jueves, 8 de agosto de 2013

El fuego que arde con nuevas fuerzas

El cielo estaba despejado, reflejado en el azulado mar que empujaba al Thousand Sunny en su travesía, con un lento y agradable balanceo. Tan solo el sol adornaba el cielo, ni una sola nube se paseaba por él arrastrada por la brisa. Chopper, Ox, Brook y Luffy jugaban a las cartas sobre una pequeña mesa de madera, sentados en el suelo y muy animados. Franky sostenía el timón entre las manos, dejando que el navío siguiera su propia ruta pues aun no tenían un rumbo. Sin navegante, no hay rumbo. En lo alto del castillo de popa, el tintineo metálico de las pesas revelaba que Zoro estaba entrenando ya de mañana. Sanji salió de la cocina portando en la mano una redonda bandeja plateada, con una porción de tiramisú para cada uno como desayuno, que fue repartiendo entre todos los presentes para seguidamente sentarse tranquilamente en un barril en cubierta y fumar un cigarrillo en silencio. Noe se acercó a él, apoyándose en el barril contiguo mientras saboreaba una cucharada del delicioso postre.
-¿Qué le ocurre a Usopp?- Dejó caer la pregunta señalando al muchacho que, sentado en la baranda del barco, llevaba ya horas inmóvil, con la caña de pescar en la mano y sin sacar un solo pez. Su pelo rizado se balanceaba ligeramente al viento.- No ha dicho nada en todo lo que va de mañana y tiene una cara tan larga que casi le arrastra.-
Sanji se encogió levemente de hombros, dejando salir el humo de sus pulmones.
-Hineko-chan está muy enfadada con él porque dijo algo que no debía.- Noe frunció el ceño, meditando sus palabras.
-¿Ayer?- Preguntó. El cocinero asintió ante su pregunta.
-Por la noche. Salió por un momento de su camarote.-
La muchacha asintió poco a poco, con un pensativo balanceo de cabeza. Poco a poco sonrió acabando su desayuno y alzó los brazos estirándose.
-Me apetece un baño...- dijo con voz animada, deshaciéndose de su pareo morado de tela suave y semitransparente, para quedar completamente en bikini- ¿Vienes? -
Sanji apagó su cigarro contra la madera del barril, dejando un pequeño círculo de tizón en el.
-Esta bien, por qué no. Me cambiaré y ahora vengo.- Dicho esto se apresuró a entrar en el pasillo de camarotes para cambiar su traje negro por un bañador.
Mientras tanto, cerca de la baranda de cubierta, Noe estiraba un poco los músculos antes de lanzarse al mar. Observó a Bounty, apoyado contra el mástil de la vela mayor, haciendo pesas con su nuevo brazo biónico.
-¡Eh Bounty!- La chica hizo un cabeceo hacia el agua, invitándole a bañarse con ella con una amplia sonrisa.- Puedes mojarte, ¿o te dará un cortocircuito?-
Viendo a Noe reír ante el comentario esbozó una media sonrisa, quitándose la camiseta, los zapatos y los pantalones. Debajo llevaba un bañador negro y amarillo.
-Compruébalo tu misma.- Dijo, echando a correr y saltando sin mas por la borda, provocando una gran salpicadura que perló de gotas de agua de mar el brazo y una mejilla de Noa, que reía aun mas al verle. La muchacha bajó poco a poco por la escalera de cuerda y madera, y procuró mantenerse sujeta cuando su cuerpo entró en el agua.
-Ya casi lo había olvidado.- Dijo Bounty, nadando libremente entorno a ella. Para vivir en el desierto, nadaba con mucha soltura- Eres usuario de la fruta. -Estiró los brazos y tomó las manos de Noe, que algo insegura se soltó de la escalerilla- Sujétate a mi, así podrás nadar conmigo.-
La chica, algo torpemente, se acercó hasta él y le rodeó el cuello, apoyandose para no hundirse.
-Ah~...me gusta el agua pero ahora mismo no tengo fuerzas en absoluto.- Dio una suave risita, mirándole algo azorada por no poder nadar como él.
-No te preocupes, no te soltaré.- Las manos de Bounty sujetaban firmemente la cintura de ella, sin dejar que se hundiera.
El agua era agradable y poco revuelta ese día, casi cálida. Se podían sentir los pequeños pececitos tropicales pasar nadando entre los pies, rozándolos suavemente de vez en cuando. Cuando Sanji volvió a cubierta, ya ataviado adecuadamente para el baño, se acercó a la baranda a observar la pequeña clase de natación que estaba teniendo lugar en el mar, con una leve risa, sin percatarse de que en la baranda contigua, Usopp ya no estaba, y la caña de pescar yacía en el suelo.

***

La ventana del camarote de Hineko se balanceaba de forma casi imperceptible, entreabierta y dejando entrar la brisa y un cálido rayo de luz que acariciaba el escritorio de la navegante y el suelo de madera pulida del cuarto, iluminando las pequeñas volutas de polvo que flotan en el aire. Sobre la silla de madera frente al escritorio, sentada de forma ladeada, observando la luz proyectarse en el suelo, Hineko guarda silencio sumida en un mar de complejos pensamientos. Sobre sus piernas, delicadamente cruzadas, descansan sus manos, una sobre la otra. El sol arranca los destellos de los anillos que adornan sus largos y delgados dedos de piel clara y suave. Las joyas habían permanecido con ella durante todo éste tiempo. Distraídamente las acariciaba con el pulgar. Hermosos objetos que guardan preciados recuerdos. La yema de su dedo recorría lenta e involuntariamente los hermosos detalles dorados, las brillantes gemas púlcramente talladas. Alzó la vista de sus ojos verdes, mas brillantes y de un color mas intenso que cualquier piedra preciosa, mirando al cielo largo rato. El rumor de las olas la tranquilizaba. Un suave sonido siseante llamó su atención, y al girar la cabeza descubrió un pequeño sobre blanco, a los pies de la puerta. Alguien lo había pasado por debajo. Con parsimonia se alzó de su asiento y avanzo hasta tomar el sobre entre los dedos y abrirlo poco a poco, revelando su contenido. Dentro había una carta, de papel blanco y escrito con tinta dorada.
"Abre la puerta a tus sueños" decía únicamente. Una sola frase en el centro del folio, escrito con una bella caligrafía. Alzó la vista, mirando la puerta, y lentamente, algo dubitativa, colocó la mano sobre el pomo, lo giró y dejó que la puerta se abriera con un leve crujido de madera. En el umbral, en mitad del pasillo, había un individuo que reconocía pero que aún así no conseguía situar en sus recuerdos. La luz se coló por la puerta, y arrancó un brillo dorado de su máscara con forma de sol.
-Sogeking...- Dijo, casi de forma involuntaria, en un hilo de voz. Los recuerdos estaban ahí, a pesar de que su mente fuera confusa y nebulosa. Pero le conocía. Era aquel héroe que había tratado de salvarla hacia ya varios días.
Sin decir nada, comenzó a dar pasos hacia adelante, y Hineko retrocedió despacio, un paso por cada uno de los que daba él, hasta que ambos estuvieron en la habitación. Sogeking cerró la puerta tras el, con la mano, sin girarse y manteniendo la vista fija en ella.
-He venido a salvarte, Hineko.- Su voz sonaba clara y concisa, mas suave y menos grandilocuente que la última vez que se lo encontró.
-Salvarme...- murmuró ella, observándole. Parecía algo ida, como si pensara que aquello era un extraño sueño.- ¿De qué?...-
-De ti misma.- Sentenció el héroe.- De ese terrible dolor que te tiene presa en un mundo de sombras. Yo te sacaré de ahí. Lo iluminaré todo con la luz del sol mas brillante.-
La muchacha entornó los ojos, con suavidad, incrédula.
-¿Y cómo pretendes conseguirlo?...- Sogeking dio otro paso hacia ella, y Hineko no se apartó esta vez. Extendió los brazos poco a poco y la abrazó, estrechándola con fuerza contra él.
-Recordándote que siempre hay algo por lo que luchar, y seguir adelante. Que hay personas que te necesitan, y que te quieren. Que los sueños, la amistad y el amor siempre existen. Esas cosas no mueren...Y que siempre hay alguien, como yo, que no se quedará quieto viendo como te consumes en tu propia tristeza, y extenderá una mano para sacarte de ese pozo oscuro en el que hayas caído. Ellos no pueden ser felices sin ti. Si crees que estás sola...y que no tienes a nadie...-Murmuraba lenta y pausadamente en su oído, y los ojos de Hineko se abrían cada vez mas, preñándose de lágrimas al escucharle.- ...si crees que todo es una terrible pesadilla...-despacio la separó, sujetando sus brazos y mirándola- Mírame. Estoy aquí para ti. No soy una pesadilla. Soy un sueño muy real...-
La chica lo miraba, con los ojos empañados y las lágrimas recorriendo sus mejillas. Sus labios formaban una suave línea temblorosa, pero no se movía. Parecía sumida en una especie de conmoción.
-Hineko...estoy aquí para ti. A tu lado. Y no me iré...no importa lo que pase. -Continúa el, poco a poco- Cuidaré de ti...y acudiré cada vez que me llames. Seré tu héroe, tu apoyo, y te demostraré que los sueños existen, y que se cumplen. -La agitó suavemente, y de pronto Hineko dejó escapar un sollozo, llevándose la mano a los labios- Ten fe. Confía en mi. Dame tu mano...y deja que te saque de aquí.-
Cuando él soltó sus brazos, la chica se lanzó a darle un fuerte abrazo, sacudida por un lento y desahogado llanto. El muchacho dio un largo suspiro, con cierto toque de alivio, y devolvió el abrazo de la navegante, acariciando suave y lentamente su cabello rojo como el fuego.
-Gracias...Sogeking...- Murmuró la voz amortiguada de Hineko, estrechándole con fuerza y apretando la capa roja del héroe entre las manos.
Él la mantuvo entre sus brazos hasta que su llanto cesó. Junto a ellos, la luz que el sol proyectaba sobre el suelo, poco a poco comenzó a retirarse, desapareciendo.

***

Los bañadores se secaban tendidos en uno de los cabos de la vela mayor. Una creciente brisa los agitaba. En la cubierta reinaba la calma y todos estaban tranquilamente entretenidos en sus quehaceres. Nadie pareció percatarse cuando, como salida de la nada, una gran nube oscura comenzó a cubrir el barco de los Mugiwara, llevándose la luz con su enorme sombra. El mar comenzó a agitarse poco a poco, y todos alzaron la cabeza al mismo tiempo cuando pequeñas gotas de agua comenzaron a repicar contra el barco.
-¿Lluvia?...-Murmuró Sanji, tapándose el rostro con la mano y entornando los ojos. - ¿A donde ha ido el Sol?-
En menos de un minuto, el mar comenzó a golpear el Thousand Sunny con fuerza, y todos trastabillaron en cubierta. La brisa se había convertido en un fuerte viento huracanado que henchía las velas y hacía volar los objetos dispersos por la cubierta del barco. Franky corrió de nuevo hacia el timón, y un fuerte bandazo del barco lo hizo caer y rodar hasta chocar contra la baranda. En una fracción de segundo el navío estaba fuera de control, el timón giraba frenética y libremente y las cuerdas de sujeción de las velas saltaban con un potente chasquido, rotas debido al viento. La enorme nube negra se había tragado el barco, y lo único que se veía era lluvia y el embravecido mar arremetiendo contra el casco del Thousand Sunny y cubriendo su superficie de salada agua de mar. Noe se agarraba a la baranda con los ojos fuertemente cerrados y el corazón redoblando contra su pecho. Si una de esas olas la arrastraba, moriría ahogada. Para empeorar la situación, rayos en forma de cegadores fogonazos comenzaron a partir el cielo, retumbando sobre las cabezas de los Mugiwara. Luffy flotaba en el aire como un muñeco de trapo, agarrado al mascarón de proa y sujetando a Chopper con una de las manos, que gritaba asustado. En mitad del caos, la puerta de los camarotes de abrió y Hineko salió de ella. Sus ojos entornados, reflejaban ahora una férrea determinación, y su semblante serio y decidido escrutaba la tormenta con gesto crítico. El viento revolvía su cabello con fuerza, y lo mojaba poco a poco bajo la lluvia. Observó el log pose en su muñeca y comenzó a dar las órdenes, claras y precisas, tan fuerte como podía.
-¡Sujetad los cabos de las velas, dirección noreste, asegurad toda la carga y no dejéis que ruede por cubierta, que alguien suba al puesto de vigía!- De pronto, todos se ponen en marcha, atravesando la tormenta con presteza. Ahora que sabían lo que hacer, sus mentes estaban centradas y funcionando a toda velocidad. Hineko cruzó la cubierta hacia el timón, y una vez allí lo sujetó con fuerza, haciendo que el barco girara poco a poco produciéndose un fuerte gemido en las entrañas de éste. El Thousand Sunny atravesaba ahora la tempestad guiado por su navegante, siguiendo las fuertes corrientes de agua en la dirección que ella quería. El viento y la lluvia azotaba a toda la tripulación sin tregua, pero ellos no daban su brazo a torcer. Mantenian los cabos sujetos y las velas abotargadas haciendo que su navío cruzara el mar cortando las olas. Hineko se mantuvo firme y erguida, con la vista fija en el frente y sin permitir que el timón cediera lo mas mínimo hasta que los rayos de luz comenzaron a aparecer a través de la oscura niebla. En poco tiempo hubieron cruzado la borrasca, dejando atrás el cúmulo tormentoso, y volviendo a adentrarse en aguas considerablemente calmadas. El sol volvió a brillar, haciendo relucir las gotas de agua que perlaban la superficie del Thousand Sunny. El césped de cubierta aparecía ahora húmedo y fresco, y los Mugiwara se dejaron caer sobre cubierta, exhaustos y felices de haber pasado con éxito. Luffy se recolocó el sombrero y comenzó a aplaudir entre risas.
-¡Bien! ¡Ésa es mi navegante!- Daba pequeños saltitos alternativamente con un pie, y luego con el otro, muy animado. Hineko permanecía frente al timón, con una mano sobre éste y la otra alzada para observar el log pose. Todos fueron recomponiéndose poco a poco. Zoro se pasó una mano entre su corto pelo verde, mojado ahora, sonriendo de medio lado.
-Parece que la chica de fuego ha vuelto.- masculló ampliando la sonrisa al verla. Sanji había estado reprimiéndose hasta entonces pero finalmente comenzó a corretear por la superficie de cubierta, gritando "¡Hineko-chwaaaan! ¡Eres increible!"  a pleno pulmón, lo que provocó una risa colectiva. De los camarotes salió ahora un tembloroso Usopp, observándolo todo con cara de susto.
-¿H-ha pasado ya la tormenta?-
Noe, con los ojos brillantes de emoción y una enorme sonrisa, echó a correr hacia su amiga y la abrazó de golpe por detrás.
-¡Hine, Hine, Hine! ¡Como me alegro de verte, muchas gracias por salir!-
La muchacha pelirroja profirió una leve risa, que hizo que sus ojos centellearan de nuevo, recuperando su antigua fuerza y vitalidad.
-¡Si!- Afirmó Franky - No sabíamos que hacer sin ti, no teníamos rumbo para el barco.-
Hineko y Noe se separaron poco a poco y la navegante observó a toda la tripulación. Irradiaba una nueva luz, fuerte y luminosa, su cabello rojizo se mecía vívidamente entorno a su rostro enarcado con una sonrisa que resaltaba el brillo de sus ojos verdes.
-Sí que tenemos rumbo...-Poco a poco se giró sobre si misma, extendiendo el brazo para señalar y abarcar una enorme isla que se extendía por el océano frente a ellos, colorida y arropada por la luz del sol. Hineko amplió un poco mas la sonrisa.- Bienvenidos...a Clown Town.-

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