dos días. Y no recordaba cuando fue la última vez que ésto le había ocurrido. Hineko... Deseaba tanto que por una vez fuera por él por quien la chica llorara, o riera, o se preocupara. Y odiaba saber que ella estaba sufriendo por algo, y él no podía hacer nada por evitarlo. Apretó el cigarro entre los dientes, y el cuchillo entre los dedos. No importaba cuanto esfuerzo pusiera en sus comidas, ella no estaba en condiciones de disfrutarlas. De pronto sintió una presencia a su espalda y un escalofrío le recorrió la nuca. Al girarse, Hineko le observaba, sentada sobre una de las sillas de la mesa, con las piernas cruzadas y las manos sobre el regazo. Sanji entreabrió los labios y el cigarro se cayó de su boca de la impresión. Agitó la cabeza despejándose y murmuró.
-H-Hineko-chan...¿necesitas algo?-
-En mi cuarto hace algo de frío...- Sentía su voz débil y algo afónica de tanto llorar.- ¿Podrías prepararme algo caliente para beber?...Me duele un poco la garganta.-
Aquella eran las únicas palabras que la chica le había dirigido en tres días. Sin comprender del todo por qué, notó que sus ojos se empañaban, llenándose de lágrimas, y tragó saliva para bajar el nudo que se había formado en su garganta. Sonriendo poco a poco asintió.
-Por supuesto...- En silencio, preparó para ella un dulce y espeso chocolate caliente, con una capa de nata montada por encima y virutas de chocolate oscuro, coronado por un barquillo de vainilla. La chica tomó la taza entre las manos e inclinó un poco la cabeza, levantándose.
-Muchas gracias, Sanji.- Antes de que pudiera girarse para marcharse de la cocina, éste la estrechó entre sus brazos sin previo aviso y ella tuvo que hacer un esfuerzo por no derramar la bebida.
-No he podido...darte la bienvenida hasta ahora...- murmuraba la voz del cocinero en el oído de la chica pelirroja, con un tono cercano a un sollozo.- Gracias por estar aquí...ojalá lo estuvieras del todo.-
Hineko apretó la taza en la mano y se mordió el labio, conteniendo las lágrimas, que últimamente sus ojos no paraban de derramar. Apretó la camisa del chico entre los dedos de su mano libre, tan solo un momento, y luego se separó consiguiendo recomponerse. Él continuó observándola, con una triste sonrisa, y ella bajó la cabeza, hundiendo la vista en el suelo.
-Buenas noches- Susurró.
La puerta de la cocina se abrió y un somnoliento Usopp entró en la cocina, estirando los brazos. Al verla allí, abrió los ojos y esbozó una amplia sonrisa.
-¡Hineko! Que bueno verte aquí fuera, había oído que estabas enferma. ¿Estás mejor? ¿Contenta de haber vuelto a tu verdadero hogar?- Colocó las manos en la cadera mientras hablaba animado, pero ella lo observaba a través del velo de mechones de color rojo que conformaba su flequillo. Sus ojos se entornaron, aún brillantes de lágrimas, y apretó la mandíbula. - Imagino el alivio que debe ser que tus amigos te arranquen de las garras de un monstruo como aquel tipo. -
Sanji entreabrió los labios y dio un paso adelante al oír ésto, tratando de callar a Usopp, pero ya era tarde. La bofetada de Hineko llegó antes que él, cruzando el aire hasta impactar de lleno en la mejilla de Usopp, que cayó al suelo de costado. El chico la observó desde el suelo, tragando saliva y llevándose una mano a la dolorida mejilla. Temblando de ira y dolor, ella le devolvió la mirada.
-La mitad de la culpa es tuya...- Apuntó la temblorosa voz de Hineko.- No se como te atreves a decir algo así...eres despreciable. - Apartando la vista de los ojos de Usopp, abrió la puerta de la cocina con la mano que tenía libre.
-E-espera...- Comezó él, tratando de levantarse del suelo a trompicones.
-Cállate...No quiero oír nada mas. - Hablaba sin mirar a ninguno de los dos, de espaldas bajo el umbral de la puerta. - No vuelvas a dirigirme la palabra.-
La figura de la chica desapareció en la oscuridad y Usopp miró a Sanji sin comprender, quien le devolvió una severa mirada. Ambos se sentaron en silencio a la mesa, y el cocinero trató de explicarle el terrible error que acababa de cometer.
Faltaba a penas una hora para que el alba comenzara a despuntar. La taza de chocolate caliente, ahora vacía, descansaba sobre el césped del castillo de popa, junto a los pies de Hineko que observaba el cielo en silencio. Apoyó una mano sobre la baranda de madera y se llevó la otra al pecho, tragando saliva. Quería que aquel dolor insoportable desapareciera junto con la presión que se había instalado en su pecho, y que se negaba a abandonarla. El césped crujió bajo las pisadas de Zoro, cuando subió al castillo de popa para comenzar su entrenamiento, como cada día. Por lo general no solía haber nadie allí a aquellas horas, y encontrar la figura de Hineko allí de pie y estática, lo sorprendió un poco. Avanzó con pasos lentos y cautos, hasta colocarse junto a ella. Una rápida mirada a los ojos llorosos de la muchacha, y a la forma en que se sujetaba el pecho con la mano izquierda fue suficiente para darse cuenta de la situación.
-Has derramado ya demasiadas de tus valiosas lágrimas.- Dijo a media voz, cruzando los brazos frente a su musculado pecho. La chica lo miró ligeramente, sin decir nada. - Perder a alguien que quieres, es una experiencia terrible...-
Sus miradas se cruzaron esta vez, y Hineko parecía al borde del llanto al murmurar con voz quebrada.
-¿Qué debo hacer para que éste dolor se vaya...?- Zoro sonrió y la sombra de un triste recuerdo cruzó su mente, tiñendo sus ojos de dolor. Descruzó los brazos y rodeó a su amiga entre ellos, estrechándola con firmeza, pero muy delicadamente.
-El dolor no se va jamás...tan solo aprendes a vivir con él.-
Hineko enterró el rostro en el pecho de Zoro, y comenzó a llorar entrecortadamente.
-Y es un dolor indescriptible, si...- Continuó él, en un susurro, con tono seguro.- Pero si consigues sobrevivir a él, te hará mas fuerte. Mucho mas fuerte.- Pasó una mano acariciando su cabeza, y apartándola despacio. - Seca tus lágrimas y piensa de forma lúcida.-
Ella observó sus ojos grises, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. Tomó aire recomponiéndose un poco y asintió levemente.
-Gracias...Zoro...-
La muchacha descendió a cubierta y volvió a la solitaria oscuridad de su camarote.
lunes, 17 de junio de 2013
Muerto por dentro.
El terrible estado de ánimo en el que se encontraba Crocodile provocaba que las paredes temblaran bajo sus pisadas cuando atravesó el pasillo de camino a su habitación. Empujó la puerta provocando que ésta emitiera un crujido y abrió una caja de madera que descansaba sobre su mesita de noche. De su interior sacó un puro, que se llevó a los labios y luego encendió. Tras él entró Hineko, con pasos lentos y suaves, y se apoyó un instante en el marco de la puerta, observándole.
-¿Qué te ocurre?...-
Lo vio desprenderse de su abrigo y quitar el dorado garfio de su mano izquierda, depositándolo sobre la mesita, junto a la caja.
-No estoy de buen humor.- Gruñó. Ella alzo las cejas con obviedad.
-Ya lo puedo ver...¿a qué se debe?-
-¿Quién era ese tipo y qué hacía en mi casa?- se giró rápidamente para mirarla.- ¿De qué te conoce?-
Hineko negó, mirándole.
-Dice que se llama Sogeking, que es un héroe y que es amigo de...ellos.- ésta última palabra se deslizó susurrante entre sus labios.- Pero yo no le había visto jamás.-
Crocodile guardó silencio, observando a través del cristal de la ventana. El humo del puro ascendía en pequeñas espirales desde sus labios. Ella avanzó hasta colocarse a su lado, y juntó las manos frente al regazo.
-¿Quieres que me marche?...- Procuraba hablar muy suave, evitando hacer cualquier cosa que pudiera molestarle. Él giró el rostro y sus ojos verdes se encontraron.
-No...todo lo contrario.-
Hineko alzó la mano y apartó el puro de sus labios.- Ya te dije que me quedaría contigo...-sonrió un poco y lo colocó sobre el cenicero- ...para siempre.- Crocodile sonrió levemente, suspirando.
-Mi pequeña reina pelirroja...-acarició la mejilla de la muchacha con el pulgar, inclinándose un poco frente a ella.- ¿Podrías mejorar mi humor, por favor?-
La chica profirió una suave risa, y poniéndose de puntillas pudo alcanzar a cerrar los ojos y besar sus labios. Cuando fue a apartarse de nuevo él la retuvo rodeando su cintura para atraerla hacia sí. De éste modo el beso se volvió mas prolongado y profundo. Crocodile avanzó un par de pasos, obligando a Hineko a retroceder. El borde de la cama chocó contra las piernas de la chica y éstas se flexionaron casi sin querer, haciéndola caer tendida sobre el colchón. Abrió lentamente los ojos y al verle ya sobre ella, le dedicó una sonrisa dulce y leve. Él se la devolvió, y estando ya recostada sobre la cama, volvió a besarla.
***
-¿!Pero cómo lo ha hecho?!- alzaba la voz Noe, alterada.- ¿Alguien le vio irse? Lleva horas sin aparecer.-
-La última vez que le vi fue en el entrenamiento.- Sanji funció el ceño, aspirando el humo de su cigarro.
-Tendremos que seguir sin ellos. Pero ya no podremos ir por grupos, si encontramos a Crocodile, no tendremos mas remedio que pelear todos juntos.- Asintieron al unísono ante la afirmación de Bounty. Con dos bajas tan repentinas en el grupo tendrían que hacer un esfuerzo extra. Luffy, de brazos cruzados, parecía serio e inquieto bajo la sombra de su sombrero de paja.
-Bounty, muéstranos el camino...- alzó la cabeza para mirarle y las sombras se disiparon de su rostro.- Vamos a por nuestra navegante.-
-Está bien.- asintió- Pero antes deja que os prepare algunas directrices para la pelea.-
Las horas iban pasando mientras la tripulación preparaba la recuperación de su amiga. Finalmente, habiendo abandonado el bar, recorrieron en silencio las pequeñas calles de la ciudad, guiados por la infalible capacidad de rastreo de Bounty. La mansión del shichibukai ya era visible a lo lejos cuando de pronto, como salido de la nada, Usopp dobló la esquina de un callejón y chocó de bruces contra el cazarecompensas.
-¡Usopp! ¿De donde sales tu? Nos tenias preocupados...- Noe-moe cruzó los brazos y el chico se disculpó rascándose la nuca.
-Lo siento, lo siento...-dijo entre tartamudeos- Quise adelantarme para comprar algo y el tiempo se me echó encima.- Rió de forma algo extraña y todos se miraron con gesto de circunstancias. Explicaron cual era el plan a seguir al tirador, quien parecía visiblemente mas inquieto que antes, si cabía, ante la idea de pelear contra un shichibukai.
La mansión estaba realmente bien vigilada, a excepción de un lugar muy concreto, el oasis personal de Crocodile. Éste se encontraba frente al balcón de su habitación, y era fácil llegar hasta él a través de los exteriores de la ciudad. Habían entrado sin hacer ningun ruido, y una vez allí todos observaron en silencio la ventana cerrada frente a ellos. Una suave luz provenía de su interior. El agua del lago ondeaba por el viento, y las hojas de las palmeras y la vegetación se mecían. Ningún ruido perturbaba la quietud de la noche.
El cielo comenzó a aclararse muy levemente ante el inminente amanecer. Luffy inspiró, hinchando sus pulmones del fresco aire del desierto, y lo dejó salir con la forma de un grito que rompió el sosiego del entorno...
-¡HINEKO!-
***
El cristal de las ventanas repicó por la potencia de aquel grito. Hineko se alzó sobresaltada de la cama, pero para entonces Crocodile ya estaba de pie frente a la mesita de noche, colocándo de nuevo el garfio en su lugar. Ella se levantó de la cama, confundida, y el la miró.
-Tenía un mal presentimiento...- Le sonrió, pero ella podía leer la inquietud en sus ojos.
-Ellos...¿han venido?...-susurró. Colocó los pies sobre el frío suelo y se alzó, haciendo sisear la tela del vestido de noche rojo que llevaba puesto. Tragó saliva, e hizo acopio de fuerzas para, pausadamente, aproximarse al amplio balcón. La luz del cuarto recortó su figura en la noche y, a sus pies, los piratas la observaron. En seguida los vio ponerse en tensión al verla, como si desearan llevársela en seguida, pero fueran conscientes de que no podían. Crocodile se colocó junto a ella, y dirigió una mirada de aversión a los Mugiwara. Apretó con fuerza los dientes hasta que su mandíbula crujió.
-Quédate aquí...volveré en seguida.-
Colocando una mano sobre su brazo, y apretándolo ligeramente, Hineko susurró con un nudo en la garganta.-No los mates...por favor...-
Dedicó una última mirada a la joven, y asintió muy tenuemente antes de saltar sobre la balaustrada del balcón y aterrizar en la arena del desierto, que brillaba ahora plateada bajo la luz de la luna. Luffy colocó una mano sobre su sombrero y alzó la voz.
-¡Crocodile!- éste entornó los ojos frente a él- ¡Hemos venido a llevarnos a nuestra navegante! -Hineko se llevó una mano a los labios, con los ojos preñados de miedo y dudas- ¡O a morir en el intento!...¡Devuélvenos a nuestra nakama!-
A penas hubo terminado la frase, Zoro y Sanji se lanzaron a toda velocidad sobre el shichibukai, levantando una gran nube de arena y polvo bajo sus pisadas. Las katanas de Zoro tañeron metálicas y la patada de Sanji siseó cortando el aire. Un choque metálico y la humareda se dispersó dejando ver la imagen de Crocodile, que había frenado las katanas del espadachín con su garfio, y sujetaba el tobillo de Sanji con la mano libre. Esbozó una sonrisa depredadora, como un cocodrilo apresando a un pobre animal en su infalible dentadura.
-¡Vengan a morir pues!- Tronó la voz grave del shichibukai que con un giro de muñeca retorció de forma terrible y antinatural la pierna del cocinero, haciendo que sus huesos crujieran reducidos a añicos bajo la presión de su mano. Sanji palideció ante la escena y un estremecedor grito de dolor rasgó su garganta, cayendo al suelo mientras observaba su pierna destrozada. Zoro profirió una maldición haciendo una finta para atacar nuevamente. Dando un salto, se colocó en posición y alzó la voz.
-¡Hyakuhachi...Pound Ho!- El metal rebanó el aire una vez mas, lanzando dos cortes cruzados, resplandecientes de luz azul, que impactaron directamente sobre el cuerpo de su enemigo. No obstante fue inútil, pues el cuerpo de Crocodile fue atravesado como arena por el ataque del espadachín, que abrió los ojos abrumado. Borrando la sonrisa de su cara, el shichibukai alzó la mano y la arena bajo los pies de Zoro se alzó como si poseyera vida propia. Antes de que sus pies tocaran el suelo de nuevo tras el salto, Zoro ya se encontraba inmovilizado bajo la presión de aquella arena, que no le dejaba mover un solo músculo.
-¡No bajes la guardia, maldito!- Crocodile giró la cabeza súbitamente y el puño de Franky se estrelló contra su rostro que, una vez mas, se desintegró en millones de granos de arena. El ciborg tragó saliva, viendo que el daño físico era algo inútil. Pero no iba a rendirse tan fácilmente.- ¡Weapons Left! -La mano izquierda de Franky se abrió para dar paso a una ráfaga de proyectiles que dejaron a Crocodile reducido tan solo a sus piernas, pero en un breve instante su cuerpo se recompuso de nuevo.
-Dejad de molestar...- alzó ambos brazos y la arena se alzó frente a el, con un movimiento de mano mas la cortina de arena se dividió en multitud de afilados fragmentos de arena, que acribillaron de lleno a Franky. La arena atravesó el metal de sus manos y sus piernas, de sus pies y sus brazos, dejándolo literalmente clavado a una de las grandes palmeras del oásis. Chopper tragó saliva.
-¿Q-Que hacemos Luffy?...no le estamos haciendo ni un rasguño...-
El capitán de los Mugiwara apretó la mandíbula y miró a Brook y Chopper a su lado.
-¡Vamos a atacarle los tres a la vez, no le daremos tiempo de defenderse!- Los tres asintieron con convicción. El cuerpo de Chopper cambió para colocarse en modo Arm Point, Brook desenvainó su espada y Luffy cargó su puño. Con un fuerte grito atacaron al unísono y Crocodile los recibió en posición.
"¡Roseo Michieri!" Sonó la voz de Chopper, que descargó una ráfaga de fuertes golpes, al tiempo que Brook pasaba de largo el cuerpo de Crocodile con una estocada invisible a ojos de los demás, y frenaba en seco envainando su espada con un susurro ; "Hanauta Sanchou...Yahazu Giri".
-¡Gomu gomu no...Pistol!- El puño de Luffy se estrelló contra su objetivo que saltó en pedazos en una humareda de arena y polvo. Los tres jadearon, entornando los ojos y tratando de ver a su alrededor. Cuando el polvo se disipó, frente a ellos no quedaba nada. Brook miró a sus compañeros y comenzó a reir.
-Tu plan ha dado resultado Luffy-san, ¡Le hemos ven...!-
La voz se ahogó en su garganta al tiempo que un dorado garfio atravesaba su espalda y ascendía con fuerza, quebrándo todas sus costillas y separando su brazo derecho del resto del cuerpo. El esqueleto se desplomó sobre la arena, inerte.
-¡Brook!- chilló el pequeño reno, con lágrimas en los ojos. La arena se removió y una brisa azotó a Luffy y a Chopper. Sin previo aviso la firme mano de Crocodile asió el cuello del capitán desde su espalda, que le miró de reojo con un gesto lleno de ira. "¿Cómo ha aparecido ahí?". El chico no pudo preguntarse nada más antes de que su cuerpo comenzara a secarse rápidamente. Sintió cada gota de agua abandonar su cuerpo, como si todo el líquido que poseía fuera succionado de golpe. Sus ojos quedaron en blanco y pocos segundos después Luffy no era mas que un montón de piel y huesos, tirado en el suelo, completamente indefenso. Chopper observó la escena aterrorizado y cuando los fríos ojos del shichibukai se posaron sobre él, un grito se ahogó en su garganta y la mortal mano de aquel hombre se abalanzó sobre él. Zoro, Usopp, Noe y Bounty observaron al pequeño animal sufrir el mismo destino que su capitán.
-¡Noe!- La voz de Zoro sonaba ahogada por la presión.- ¡Noe vamos muévete! -La muchacha temblaba junto a Bounty, con los ojos fijos en el cuerpo de Chopper que ahora caía sobre la arena. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos. -¡NOE! ¡Nos matará a todos si no haces nada! ¡Tienes que reaccionar, PELEA!-
De pronto, como movida por un resorte, Noe dio un paso al frente y apretó los puños, sacudiéndose de encima el miedo.
-Monstruo...-las lágrimas corrían por sus mejillas, ardiendo de rabia- ¡Me las vas a pagar! -Sus puños comenzaron a repicar entre chispazos, envueltos en rayos y brillante electricidad. Bounty desenfundó su arma, listo para apoyar a la muchacha, y ambos se lanzaron contra su rival.
Desde el balcón, Hineko observaba de rodillas sobre el suelo, consternada, y condenada a mirar sin poder hacer nada. Una fuerte presión se había instalado en su pecho, produciéndole un terrible dolor ante la visión de la que antes era su tripulación. Los veía caer uno a uno, y no podía hacer nada para evitarlo.
El puñetazo eléctrico de Noe se estrelló contra el brazo de Crocodile, esparciendo arena en el aire, tras el bloqueo se apartó preparando otro ataque y aprovechando ese momento Bounty disparó su arma contra él.
-Es inútil...-bufó el shichibukai- Vuestros ataques no pueden tocarme.-
Crocodile extendió la mano y agarró la muñeca de Bounty, que se revolvió con todas sus fuerzas ante la idea de ser absorbido como los otros dos. No obstante esto nunca ocurrió. Crocodile tiró con fuerza, con tanta fuerza que el hombro de Bounty cedió, y la carne se desgarró. Su brazo izquierdo se separó de su cuerpo dejando una terrible herida que manaba sangre a borbotones. El cazarecompensas cayó revolviéndose de agonía mientras Noe-moe ya estaba lanzando su siguiente ataque, pero vaciló de impresión ante la escena. Crocodile clavó sus ojos en ella entonces y, blandiendo el amputado miembro del chico, le asestó un terrible golpe en pleno rostro. La muchacha cayó junto a él, con la cara cubierta de sangre. Entre temblores de dolor y miedo sus ojos se cerraron y acabó por quedar inconsciente.
Los dedos de Crocodile se abrieron despacio y el brazo de Bounty cayó sobre la arena, al igual que el resto de los piratas. Y allí, frente a él, quedaba el último. Usopp, el infalible tirador. Sus piernas temblaban sin parar y sus ojos rezumaban lágrimas cristalinas con un profundo fondo de miedo. Pero allí estaba. Apuntándole directamente con aquel tirachinas enorme. El shichibukai se aproximó al chico, con paso lento y firme, y a pocos metros de él, alzó la mano.
-¿Me tienes miedo...verdad?- La sonrisa depredadora volvió a adornar su rostro, pero Usopp no retrocedió.
-¡Estoy aterrorizado!- La voz del tirador temblaba tanto que era prácticamente ininteligible- ¡Pero eso no va a evitar que siga peleando por ella hasta que mis pies ya no me sostengan mas! -Estiró la goma del tirachinas y la soltó, cerrando los ojos con fuerza. Esperó a la explosión, pero nada ocurrió. Abrió los ojos poco a poco y observó a Crocodile, ahora a apenas un paso de él, completamente empapado y mirándole con gesto asesino. El agua resbalaba por su pelo negro.- Oh no...M-Me equivoqué...de proyectil...-murmuró el tirador con un hilo de voz asustado, antes de que le asestara un brutal puñetazo que no le permitió volver a levantarse de nuevo.
Lentamente Crocodile se giró para observar a Hineko en la ventana. Parecía aterrorizada, pero él había vencido. Los Mugiwara estaban fuera de combate, habían caído uno a uno, víctimas de aquel depredador. Y ahora ella debía cumplir su promesa, y permanecer con él para siempre. Ahora que habían vuelto a por ella, ahora que la chica sabía que ellos no la habían abandonado, esa idea se tornaba algo dolorosa. De pronto algo la distrajo. Escuchó un siseo y un batir de alas. Le devolvió la mirada a Crocodile, que aun la contemplaba. Ahora una voz, que sonó alta y clara.
-¡Crocodile!-
Gritó, y éste se giró al escucharlo. Todo ocurrió tremendamente rápido ante los moribundos ojos de los Mugiwara, de Hineko, y del mismo shichibukai. Una veloz sombra cortó el cielo, apareciendo de pronto entre la espesura del oasis. Para cuando Crocodile lo vio con claridad, ya era demasiado tarde. Ox se avalanzó contra el, agarrando sus hombros con las manos y frenando los pies contra su pecho, encaramado sobre él.
-Eh...-sonrió ampliamente el demonio, haciendo brillar sus colmillos a pocos centímetros de su rostro.- Esto es por los viejos tiempos...-El shichibukai no tuvo tiempo de contestar. La larga y negra cola de Ox, terminada en una gran y afilada punta de flecha, atravesó el centro de su pecho de par en par, abriendo un negro y profundo agujero en su cuerpo. El tiempo pareció pararse por un instante y los incrédulos ojos de Hineko parpadearon un par de veces. La cola del demonio goteaba sangre sobre la arena, al tiempo que el sol comenzaba a salir por el horizonte. Tras esto, extrajo de nuevo el apéndice, y pateó el pecho de Crocodile, que se desplomó sobre la arena como un enorme peso muerto. La mirada de sus ojos vacilaba, sin acabar de comprender que había ocurrido, y un espeso hilo de sangre se derramó desde la comisura de sus labios.
Los Mugiwara que quedaban conscientes, observaron la escena anonadados. Aquel muchacho, Sal-Ox, lucía completamente diferente. Su piel había adquirido un tono violáceo, y sus cuernos habían crecido enormemente, volviéndose negros y brillantes, al igual que sus ojos, coronados por unas pupilas rojas como la sangre. Todo se había quedado estático y en silencio. Un silencio que se rompió en seguida con un terrible grito de Hineko, que saltó del balcón y atravesó el campo de batalla hasta desplomarse junto a Crocodile. Su pecho y su respiracion se veían sacudidos por un terrible llanto entrecortado, que surcaba sus mejillas en forma de sendas lágrimas saladas.
-¿¡C-como!? ¿P-Por qué?...- alcanzó a decir la voz atragantada de la chica. Crocodile la observó a través de una vista nublada, y sonrió levemente.
-El agua...- Hine limpió la sangre de sus labios con la mano, observándole con gesto derrotado e impotente- ...Lamento que nuestro "para siempre" haya acabado...tan pronto...-
-No...- sollozó ella, sosteniendo su rostro entre las manos- No...por favor no me dejes. No te vayas...-se mordió el labio inferior aferrándose a él, sus lágrimas no paraban de brotar- No quiero estar sola...-
Crocodile alzó la mano para acariciar la mejilla de la chica pelirroja una última vez.
-Acércate...-le dijo, y ella se inclinó, acercando su oído a sus labios. Él susurró algo, muy breve, y muy suave, y ella tuvo que contener las lágrimas con mas fuerza. Posó un leve beso sobre sus labios, y Crocodile cerró los ojos, muy poco a poco, hasta que quedó tumbado sobre la arena, inmóvil. Junto a él, Hineko rompió a llorar desgarradoramente sobre su pecho. Frente a ellos, Ox se fue acercando, lentamente. Alzó a Luffy y a Chopper del suelo y los lanzó al lago de agua dulce del oasis, lo que provocó que ambos se recuperaran de la terrible deshidratación. Bajo las manos de Hineko, el cuerpo de Crocodile fue desvaneciéndose, convirtiéndose en dorada arena hasta mezclarse con el desierto, y desaparecer para siempre. La chica hundió las manos sobre la cálida superficie y observó los granos de arena desaparecer entre sus dedos. Apretó los dientes y se alzó poco a poco, sacudida por temblores de ira y dolor. Sus ojos se ensombrecieron, aunque no dejaron de derramar lágrimas. Chopper y Luffy salieron del agua renqueantes y jadeando y Sanji se acercó a ellos, arrastrando su pierna ahora inútil. La arena que aprisionaba a Zoro se fue desvaneciendo hasta dejarle libre y poco a poco la tripulación fue recogiendo a sus heridos, y recomponiéndose. Chopper quiso darle atención medica inmediata a Bounty, antes de que se desangrara. Debían volver rápido al Thousand Sunny. Todos se pararon a observar a los dos que aún quedaban. Ox observaba a Hineko. Hineko observaba a Ox.
-Hineko...¿nos vamos a casa?...- Murmuró Noe, que acababa de despertar de su conmoción. Pero la chica pelirroja no respondió. Sus puños estaban tan fuertemente apretados que las uñas se le clavaban en las palmas de las manos. Su pelo había comenzado a llamear poco a poco y respiraba muy fuerte. Alzó la cabeza y depositó sobre Ox una mirada tan llena de odio, que podría haberlo matado allí mismo.
-Tu...le has matado...- Murmuró entre dientes. Separó las piernas poco a poco y se colocó en posición.- ¡AHORA SABRÁS LO QUE ES EL INFIERNO MALDITO DEMONIO!- El cuerpo de Hineko estalló en una explosión de llamas y aire caliente. Sus ojos se habían vuelto completamente rojos, y el suelo bajo sus pies comenzaba a derretirse. Ox sonrió con malicia, parecía estar completamente fuera de sus cabales.
-¡Vamos! ¡Ven gatita!- El demonio extendió los brazos, invitándola a atacar y Hineko atravesó el aire temiblemente rápido. Vió su puño descargarse contra el y alzó la mano para pararlo, pero la monstruosa fuerza de Hineko se llevó por delante su mano e impactó directamente sobre su cara, lanzandolo varios metros hasta impactar contra la arena, donde aún se arrastró unos metros mas. Haciendo un gran acopio de fuerzas se alzó desorientado. La chica de fuego alzó el puño, envuelto en llamas, y lo estrelló contra el suelo, haciendo que éste cediera y se resquebrajase. Ox cayó por la enorme grieta que se había formado en el impacto, la arena se deslizaba en su interior por los costados. Abrió las alas y voló hacia arriba pero ella ya había hundido ambas manos en el suelo y, ante la mirada incrédula de la tripulación, comenzó a cerrar de nuevo las dos mitades de la tierra, dejando al chico atrapado en medio y condenado así a morir aplastado.
-¡NO! ¡Para, lo vas a matar!- Gritó Noe, lanzándose contra ella y derribando a su amiga de golpe. Sal-Ox escapó volando de la falla por un pelo, jadeando se estrelló contra el suelo y fue perdiendo poco a poco su forma de demonio, hasta quedar sin resuello y perder el conocimiento, como recién salido de alguna especia de trance. En tanto que ésto ocurría, Hineko se revolvía entre los brazos de Noe. Su furia había sido remplazada por pena y dolor, y ahora tan solo sollozaba en un llanto destrozado.
***
La noche había caído y el Thousand Sunny había vuelto por fin al mar, dejando atrás el ardiente desierto. Chopper había estado verdaderamente ocupado curando a todos los miembros de la tripulación. Sal-Ox continuaba sin recuperar el sentido, y Sanji caminaba por el barco con una pierna escayolada y un par de muletas. Lo mas difícil había sido salvar a Bounty Sandwalker. Chopper consiguió parar la hemorragia, y ahora permanecía en un camarote, en estado de máximo riesgo. Aquella noche, el pequeño reno estaba muy ocupado recomponiendo los huesos de Brook. Fuera, en la cubierta del Sunny, junto al mascarón de proa, Hineko permanecía observando la noche en silencio. Su melena roja se movía suavemente con la brisa marina. Una liviana manta sobre sus hombros la mantenía cálida. Su cuerpo estaba allí, pero su mente estaba muy lejos. Había permanecido así todo el día, ni siquiera habían podido hacerla probar bocado. Noe-moe salió de los camarotes, con un té entre las manos, y se colocó junto a ella. Inspiró suavemente y sonrió.
-Hace una noche preciosa...-la miró, y sonrió mas- Me alegro de verte de nuevo...-
Pero no obtuvo respuesta. Bajó la vista observando el té y le dio un sorbo, sabiendo que ella no querría bebérselo.
-No lo comprendo...-susurró, mirando a su amiga- ¿Qué ha ocurrido?...-Hineko, lentamente, giró el rostro y la miró. No dijo nada, pero Noe era su mejor amiga. Miró en lo profundo de sus ojos verdes, sintió el profundo dolor, y tragó saliva.- Hine...-murmuró. Hineko devolvió la vista al mar.
-Siento que me muero...- susurró. Noe abrió los ojos.
-¿¡Qué dices?! ¿Estas enferma?- pero la navegante negó con parsimonia.
-Siento...que me he muerto. Sigo aquí...-se miró las manos, entornando los ojos- Pero de alguna manera he muerto...una parte de mi ha muerto. -Noe se mordió el labio inferior, escuchándola.- Eso es lo que soy en mi interior. Todo está muerto. -Dejó caer las manos de nuevo y suspiró.- Déjame aquí...déjame morir.
Noe dejó caer la taza que estalló en el suelo, y abrazó con fuerza a su amiga, aguantando las ganas de llorar.
-No te dejaré...Haré que recuerdes quien eres. Quienes somos. Así que se fuerte esta noche...te recuperarás...lo conseguiremos.-
Hineko dejó caer la cabeza, y tragó saliva. Devolvió el abrazo a Noe, y un par de lágrimas se escaparon de sus ojos.
jueves, 6 de junio de 2013
Contigo. Para siempre.
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"-Yo soy...-Tomando aire, alzó la voz.- ¡Sogeking! ¡El rey de los tiradores!-" |
Las puertas de la ciudad se abrieron temprano para que, tras levar anclas, el Thousand Sunny zarpara surcando el mar de arena que era el desierto de Arabasta. El viento agitaba el pelo rizado de Usopp, apoyado sobre el quicio de la ventana, en lo alto del mirador donde hacía de vigía. Tomó aire, sintiéndolo seco y terroso, y tamborileó con los dedos sobre la madera con aire inquieto. Desde cubierta, Noe lo observaba meditabunda. Había actuado muy raro durante las últimas horas. Se sentó sobre la baranda dirigiendo una mirada al desierto que se abría al paso del Sunny-go. Bajó la vista hasta mirarse las palmas de las manos. Qué ocurriría si debía pelear en esta ocasión? Tenía que mentalizarse. Había estado tan ocupada estando deprimida que no había pensado si quiera en entrenar. Resopló provocando que su flequillo se elevara levemente. Esbozando un gesto de concentración juntó las palmas de las manos y muy despacio comenzó a separarlas. Pequeñas cargas eléctricas fluyeron suavemente entre sus dedos y ella sonrió, segundos antes de que una fuerte descarga en forma de rayo saliera disparada hacia una de las tumbonas que había sobre cubierta. Noe-moe dio un respingo de inmediato, sobresaltada, abriendo los ojos al máximo. Señalando la tumbona echó a correr entre gritos ininteligibles hacia la cocina y arrastró fuera de ésta a Sanji, que dibujó un gesto de horror al observar el panorama. De inmediato comenzó a sacar un balde de agua tras otro para apagar el fuego que consumía rápidamente la tumbona. Cuando ésta estuvo reducida a cenizas y del fuego no quedó mas que humo, se dejó caer sobre el suelo, aliviado.
-¿Qué demonios intentabas hacer? ¿Quemarnos a todos? Tengo que decirte que no cocino gente a la brasa...-rió el cocinero. Noe hizo una profunda reverencia.
-¡Lo siento mucho!...Ha sido sin querer, creo que mis habilidades están un poco oxidadas. -Le sonrió acariciándose la nuca.
-Pues deberías engrasarlas. No sabemos qué vamos a encontrar en Arabasta. -Sanji sacó de su camisa un cigarro y una cerilla y lo encendió con calma.- ¿Por qué no entrenas con Zoro? Antes solíais hacerlo a menudo.-
Noe lo miró sonrojada y sobresaltada de pronto y Sanji torció el gesto sin comprender.
-¿C-como que lo hacíamos a menudo?...-titubeó la chica.
-Entrenar...-alzó la ceja el muchacho rubio.- Solíais entrenar casi a diario.-
-A-ah...¡ah!...si, por supuesto.- Noe rio con disimulo. Poco a poco alzó la vista al castillo de popa, donde se podía escuchar perfectamente como Zoro entrenaba duramente.- No creo que sea buena idea...-
Él le dirigió una mirada, exhalando despacio el humo del cigarro que se escapó entre sus labios lentamente después. Se alzó del suelo y se colocó frente a ella.
-Bien, entrena conmigo entonces.-
Noe le devolvió la mirada a los ojos azules de Sanji y sonrió poco a poco, asintiendo.
Los intensos rayos de sol que se colaban entre las cortinas de terciopelo rojo impactaban de lleno sobre el rostro de Hineko, que se revolvió entre las sábanas molesta. Bostezó aun meciéndose en un ligero sopor por el sueño y se alzó en la cama, caminando hacia el baño a trompicones y frotándose los ojos cerrados. Entró cerrando la puerta tras de si y frunció el ceño sintiendo de pronto un fuerte dolor de cabeza. Se llevó una mano a la sien entreabriendo los ojos y su visión, borrosa, le mostró el cuarto de baño impoluto. Abrió el grifo y se inclinó sobre el lavabo, recogiendo el agua fresca entre las manos y hundiendo el rostro en ellas después. En seguida se sintió un poco mas despierta y agitó la cabeza, lo que acentuó el dolor. Alzó la vista para mirarse al espejo y una muchacha pelirroja de pelo revuelto y lápiz de labios emborronado le devolvió la vista. Ladeó la cabeza frunciendo el ceño al ver que aquella muchacha estaba desnuda, a excepción de unas braguitas de encaje rojas. Se observó durante un largo rato hasta que abrió los ojos de golpe y trastabillo hacia detrás.
-¡Oh, joder! ¿Pero qué...?- A punto de tropezar agarró una de las toallas y se envolvió el cuerpo con ella, llevándose una mano a la frente con aire atónito. Se apoyó sobre el lavabo de nuevo, respirando con dificultad.- ¿Qué es lo que he hecho?...- Susurró frente a la reflectante y lisa superficie que le devolvía su imagen. Cerró los ojos un largo instante y tan solo algunas imágenes se formaron confusas en su mente. Sin duda había bebido demasiado la noche anterior. Tomó aire despacio tratando de recomponerse y se acercó a la puerta, entreabriendola con suavidad, y esperando no encontrar la imagen que estaba segura de encontrar. Pero por supuesto, aquel no era su cuarto. Ni su cama. Y tampoco había dormido sola. Volvió a cerrarla profiriendo maldiciones en voz baja mientras se golpeaba la frente con una mano y sujetaba la toalla con la otra. Se sentó sobre el váter y meditó durante unos segundos. Quizá necesitaba una buena ducha para despejarse. Se deshizo de la poca ropa que le quedaba y se sumergió bajo la cálida lluvia de agua que vertía la ducha. Se lavó la cara y el cuerpo, y su larga melena roja mientras le daba vueltas a la cabeza. "Quizá no ocurrió nada." Se decía a si misma. "Estaba tan borracha que probablemente solo me quedé dormida, y por no despertarme él me dejó ahí".Suspiró, apoyando la mano sobre los azulejos húmedos de la pared. Quería pensar eso, aunque un ligero dolor en su cadera le decía que no tenía razón. Bajó la vista y observó el agua correr por su piel. Por sus piernas. Sus muslos. La suave y pálida piel del interior de sus muslos se presentaba ahora orgullosamente coronada por algunos moratones. Salió de la ducha secándose el pelo y volvió a enrollarse en la toalla. De pronto, cuando su mente se hubo despejado, recordó de golpe su situación actual. "Para ellos ya no existes.", murmuró una voz en su cabeza. Ya no tenía importancia lo que hiciera o dejara de hacer. De hecho, estaría sola de no ser por...
Dirigió una mirada a la puerta y sonrió levemente. Quizá no era todo tan malo como parecía. Poco a poco su visión de todo aquello fue cambiando hasta hacerla sonreír con un ligero rubor en las mejillas. Salió del baño procurando no hacer ruido y pisando muy suave con pies descalzos. Observó a Crocodile dormir sobre la cama, inusualmente inofensivo, y sonrió levemente. A pocos pasos de la puerta, escuchó un ligero sonido de arena y antes de poder dar un paso mas sintió como le rodeaban la cintura y la alzaban del suelo. Ella rió un poco.
-Tengo que ir a cambiarme.-
-No sin mi permiso.- Sonó a su espalda la voz de Crocodile, que la levantaba sin dificultad con un solo brazo. La colocó sobre la cama con extraña delicadeza y abrió las cortinas de la ventana, bañando la habitación de luz. Hineko cruzó las piernas observándole. -Antes deja que te traigan el desayuno a la cama, como una reina.- Sonrió.
-Oh, no tienes por qué...- dijo ella, él asintió.
-Claro, no pienso hacerlo yo. Tengo criados para algo, que nos lo traigan ellos. -Su risa grave resonó en el cuarto y ella la acompañó, riendo suavemente.- Hoy tenemos mucho trabajo que hacer, pequeña Hineko.-
La chica lo miró abrir el armario para vestirse, ataviado solo con unos pantalones negros. Se sonrió alzando las cejas observando como su pequeña cintura probablemente tenía el mismo tamaño que el bíceps de aquel hombre. Entendía de sobra el dolor en sus caderas, todo en él eran grandes cosas. Riendo se dejó caer sobre la cama, esperando a su desayuno.
***
Sanji se remangó la camisa azul, colocándose frente a Noe en mitad de la cubierta del barco. La muchacha se había quitado la camiseta quedando en bikini y un largo pareo de color violeta. Tragó saliva mirándole y el cocinero sonrió.
-No te preocupes, no voy a ir en serio.-
Dicho esto comenzó a correr hacia ella y la chica hizo lo propio. Desde el cubículo de vigía, Usopp los observaba expectante. Sanji salto haciendo un elegante giro en el aire para propinarle una patada descendente, pero para su sorpresa Noe frenó en seco haciendo una finta y agarrando con fuerza el tobillo de su otra pierna. Tiró con un gesto de esfuerzo y lo lanzó hacia atrás, haciéndolo caer boca abajo contra la cubierta, de forma algo aparatosa.
-¡Eh! ¿Qué ha sido eso, a ver?- Sanji agitó la cabeza, despejándose. Noe sonrió.
-No olvides que entrenaba con Zoro.-
Ambos se observaron y Sanji entornó los ojos poniéndose en pie en seguida.
-Vale se acabó, voy en serio.-
Usopp rió sonoramente desde arriba, lanzando un silbido de ánimo y el cocinero volvió a arremeter contra la muchacha, que esta vez lo tuvo mas difícil para esquivar sus patadas combinadas. No obstante el rubio cocinero debía tener cuidado con las palmas de las manos de la chica, cargadas de chispeante electricidad. En mitad del enfrentamiento algo silbó en el aire e impactó de lleno contra la cabeza de Sanji, que alzó la vista mirando a Usopp.
-¡Tu! ¡Cobarde! Si quieres pelear ven y baja aquí.-El tirador entornó los ojos al escuchar la palabra "cobarde" y se ajustó bien el kabuto al cinto para sujetarse al cabo de la vela mayor y bajar a cubierta deslizándose por éste.
-¡Vamos allá!- En un instante los dos se vieron asolados por una lluvia de proyectiles de índole variada, que Usopp lanzaba con puntería infalible.
-Maldito...- Sanji, cubriéndose el rostro con el antebrazo, rodó por el suelo y lanzó una patada hacia los tobillos del muchacho, que trastabilló y cayó al suelo con un gemido de molestia. Aprovechando el momento Noe corrió hacia él y saltó cargando un puñetazo que despedía chispas brillantes y cegadoras. Usopp reaccionó justo a tiempo y de forma infalible, alzando el kabuto y bloqueando su puñetazo con el. La chica se apartó despacio, jadeando. El tirador se levanto apoyándose en su tirachinas y Sanji se recostó sobre la baranda.
-Vale....un descanso.- murmuró, encendiéndose un cigarro. Usopp asintió, resoplando para adentrarse luego en los camarotes.
-Ha estado bien como toma de contacto.- Rió Noe. Sanji entró en la cocina, preparándose para hacer algo de merendar para todos. Al cabo de un largo rato de descanso sobre el césped de cubierta del Thousand Sunny, Noe-moe entró en los camarotes para darse una ducha. Encontró la puerta del cuarto de Usopp entreabierta al pasar y entró sonriendo.
-Usopp, ¿querrás volver a entrenar con nosotros cuando...?- Dejó la frase a medias al no encontrarle en su camarote. Frunciendo el ceño recorrió las demás habitaciones sin hallarle en ninguna. Rascándose la cabeza salió de nuevo a cubierta y entró en la cocina.
-Sanji, ¿Has visto a Usopp?...-
El cocinero negó, y continuó cocinando las crêpes que inundaban la cocina con su olor. A través de las ventanas de la cocina podía verse perfectamente la ciudad de Arabasta, a tan solo unos pocos cientos de metros.
***
Hineko llevaba toda la tarde sometiéndose a un durísimo entrenamiento con Crocodile. Cuando el cielo comenzó a anaranjarse con la lenta caída del sol, los jadeos de la chica denotaban que ya no daba mas de si. Él la sonrió, acariciando su mejilla mientras la felicitaba por un trabajo bien hecho. Lo cierto es que a pesar de su dureza ella agradecía aquellas pequeñas sesiones de entrenamiento, que la hacían mejorar y la mantenían distraída de la realidad. A demás el jardín trasero donde las llevaban a cabo era un hermoso oasis en mitad del desierto, donde ella gustaba de sentarse a la sombra unos instantes tras haber acabado. Cuando Crocodile se marchó, dejándola descansar, ella se sentó a los pies de una alta palmera, cerrando los ojos y tomando aire profundamente con una sonrisa satisfecha. Se extrañó al sentir una presencia frente a ella y abrió los ojos, esperando encontrarle a él de nuevo. No obstante encontró algo bastante extraño, que la hizo saltar del suelo y pegar la espalda a la planta. Delante de sus ojos, lo que ella creía que era un hombre, la observaba en silencio. Una capa roja ondeaba suavemente a su espalda, y la brillante máscara de un sol dorado relucía cubriendo su rostro. Todo su cuerpo estaba vendado, y no podía adivinar el color de su piel. Frunciendo el ceño preguntó;
-¿Q-Quien se supone que eres? ¿De dónde sales?-
-Supongo que estás confusa, bella dama.- Respondió una voz varonil, algo sobreactuada quizás, tras la máscara.- No temas, vengo en nombre de tus amigos, los Mugiwara.-
Hineko negó con fuerza.
-No se que es todo esto, pero ellos no son mis amigos. Me dejaron aquí abandonada, así que no te creo.- La chica empezaba a inquietarse y él pareció notarlo.
-¿Abandonada? Oh no, por dios, no. Ya vienen de camino a salvarte. Pero has tenido suerte...yo he llegado antes.-
-Y...¿quien eres?...- Susurró, confusa.
-Yo soy...-Tomando aire, alzó la voz.- ¡Sogeking! ¡El rey de los tiradores!- Dicho ésto comenzó a escucharse una divertida melodía, y la chica hubiera jurado que aquel tipo se estaba cantando su propia banda sonora de fondo.
-¿Rey...de los tiradores?- Alzó las cejas.- ¿Eres un héroe?- Aquel tipo asintió, extendiendo una mano para tomar la suya.
-Así es, querida mía, y he venido a por ti.- Recitó con aire grandilocuente- A arrancarte de las garras de esa bestia desalmada que te tiene presa y...-
-Espera...-lo cortó ella.- Eh...gracias por tomarte tantas molestias por mi, Sogeking...pero el caso es que yo no me quiero ir. Todo lo que tengo ahora está aquí.-
Súbitamente pareció quedarse sin palabras. Observándola a través de aquella máscara.
-¿Cómo?...-Murmuró- ¿No quieres venir?...Pero...-
Hineko negó con una sonrisa.
-Lo siento de veras...no puedo irme.- De pronto ocurrió algo a lo que no supo reaccionar. Aquel tipo, aquel supuesto héroe, tiró de su muñeca y la estrechó entre sus brazos con mucha fuerza. Y algo extraño sucedió. Una sensación familiar recorrió a la muchacha de arriba a abajo. No sabía por qué, pero aquél hombre le inspiraba mucha confianza.
-Por favor, tienes que venir...- Dijo él, a media voz, sin soltarla.- ¿Qué les voy a decir si vuelvo sin ti?...¿Qué le diré a Usopp?...Es muy amigo mio...- Hine tragó saliva, separándose con delicadeza.
-Y-yo...-observó la brillante máscara un instante, y sintió como la tomaba de las manos. Y de pronto, no sabía que hacer. Se mordió el labio indecisa y bajó la cabeza, cuando unos pasos a su derecha la sobresaltaron y la hicieron alzarla de nuevo. Crocodile caminaba hacia ellos a grandes zancadas, y con un gesto frío y depredador que ella ya casi no recordaba.
-Tu.- Su voz grave inundó el oasis.- Quien eres, y qué haces en mi tierra.-
La chica palideció al instante separándose de Sogeking, y dándole un suave empujón en el pecho.
-Corre.- Lo apremió.- Corre o no saldrás vivo de ésta. Te va a matar.-
Sogeking giró la cabeza, observándo a aquel hombre inmenso tras su máscara. Sus manos y sus piernas temblaban como flanes, pero no se movió del sitio, de hecho se colocó frente a ella, encarando a su supuesto asesino.
-Lo lamento, pero Hineko se viene conmigo.-Desenfundó un largo tirachinas verde, un kabuto, y lo plantó en el suelo frente a él.- Intenta impedírmelo si eres hombre.-
Las pupilas de Crocodile se encogieron y con tremenda rapidez Sogeking lanzó una ráfaga de proyectiles, que impactaron de lleno sobre el corpulento hombre. Pero nada ocurrió, salvo que éste sonrió, y los proyectiles le atravesaron como si fuera arena. Porque eso mismo era, arena. Sogeking tragó saliva y Crocodile lo alzó del suelo por el cuello de su capa roja.
-Acabas de cometer un error fatal, muchacho.- Alzó el garfio y los últimos rayos de sol despuntaron brillos dorados de él. El chico cerró los ojos bajo la máscara pero Hineko gritó antes.
-¡No!...Espera, por favor no le hagas daño.- Jadeaba alarmada. Crocodile la observó descontento.- Deja que se marche...yo me quedaré contigo.- Él mantuvo la mirada, con gesto serio.- Lo juro. -Afirmó ella con seriedad, alzando la mano hasta colocarla sobre su brazo, instándole a dejarle en el suelo.- Contigo. Para siempre.-
Hine tragó saliva, observando a ambos alternativamente. Finalmente Crocodile lanzó al héroe varios metros de distancia sobre la arena, y señaló al horizonte. Sogeking no tuvo mas remedio que obedecer. Dio la espalda a los dos apretando los dientes, conteniendo un gesto de rabia bajo la máscara. Guardó su kabuto y observó de reojo a la chica pirata.
-Lo siento gata de fuego...pero tendrás que romper tu promesa.- Dicho esto echó a correr hacia el desierto. Hineko lo observó, hasta que su figura, con su capa ondeando tras él, desapareció en el horizonte.
martes, 19 de marzo de 2013
Reyes, corazones y un secreto bajo la cama.
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"A partir de aquel día, las cosas iban a cambiar". |
La noche ya era cerrada sobre Arabasta, y cubría la ciudad con un manto de estrellas para cuando Hineko y Crocodile hubieron salido del teatro. La muchacha calculó que la hora debía pasar ya la media noche, pero no parecía que su acompañante fuera a llevarla de vuelta a casa aún. En vez de eso, la guió por los callejones, bañados con las cálidas luces que se desparramaban sobre la calzada desde las ventanas de las pequeñas casas y los establecimientos. Ella observaba curiosa los locales que cruzaban a su lado, tamborileando con los dedos sobre la dorada superficie del garfio de Crocodile, sobre el que tenía apoyada la mano. Su marcha se interrumpió frente a un pub de aspecto aparentemente corriente. Alzó la vista confusa, y él le devolvió una ligera sonrisa mientras empujaba la puerta frente a ella. Los ojos verdes de Hineko se iluminaron ante el fulgor que un fuego crepitante, en una gran chimenea, proyectaba sobre todo el local. Paseó la mirada aquí y allá, observando las jarras frías de cerveza que se deslizaban sobre la barra, y que un sonriente tabernero servía con tesón. En una esquina unos cuantos niños reían, jugando con peonzas de madera bañadas en distintos colores vivos. Su vista se paró sobre el circulo de gente formado en el centro del establecimiento. Una música viva y animada imbuía toda la habitación, y las palmas y coreos del círculo de personas seguían su ritmo. Dentro de él, unas cuantas parejas, compuestas tanto por chicos como por chicas, bailaban resueltas al son de la melodía. Crocodile alzó la mano recibiendo de la barra una de las muchas jarras de cerveza que se servían, y se sentó en un amplio sillón de cuero negro que parecía especialmente colocado para él en aquel lugar. Hineko le miró, y él sonrió aún mas. Hizo un cabeceo hacia el animado círculo de jóvenes mientras alzaba su bebida, tomando un trago. La navegante negó un poco con una tímida sonrisa, pero antes de que se diera cuenta una de las muchachas que andaban bailando en el local tiró de su muñeca, y de pronto se vio en el centro de todas las miradas. Algo confusa tragó saliva, demasiado nerviosa para poder seguir siquiera la alborozada canción. Aquella chica, joven y de pelo castaño, que pirueteaba en perfectos bucles sobre sus hombros, la sujetó de las muñecas y la ayudó a seguir sus pasos.
-E-espera...- Alzó la voz Ginger, observándola mientras negaba efusivamente- ¡y-yo no se bailar ésto!--¡Todo el mundo sabe bailar en el Desert Pearl!- Le sonrió ampliamente, tenía unas mejillas rosadas y salpicadas de pecas. La pirata rió un poco, observando los pies de la joven, que se movían en perfecto compás con la música. - ¿A caso no lo notas? -
-¿Notar el qué?- Frunció el ceño, acercándose a ella para oírla mejor.
-En tus pies...¡Relájate!-
Entonces supo a qué se refería. Ese cosquilleo en los pies. Aquella música llenaba su corazón de alegría y avivaba su alma de dentro a fuera, produciéndole unas ganas incontenibles de bailar. Una sonrisa involuntaria se dibujó sobre sus labios cuando casi sin quererlo ya se encontraba danzando al igual que los demás. Desde su asiento, poco mas atrás, Crocodile sonrió sobre el borde de la jarra, con la vista fija en la chica pelirroja que daba vueltas y vueltas con perfecta elegancia y soltura. Su cabello antes anudado en un perfecto recogido, se agitaba ahora al son de sus pisadas, y la luz del fuego lo hacía centellear como si ardiera en llamas. La observó desprenderse de sus zapatos de gala y anudarse el vestido en la cintura, dando espacio para que sus piernas, largas y sedosas, de piel clara como el marfil, danzaran libremente provocando la atención de todas las miradas. Las palmas al son de su baile resonaban mucho mas fuertes que antes, y aquí y allá los vasos de distintos licores dulces pasaban de mano en mano. Y cuanto mas bebía, mas feliz y animada parecía. No recordaba haberla visto así jamás, pensó, mientras se acariciaba el mentón con una mano repleta de anillos. Brillaba con luz propia, como un ángel de cabello rojo.
El círculo de personas se abrió y una sonriente y sonrojada Hineko se aproximó a él, tomándole de la mano y tironeando de ésta. Quería que bailara con ella. Crocodile le dedicó una sonrisa y negó despacio. Ella rió, esbozando un gesto de lástima. Antes de que le soltara la mano un muchacho, alto y de pelo rubio, la tomó de la cintura y tiró de ella pareciendo aceptar por él la oferta. Su vista la siguió hasta el centro del corro de gente, donde ahora brincaba y bailaba entre risas, junto a aquel chico, que la hacía dar vueltas al ritmo. Frunció el ceño observando sus dedos firmemente apretados a la cintura de la chica. Se alzó poco a poco cuan alto era de su sillón, y se acercó a Hineko tomándola del antebrazo e interrumpiendo así de golpe la danza.
-Creo que ya es hora de que volvamos...- No necesitaba alzar la voz, su tono grave llegaba perfectamente a los oídos de ella, que le devolvió la mirada un instante y asintió con una obediente sonrisa. Abrió la puerta para que Hineko, con sus zapatos en la mano, saliera primero. Antes de abandonar el local, Crocodile giró la cabeza levemente y dirigió una breve pero fría mirada al muchacho de pelo dorado, que retrocedió por instinto, y se marchó cerrando la puerta tras de sí.
***
Mientras recorrían el pasillo de habitaciones de casa, Hineko aún mantenía una sonrisa dibujada en el rostro. Cuando Crocodile paró frente a la puerta de su habitación y la muchacha siguió adelante para ir a la suya, éste la sujetó de la muñeca con suavidad y la atrajo hacia sí, haciéndola pasar junto a él.
-Espera, espera...ven aquí.- La instó, avanzando hacia el fondo de la habitación donde descansaba un elegante y pequeño armario de caoba, repleto de botellas con distintos licores.
La muchacha accedió a pasar junto a él y cerró la puerta, para que así la calidez de la habitación no se escapara.
-Tu habitación es mucho mas agradable que la mía...-murmuraba, observándolo todo hasta dejarse caer sentada sobre el borde a los pies de la cama.- En ésta no hace frío.-
-Puedes quedarte aquí si así lo deseas...- Le contestó él, de espaldas a ella, mientras rellenaba un par de copas con un líquido ambarino de aroma dulzón. Al haberse sentado, Hineko sintió de golpe los efectos de todo el alcohol que había estado bebiendo hacía un rato en el pub. Su vista estaba algo borrosa, y se sentía mareada. A pesar de ello, no podía evitar sentirse animada, llena de una felicidad que le recorría todo el cuerpo. Se observó los pies sonriente, balanceando las piernas. Una bonita pulsera dorada tintineaba en su tobillo izquierdo. Alzó la vista al sentir como Crocodile se sentaba junto a ella, ofreciéndole una copa que ella no rechazó por pura cortesía. Sonriéndole desplazó la vista hasta el fuego en la chimenea y sorbió un poco de su bebida.
-Lo he pasado muy bien esta noche...-susurró tras unos minutos- Muchas gracias...-
-No tienes por qué dármelas.- contesto con ademán obvio- Puedo permitirme darte lo que quieras...cualquier cosa. Ya te lo dije.-
-Si...cualquier cosa...-Le mantuvo la mirada y sonrió de medio lado- Pero tener de todo no vale nada si no tienes con quien compartirlo.-
-Yo si tengo con quien compartirlo.-Apuró la copa y la miró ladeando la cabeza con gesto significativo. Hine bajó la vista con una tímida sonrisa.
-No se aprende el valor de tener a alguien a tu lado, hasta que no tienes a alguien que perder...- Susurró, dando vueltas al contenido de su copa. Crocodile se inclinó despacio hacia ella, consiguiendo que la chica volviera a mirarle.
-Tienes mucha razón. Hineko...- Sintió a la muchacha tragar saliva entre insegura y expectante.- Tenerte aquí me ha hecho ver lo poco que vale todo lo material si no lo disfrutas con alguien...-Mientras hablaba torció levemente el gesto, mirándola- Y al principio no me gustaba. Sentir que todo lo que he conseguido tiene tan poco valor...pero soy un hombre adulto. Y he llegado a ver algo mas...al estar tu, lo que poseo vale aún mas. Porque puedo dártelo a ti. No mentía en absoluto al decirte que te colmaría con los caprichos propios de una reina.-
-Creemé...- Murmuró ella con una triste sonrisa- Tras perder de golpe todas las personas que eran importantes para mi, las cosas materiales solo me alegran momentáneamente...pero...-Guardó silencio, mordiéndose el labio inferior.- Todo cambia si pienso que es posible que tenga a alguien a mi lado a quien de veras le importo.-
Crocodile sonrió.
-Hablas muy bien para una persona que ha bebido varias copas de más.- La muchacha rió junto a el, sonrojándose levemente.
Pasó un largo rato, durante el cual tan solo se escuchaba en la habitación el crepitar del fuego. Entonces él se levantó, y colocó un disco en una gramola dorada que inundó la estancia con una música suave y agradable que llegó a los oídos de la muchacha y la hizo sonreír. Crocodile le tendió la mano frente a ella, y le devolvió la sonrisa.
-Ven, ahora sí voy a bailar contigo...-
La chica se levantó con delicadeza de la cama, alzó la vista y le encontró tan alto en comparación con ella que dudaba que las manos le llegaran a sus hombros. Él le rodeó la cintura casi por completo con una sola mano y la alzó un poco, obligándola a colocarse sobre sus pies.
-Te preguntaría si te molesta que te pise, pero lo veo ridículo...-rió ella.
-Te lo pongo muy fácil pequeña.-
De ésta forma, Hineko tan solo tuvo que apoyarse sobre él, y dejarse llevar. Con la mejilla reposada sobre el amplio pecho de Crocodile, el sonido de los latidos de su corazón se mezclaban con la melodía de la música.
-Así que tienes corazón después de todo...- rió muy levemente la muchacha, entornando los ojos con suavidad.
-No, que va.- Ella alzó la vista para mirarle, y los ojos verdes de ambos se cruzaron.- Lo tienes tu. Aunque no se si una reina como tu querría algo tan oscuro y estropeado como mi corazón.-
La chica se colocó de puntillas sobre sus pies y él paró de moverse.
-Una verdadera reina necesita a su rey junto a ella...-
Rodeando la cintura de la joven con el brazo la alzó aún mas hasta que sus pies quedaron suspendidos sobre el suelo, y su rostro a su misma altura. Y esta vez, fue ella quien lentamente colocó las manos sobre sus hombros y se acercó poco a poco a él hasta que sus respiraciones se cruzaron y sus labios, suavemente, se encontraron.
***
Franky llevaba toda la noche trabajando en el Thousand Sunny, y aún cuando hubo amanecido, los sonidos metálicos, golpes y chirridos que profería seguían perturbando el sueño de sus compañeros. Fue por ésto que todos estuvieron ya despiertos bien temprano en la mañana. El aceite chisporroteaba en la sartén mientras Sanji cocinaba un desayuno que filtraba un delicioso aroma a través de las puertas de la cocina. Sentados a la mesa, Zoro y Chopper esperaban somnolientos la hora de la comida. Usopp los acompañaba, trazando planes y escribiendo cosas en un extremo, silencioso y concentrado. En el taller, ayudando a Franky con su trabajo, Ox y Noe conversaban de vez en cuando. El muchacho le preguntaba cosas sobre la navegante de vez en cuando, y ella contestaba, puesto que eso la mantenía distraída, y prevenía que pensara en otras cosas. Bounty, que resultó ser un muy habilidoso mecánico, había creado junto al ciborg la manera de conseguir que el Thousand Sunny navegara sobre la arena, como si del mar se tratase. No obstante, era difícil y costoso, y les estaba conllevando mas trabajo del esperado. Para cuando el navío hubo estado listo, el sol ya se escondía de nuevo en el horizonte. Todos habían devuelto sus objetos personales a sus camarotes, y Noe balanceaba las piernas sentada sobre su cama. "Otro día de retraso." pensó para sí. Se colocó el pijama y salió de camino al baño para lavarse los dientes y estar lista para dormir. Cuando avanzaba por el pasillo, unos ruidos captaron su atención, y advirtió una franja de luz que se escapaba desde la puerta del camarote de Usopp. Frunciendo el ceño se acercó con pasos silenciosos y miró por la rendija abierta de la puerta, observándole arrodillado junto a la cama. Desde ahí no podía ver nada claro, asi que abrió la puerta de pronto esbozando una gran sonrisa.
-Buenas noches Usopp-kun.- Alzó la mano, saludándole. Usopp dio un resbalón al levantarse de golpe y cayó de espaldas contra su escritorio, creando un verdadero desastre y desparramando todas las hojas que había sobre él. Se puso en pie a toda velocidad con una risa que trataba de disimular pobremente sus nervios y empujó rápidamente algo bajo su cama. Noe dirigió una fugaz mirada pero solo pudo ver un extremo de tela roja sobresaliendo bajo ésta.
-¿Q-que haces tu aquí Noe-chan?- continuó riendo el tirador. Noe-moe le devolvió la sonrisa.
-¡Darte las buenas noches!...¿qué estabas haciendo?- ladeó la cabeza y Usopp negó rápidamente, colocando las manos sobre sus hombros y empujándola suavemente fuera de la habitación.
-Nada, nada, solo recogiendo el cuarto, despejando cosas ya sabes...-Hablaba muy rápido, y muy seguido. Noe parpadeó sin comprender.- En fin, gracias por saludar, que duermas bien!-
Seguidamente cerró la puerta frente a ella y la luz del cuarto se apagó. La muchacha frunció el ceño. "Muy extraño, si señor." Se dijo. Entró al baño acariciándose la nuca y reflexionando sobre la extraña escena que había vivido. En él, ya estaba Sanji, vistiendo una camiseta azul de mangas cortas y unos calzoncillos de corazoncitos mientras se cepillaba los dientes con gesto de profundo sueño. Tanto que al verla tan solo alzó la mano en ademán de saludo. Noe le observó de arriba a abajo, se encogió de hombros y añadiendo pasta a su cepillo de dientes, comenzó a lavarse éstos. Poco a poco Sanji la miró de reojo, y ella hizo lo propio. Al verle así, todo despeinado, con esa ceja en forma de espiral, toda la boca llena de espuma y semejante cara de sueño, no pudo evitar comenzar a reír de forma imprevista. El cocinero, al ver a la muchacha escupiendo en el lavabo entre risitas se echó a reír junto a ella.
-¡Has llenado el espejo de espuma!- Balbuceó entre risas y pasta con sabor a menta. Noe, secándose ahora la cara con la toalla le sacó la lengua sonriente.
-Nada es peor que tener esa pinta tuya, ero-cook.- Sanji rió aun mas fuerte, ahora enjuagándose la boca. La muchacha le observó con las manos sobre las caderas y extendió los brazos.
-¿Un abrazo?...-
Sanji esbozo una suave sonrisa, con un toque algo triste en el fondo de sus ojos azules, y le concedió un fuerte abrazo a su amiga.
-La vida no nos trata demasiado bien últimamente, ¿eh?- Murmuró ella, estrechando con fuerza la estrecha cintura del cocinero, que negó dándole la razón.
-Pero se pasará...ya lo verás.- Se separo despacio y revolvió el flequillo de la chica, que tapó sus ojos momentáneamente. Noe sopló hacia arriba colocando su flequillo de nuevo en su sitio adecuado con una pequeña risita.
-Gracias Sanji-kun...- Éste le guiñó un ojo con complicidad.
-No te preocupes...buenas noches Noe-san.-
Cuando Sanji salió del baño, ella se miró un segundo al espejo. Vió su rostro mas pálido de lo normal, las ojeras incipientes de no descansar. Bajó la vista y de pronto le dio la sensación de estar en los huesos. Negó fuertemente, diciéndose a sí misma que debía recomponerse de una vez. A partir de aquel día, las cosas iban a cambiar. Y ella haría que cambiaran para bien.
lunes, 11 de marzo de 2013
Cada corazón tiene un dueño; Besos regalados, besos robados.
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"¿Sabes qué es lo mejor de la ópera?...Cuando es aburrida..." |
Los días se arrastraron lentos, tanto que Hineko no estaba segura de si había pasado una semana, o un mes. En cualquier caso tampoco le importaba. Se paseaba por la casa erguida pero ausente, dibujando una sonrisa al sentarse frente a Crocodile en cada comida del día. Pero él no era un hombre ingenuo, y nada de lo que ocurriera en el interior de la mente de la muchacha escapaba a su vista. Le bastaba tan solo una mirada profunda a sus ojos apagados para saber como se sentía. Una noche, algo antes de la hora acostumbrada para la cena, se sorprendió a si mismo divagando sobre formas de animar a la joven. Frunció el ceño frente a su reflejo en los cristales fríos de la ventana. Si ella no era feliz, no tendría motivos para quedarse a su lado. Desprendió las cenizas de su puro con un toque suave del dedo índice y se colocó el abrigo sobre los hombros, saliendo de la estancia. Carraspeó levemente y golpeó suavemente con los nudillos la puerta del cuarto de la navegante. No obtuvo respuesta en seguida, pero al cabo de un rato ella le cedió el paso enfundada en una larga bata de seda roja. Crocodile inspiró hondo y trabajó la sonrisa mas animada que era capaz de esbozar.
-Buenas noches princesa. Tengo grandes noticias...- A pesar del entusiasmo conque él trataba de impregnar sus palabras, la chica no perfiló mas que una sonrisa de cortesía, no obstante le escuchaba con la misma atención que siempre. Él le alzó la barbilla con la mano y la miró mas fijamente.- Arréglate, ponte guapa, esta noche tenemos un lugar importante al que ir.- Hineko asintió levemente y se giró para darle la espalda al quitarse la bata que deslizó suavemente por sus hombros y bajó rozando las curvas de su cuerpo con un sonido siseante.
-Desde luego, Crocodile-sama...- Éste alzó poco a poco la ceja derecha observando a la chica esconderse tras la puerta del armario en ropa interior, para comenzar a vestirse.- Y...¿a donde vamos a ir, si puedo preguntar?-
-Es...una sorpresa. Solo espero que mejore ese ánimo taciturno que arrastras desde hace algunos días...- sonrió algo mas y salió del cuarto.- Te esperaré en la entrada.-
Hineko asomó la cabeza por la puerta del armario, observándole marchar y colocándose unos bonitos tacones negros y el abrigo. Mientras salía en su busca, el pensamiento de qué se traería el hombre entre manos cruzó su mente fugaz como un rayo. Acabó de recorrer la alfombra roja que coronaba la entrada y tomó la mano que Crocodile le tendía frente a la puerta abierta. Afuera, la noche ya había caído sobre el desierto y las dunas de arena brillaban silenciosas a la luz de la luna. Los ojos de la chica se inundaron de la hermosa vista, y ésto la hizo sonreir, ésta vez con sinceridad.
-¿Te gusta el desierto?...- Murmuró la voz grave de él, junto a ella.
-Si...es realmente hermoso.- La muchacha alzó la vista para mirarle al contestar, manteniendo la sonrisa.
-Él piensa lo mismo de ti.- Le devolvió la mirada enarcando las cejas y la vio fruncir el ceño, sin comprender del todo, riendo levemente. Extendió el brazo para que se abrazara a él. Hineko ya empezaba a acostumbrarse a la forma que tenía aquel hombre de desplazarse libremente, y cuando la arena la envolvió y sintió sus pies alzarse del suelo, ella simplemente cerró los ojos y se aferró con fuerza.
Volvió a elevar los párpados al notar las puntas de los pies rozar el suelo, depositándose finalmente en éste. Observó el imponente e impoluto edificio que se erguía ante ella, realmente majestuoso.
-¿Un teatro?- Le miró, y Crocodile le tendió el brazo. Ella respondió reposando la mano suavemente sobre éste, y comenzó a caminar tras él. A medida que se internaban en el lugar los ojos de la muchacha captaban maravillados el decorado de la sala. La lámpara que iluminaba el teatro era tan grande que le costaba creer las dimensiones reales de aquella araña dorada repleta de brillantes cristales. Las butacas de terciopelo rojo descansaban cuidadosamente ordenadas frente al escenario, algunas ya ocupadas, otras esperando a que alguien se sentara sobre ellas para disfrutar del espectáculo. Sintió que Crocodile la miraba, y se obligó a despegar la vista.
-Ésto es precioso...- Susurró. Él asintió en respuesta, señalando hacia arriba, donde esperaba el palco, alto y completamente vacío.
-Si, pero nosotros vamos allí.-
Mientras subían las escaleras de camino a sus asientos, comenzó a sentir una ligera emoción, un leve nerviosismo que correteaba por su estómago. No recordaba haber estado jamás en un teatro tan increíble, y mucho menos en un palco.
-¿Eso que noto son nervios?.- Le susurró, ofreciéndole asiento. Hineko tragó saliva sentándose con una sonrisa nerviosa.
-Esque nunca he estado en un lugar así antes...-
-Entonces está funcionando.- Contestó satisfecho. Alzó un par de copas llenas de vino que reposaban sobre una bandeja plateada, en una mesa junto a ellos. Le ofreció una de ellas, que la chica aceptó agradecida.
-Gracias por traerme aquí. Realmente es emocionante.- Le miró de reojo y dio un pequeño sorbo de vino, sintiendo como el dulce líquido rojizo rozaba sus labios.
-No tienes por que dármelas. Es un placer.-
Cuando las luces se desvanecieron y el escenario se iluminó frente a ella, Hineko aferró su copa conteniendo durante un momento la respiración. Todas las artes la habían fascinado siempre, tanto la pintura, como la música, y tantas otras. La ópera era larga, pero ella empezó disfrutándola realmente. Sus ojos no se separaban de los actores, que interpretaban sus papeles de forma impoluta. No obstante, a medida que la obra avanzaba su cerebro comenzaba a distraerse de forma inconsciente, sorprendiéndose a veces al encontrarse mirando el fondo de la copa, con la mente repleta de recuerdos que ahora la atravesaban dolorosamente como dagas. Sintió que Crocodile se movía junto a ella, y escuchó su voz murmurando.
-¿Qué ocurre, te aburres?- Ellá negó tan pronto como pudo, obligándose a sonreir mientras su mirada se hundía en el vino de su copa, que sus dedos sujetaban inquietos.
-No...no...está genial...-
-Te aburres. Pero te diré una cosa...¿Sabes qué es lo mejor de la ópera?- Le preguntó, inclinándose hacia ella con una sonrisa. Hineko negó, y alzó entonces la vista para mirarle, encontrándole de pronto mas cerca de lo que había pensado y quedándose sin palabras que responder.-...Cuando es aburrida. -Sintió las palabras dichas directamente sobre sus labios, y la mano que la acercaba despacio desde la nuca hasta juntarlos con los de él en un beso. Su mente estalló en un vórtice de confusión y nervios para quedar repentinamente en blanco, y la copa se resbaló entre sus dedos, cayendo sobre la moqueta con un sonido sordo y derramando su contenido a los pies de la chica. Sus párpados cayeron solos y sintió el pecho bajar en un suspiro que escapó sin permiso de sus pulmones. Cuando tomó aire de nuevo, el dolor que vivía en su pecho se había transformado en un calor intenso. Como el del desierto. Todos sus sentidos quedaron obnubilados, y lo único que pudo notar entonces fue esa calidez...
***
Tras varios días de arduas deliberaciones y planes desechados, los Mugiwara habían llegado a un acuerdo para ir en busca de su navegante. Bounty acompañaría a Noe-moe, Luffy y Ox hasta el paradero de Crocodile, ellos serían el grupo principal. El grupo de apoyo estaría compuesto por Sanji, quien no permitía que le dejaran atrás en éste cometido, Zoro, que no había accedido a ir en el primer grupo, y Chopper, como médico auxiliar. Vigilando para asegurar una huida perfecta se quedarían atrás Franky, al timón del Thousand Sunny, Brook, y Usopp. Todos parecían estar de acuerdo con el papel que desempeñaban en aquel plan, por tanto aquella noche, tras concluir la reunión, todos cenaron y se marcharon a dormir pronto. Debían acumular fuerzas para la travesía, y en caso de que debieran luchar cuando localizaran a Hineko. Sanji había estado entrenando duro junto a Noe, ambos pensaban que si aquel tipo la había secuestrado no iba a devolvérsela tan fácilmente, y tenía fama de ser verdaderamente poderoso, por ello debían ir prevenidos.
Las agujas del reloj tocaron las 12 de la noche en la mesita junto a la cama de Noe-moe. No había conseguido conciliar el sueño en varios días, y los ronquidos de Luffy la mantenían aún mas despierta. La angustia que se había apoderado de su corazón no la iba a abandonar, y ella lo sabía. Cada noche enterraba el rostro en la almohada y sus lágrimas la impregnaban hasta que ésta quedaba completamente empapada. Aquella noche había sido diferente. Sentada sobre la almohada, con la espalda apoyada en el cabecero de la cama y los brazos rodeando sus piernas, había observado el vacío durante horas. Estaba asustada. Estaba tan asustada, que no podía llorar. La idea de que algo pudiera ocurrir durante la misión la torturaba. Ésto no le había pasado nunca, él siempre le daba fuerzas para enfrentarse a situaciones de vida o muerte. Pero esta vez no era así. Se sentía débil y desprotegida. Si perdía la vida en aquella incursión sintiendo que él aun la odiaba, su alma no descansaría en paz jamás. Apoyó la frente sobre las rodillas y cerró los ojos entre temblores. No quería perderle para siempre. Prefería morir entre sus brazos que vivir sintiendo como le esquivaba la mirada cada día. Haciendo acopio de fuerzas se levantó de la cama y salió al pasillo. Sintió las baldosas frías bajo sus pies y encogió los dedos un poco. Tragó saliva y caminó hasta estar frente a la puerta de madera de la habitación de Zoro. Alzó una mano y apoyó la palma lenta y suavemente sobre la superficie, suspirando.
-¿Vienes a hablar?- La voz que llegaba serena desde el otro lado de la puerta la sobresaltó un poco, y alzó la cabeza de golpe para observar la puerta. Casi podía sentirle en el lado contiguo, con la espalda apoyada donde ahora reposaba su mano.
-S-si... quiero hablar. Creo que te debo una disculpa...y una...explicación.- La muchacha trataba de empujar las palabras fuera de sus labios, pero éstas se atropellaban en su lengua, haciéndola titubear.
-Cómo pudiste entregarle tu corazón a ese monstruo?...- Noe se mordió el labio, negando a medida que la voz de Zoro se filtraba a través de la puerta.- Todos sabemos las cosas que te hizo. El viento llevó tus gritos hasta mi, y a pesar de ello tu...- Golpeó la madera desde el otro lado, y la chica se sobresaltó, conteniendo las lágrimas- No te miraría de forma distinta por aquello, si no supiera que tu, encima, disfrutaste de su "compañía".
Aquella última palabra salio envenenada entre los labios del espadachín, y la muchacha rompió a llorar.
-¡No es cierto! ¡Sufrí terriblemente en aquella celda, y tan solo el sonido de sus pasos me asqueaba, te lo juro!-
-Pero tus ojos derramaron lágrimas al saber que no volverías a verle, ¿no es cierto?...-
Noe cayó al suelo de rodillas, cubriéndose el rostro con las manos mientras sus lágrimas se escapaban entre sus dedos.
-Yo no le amo...- Murmuraba en un llanto entrecortado.- Mi corazón es tuyo....mi corazón es tuyo...-
Su voz se fue apagando a medida que hablaba, y la puerta se abrió lentamente frente a ella.
-No al completo...- Le susurró Zoro, con tono calmado.- Volveré a entregarte el mío cuando demuestres que él no posee al menos un fragmento del tuyo...-La sujetó de las muñecas arrodillándose frente a ella, y separó sus manos para observar su rostro empapado en lágrimas. Posó un beso leve pero significativo sobre sus labios, y volvió a incorporarse con parsimonia.- Hasta entonces...no seré yo quien te acompañe en la travesía.-
La puerta volvió a cerrarse y sus pasos se perdieron en el interior de la habitación. Noe permaneció sentada sobre el frío suelo, inmóvil durante varios minutos, con los brazos caídos a ambos lados del cuerpo. Cuando sus ojos se hubieron secado, se alzó para volver a su cama, y se paró frente a la ventana. Observó larga y profundamente el cielo estrellado. Ya no sentía angustia, tan solo dolor. Pero sonrió para sí con tristeza. Su dolor tenía remedio ahora que sabía lo que debía hacer para recuperar al verdadero dueño de su corazón...
...
"Te olvidaré." Susurró.
***
Encaramado en lo mas alto del tejado del hotel, Ox observaba la luna llena, dejando que ésta bañara su piel con su luz pálida. Se sentía desvelado e inquieto, y su instinto le decía que se aproximaba un gran peligro. Su cola de demonio se balanceaba a derecha e izquierda a su espalda, nerviosa. Cruzó los brazos y frunció el ceño, deseando que aquel tipo no hubiera lastimado a la muchacha. Algo en el fuego que dormía en la mirada de sus ojos verdes había captado su atención de una forma increíble. Sonrió de medio lado, dejando entrever sus colmillos afilados, y pensó.
"Espero por tu bien que no te hayas atrevido a ponerle un dedo encima...porque te aseguro que allí donde te escondas te encontraré. Y si te encuentro, te arrepentirás. Si la encuentro...la arrancaré de tus manos y me la llevaré conmigo."
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