-¿No podrías crear una llama?...- Ella lo miró, sus dientes castañeteaban levemente.
-No estoy segura...tengo mucho frío...y el aire esta congelado. A demás no estoy precisamente llena de energía después de la travesía de esta tarde.-
-Y si entras en calor...¿podrías hacer fuego?- Repuso él. Ella dio una respuesta afirmativa con la cabeza y Zoro tomó las manos de la chica entre las suyas, acercándoselas a los labios para poco a poco calentarlas con su respiración.
-Zoro...- susurró Hineko, observándole en silencio.- Me gustaría hablar contigo...de Noe.- sintió que el aire caliente dejaba de inundar sus manos un instante, pero luego se reanudó, y ella lo interpretó como una señal para que continuara hablando.- Lo que ocurrió en Enies Lobbie no es culpa suya, y ya quedó atrás.-
-Pero eso no significa que no haya ocurrido.- contestó él, con un tono hosco y monocorde.
-Si ocurrió ella no tiene responsabilidad alguna sobre ello...- Hine frunció el ceño y Zoro alzó la vista para mirarla fijamente a los ojos.
-¿Qué ocurrió entonces en Enies Lobbie, Hineko?...Dímelo tú...- la chica guardó silencio de golpe devolviéndole una mirada compleja.
-Yo no lo se, no lo vi. Solo puedo imaginarlo, como tú. Interpretar las señales.-
-Pues eso mismo hago yo...- El muchacho bajó la vista de nuevo y se quitó la camiseta, colocándosela a ella.- Interpretar las señales.-
Hineko se rodeó con los brazos, sintiendo un alivio instantáneo al notar la calidez de la tela sobre la piel. No dijo nada mas, solo comenzó a frotar las manos durante un momento hasta que en uno de los roces, una chispa saltó entre sus dedos, y luego otra. Hizo acopio de esfuerzo y con un chasquido sus manos se envolvieron en llamas que desprendían un calor intenso y reconfortante. Bajó las manos lentamente y el fuego titilante resbaló por ellas hasta el suelo, y se quedó allí, flotando a pocos centímetros de la superficie pulida de la roca. Zoro extendió las manos para calentarlas frente al fuego y ambos dejaron que la calidez de las llamas calara en sus huesos y reavivara su cuerpo y su espíritu. Cuando el sueño empezó a apoderarse de ellos, sobre todo del espadachín, ambos se tumbaron junto a la lumbre. Cerraron los ojos y tan solo quedó el crepitar del fuego. Antes de sumirse en un sueño intranquilo, Hine susurró.
-Tu la quieres, y ella también a ti...y al final eso es lo único que importa.-
No obtuvo ninguna respuesta.
A la mañana siguiente, el calor asfixiante que se había acumulado en la cueva unido al sol que recalentaba la piedra bajo sus cuerpos, les obligaó a abandonar su refugio para encontrar comida y agua. Tardaron un largo trecho en adentrarse en tierras menos yermas y comenzar a otear algunos cactus en el camino. De vez en cuando, Hineko paraba frente a uno de ellos, si era un cactus de tipo estrella, ya que ésta clase acumula agua del subsuelo en su interior. Con unos cuantos golpecitos sabía donde se encontraba el líquido, y hundiendo con facilidad el dedo en su corteza creaba una abertura por la que comenzaba a manar el preciado elemento. Ambos se repartían el agua hasta saciar su sed, y luego seguían su travesía. Una de tantas veces que pararon para comprobar si podían conseguir algo mas de agua, Zoro divisó algunos salientes en mitad de las dunas, y se apresuraron a investigar de qué se trataba. Era una cueva, pero no como la que habían encontrado previamente, ésta había quedado ya enterrada bajo el suelo, y tan solo algunas rocas que indicaban la entrada se podían ver desde la superficie. Era algo parecido a un búnker natural. La navegante se inclinó un poco, y tomando aire alzó la voz.
-¿Hola?...¿Hay alguien ahí?- Tan solo su propio eco le dio respuesta.
-Alguien...o algo. - Murmuró Zoro, expectante. De pronto, un leve sonido, como un pequeño quejido, llegó desde el interior y Hineko agudizó el oído. Con un cabeceo, le indicó a su acompañante que iba a entrar para ver que se cocía en aquel lugar. El espadachín se cruzó de brazos, dispuesto a cubrir la retaguardia en la entrada. Cuando la chica hubo dado el primer paso en la cueva, se dio cuenta de que ésta estaba completamente a oscuras. La luz que se filtraba tenuemente por la entrada a penas iluminaba el lugar. Sin previo aviso una mano se aferró a su tobillo y ella dio un respingo, alarmada, desasiéndose. Una voz débil susurró desde el suelo.
-H-Hine...¿eres tu?...- La navegante reconoció la voz de Usopp en seguida, aunque parecía débil y cansado.
-¿Usopp? ¿Eres tu?- Preguntó tanteando la pared hasta llegar al suelo y localizar al muchacho tendido en él. Chasqueó los dedos y una pequeña llama bailó sobre su índice, iluminando el rostro de Usopp lleno de moratones y alguna que otra herida- ¿Que ha ocurrido?...-susurró, y el tirador señaló una esquina de la cueva, sumida en penumbra. Hine silbó y Zoro se apresuró a entrar junto a ella. La chica le dio un par de instrucciones rápidas y el espadachín sacó a Usopp afuera mientras ella se acercaba al lugar que el muchacho había señalado. En aquella esquina, un bulto oscuro y agazapado profería sonidos lastimeros con una respiración entrecortada. Se arrodilló junto a él, e iluminó el rostro desesperado de Sanji, que la miró suplicado ayuda. Tomó el rostro del cocinero suavemente entre las manos, dejando que la llama titilara ahora en el aire junto a sus rostros, y mirándolo de hito en hito susurró.
-¿Qué ocurre cielo?...- El tono reconfortante de la muchacha calmó levemente al cocinero que con un hilo de voz le respondió.
-Tengo...hambre...mucha hambre...- Hineko comprendió al instante que Sanji no probó la carne del Rey Marino, por tanto llevaba mas de 24 horas sin comer. Casi pudo ver las imágenes de un amargo pasado recorriendo sus ojos azules y le abrazó lentamente.
-Tranquilo...Hine te encontrará algo de comer, ¿está bien?...no vas a morir de hambre. -murmuró en su oído, acariciando su espalda. El muchacho devolvió su abrazo con manos temblorosas y ella lo ayudó a levantarse del suelo, sacándolo al exterior junto a sus otros dos compañeros.
-Tenemos que continuar...hay que encontrar un lugar donde podamos encontrar algo con que llenar nuestros estómagos.- Apuntó Zoro, sujetando al demacrado Usopp en su espalda. La navegante le dio la razón e iban a emprender de nuevo la marcha cuando un grito rompió la calma mortal del desierto.
-¡OOOOOOOOOIIIIIIIIIIIIIII!¡BAKA MARIMO!-
Luffy los alcanzó a la carrera, y sin poder frenar bien propinó un fuerte empujón a Zoro que cayó al suelo junto a Usopp y ambos se levantaron escupiendo arena y maldiciones.
-¡Luffy!- La chica lo miró sin acabar de creer que estuviera allí.- ¿Cómo nos habéis encontrado?- El capitán esbozó una característica sonrisa.
-Creímos que Zoro era una planta que podríamos comer, pero no...-el espadachín esbozó un gesto molesto ante el tono de decepción que Luffy adoptó al decir esto.
-¿Creímos?...- Hine miró tras el muchacho para confirmar que le seguía una silueta más. Era Noe-moe, que cargaba a su espalda al pequeño Chopper. Ambos tenían un gesto disgustado y parecían cansados y deshidratados. Una nueva emoción inundó de pronto los ojos de la navegante que corrió a abrazar a su amiga, y ésta le respondió, aliviada de que estuviesen a salvo.- Gracias a dios no sabía si estaríais bien...íbamos a continuar andando. ¿Franky y Brook no están con vosotros?- Los tres negaron al unísono y Luffy se recolocó su sombrero de paja.
-Bien, entonces debemos buscarlos. Solo faltan ellos. ¡Vamos tropa!- Señalando al horizonte emprendió una marcha aleatoria que los demás siguieron, en vista de que no cabía otra opción. Zoro tenía que cargar a Usopp a su espalda al igual que Noe-moe con Chopper, y Sanji no se separaba de Hineko para nada.
Cuando el sol estuvo mas alto en el cielo, la navegante vislumbró algo en la arena que la hizo reaccionar. Una flor de pétalos blancos y violetas crecía junto a la base de un gran cactus.
-Mira Sanji...- dijo, señalándola.- Eso es una fiora del desierto, una planta muy escasa. Si te la comes, saciará tu estómago por varias horas. -El cocinero recibió la información con una sonrisa llena de emoción y la chica se separó un segundo del grupo para recogerla.- La cogeré para ti, solo debes comer sus pétalos y...-
Su atención se desvió cuando uno de sus pies pisó algo de extraña naturaleza bajo la ardiente arena del desierto. Apartó el pie muy lentamente y frunció el ceño cuando sus ojos captaron la forma de un extraño bulto que sobresalía en la superficie parda. Del extraño montículo salía una especie de cable de color negro azabache.
-¿Qué demonios?...- susurró, sujetando con prudencia el extraño cabo negro. El resto de la tripulación se congregó en un círculo junto a ella, observando con curiosidad. La muchacha se levantó entonces, dando un fuerte tirón y aquella cosa rebozada en arena salió a la superficie. Aunque mas que una cosa, parecía una persona, concrétamente un muchacho de pelo negro que ahora caía lacio boca abajo. Aquél cable era en realidad una larga cola acabada en punta que empezaba donde acababa su espalda. De su cabeza sobresalían un par de pequeños cuernos y en su boca se adivinaban dos largos colmillos, y presentaba unas extrañas marcas oscuras en la piel de su rostro. Parecía inconsciente, se dijo a sí misma la navegante, hasta que el susodicho dio un sonoro ronquido y éste cayó al suelo golpeándose la cabeza y despertando aparatosamente.
-¡E-EH! ¿Q-que?...- Se rascó la coronilla mirando enderredor con gesto adormilado hasta posar la vista sobre la exuberante muchacha pelirroja que lo observaba con las manos en la cadera.- Vaya vaya...-sonrió con gesto pícaro- mira quien me ha ido a despertar...-bajó la vista y arrancó la flor de la arena para tendérsela a Hineko.- Aquí tienes preciosa.-
La chica tomó la flor con un gesto agradecido y se la entregó a Sanji. El muchacho dejó caer la cola con gesto alicaído.
-Que era para ti...-
-¿Quién eres tu? No paramos de encontrar gente en un maldito desierto.- Profirió Zoro, observando desde atrás.
-Yo soy Sal-Ox, Ox-sama para ti, tipejo. Y soy un demonio..-entornó los ojos con gesto amenazador- así que cuidadito conmigo.-Fijó la vista un segundo sobre la navegante y sonrió de nuevo- Tu puedes llamarme Ox a secas encanto.-
Los ojos de Luffy centelleaban de admiración.
-¡Un demonio de verdad! ¡Únete a mi tripulación Salox!- Dijo, tironeando de la muñeca del chico demonio.
-¡Suelta hombre! Y es Sal-Ox, separado.-
-Pues eso, Salox.- Repitió el capitán, sin remedio.
-¿Qué es lo que os trae por aquí? No es un buen destino turístico...- Ox se afanaba en sacudirse su fino y brillante pelo oscuro para quitar la arena que pudiera haberse colado en él. Noe-moe alzó la voz desde detrás.
-Estamos buscando nuestro barco, y a nuestros amigos...-
-¿Un barco?...- él alzó una ceja y asintió, comprendiendo.- Si un barco ha desaparecido sin explicación en este desierto, yo se quién se lo ha llevado.-
-¡¿Qué alguien se ha llevado nuestro barco?!- dijo Luffy a voz en grito- ¿Quien ha sido? ¡Le patearé el trasero!-
-Cálmate muchacho...yo puedo llevaros si queréis. Seguro que está en Pluralia Tanctum.- Asintió Sal-Ox, con suficiencia. El resto pareció no comprender y éste suspiró exasperado.- No sabéis nada ¿eh?...Pluralia Tanctum es la ciudad de caza recompensas, ladrones y demás rufianes por excelencia. Seguro que vuestro barco se encuentra allí. Y quizá vuestros amigos también, si no les han sacado ya los órganos para venderlos de contrabando.-
-Pues pocos órganos van a sacar de esos dos...-rió levemente Hineko.- Está bien chico con cuernos...llévanos hasta allí, si eres tan amable.-
-Por ti princesa, soy lo que sea.- Ox le dedicó un guiño descarado y les indicó con la mano que lo siguieran, pero se paró en seco.- ¡Oh! casi lo olvido, mi gorro...-se inclinó en el montón de arena aún removida del que acababa de salir y hundió la mano, sacando un acolchado sombrero rosa, con una cruz blanca. La tripulación al completo se quedó de piedra, y Chopper saltó al suelo corriendo hacia él.
-¡Mi gorro! ¡Ladrón, devuélvemelo!- dijo, dando golpes casi insignificantes con sus pequeñas patitas. Ox rió un poco, señalándolo.
-Oh, ¿es tuyo? Lo encontré en la arena y pensé que me favorecía...pero si es tuyo puedes quedártelo. - Se inclinó a devolver al pequeño reno su gorro y éste lo recibió entre lágrimas de alegría colocándolo de nuevo sobre su cabeza.- Vamos...ahora sí. Nos queda mucho camino por hacer. Vuestro navío, ¿era muy grande?-preguntó, comenzando a caminar en cabeza de la tropa pirata.
-¡El más grande!- Sonrió Luffy, asintiendo.
-Entonces solo conozco una persona que pueda habérselo llevado...-esbozó una sonrisa misteriosa y dijo- Bounty Sandwalker, el líder de los Singularia Tanctum. Son el grupo mas poderoso de bandidos de toda la ciudad. Trabajan como cazarecompensas a tiempo parcial. Pero yo le conozco, quizá acceda a devolveros vuestro barco.-
Todos parecieron acoger la noticia con agrado. Después de unas horas tan duras en el impío desierto, haber encontrado a alguien que pudiera guiarlos hasta su destino eran muy buenas noticias. Y con algo de suerte, hasta tendrían un lugar donde pasar la noche, y comer algo para reponer fuerzas. Mientras avanzaban, el sol fue bajado poco a poco en el ocaso, dando tregua a los Mugiwara y amainando el calor que emanaban sus rayos.
***
Había llegado ya la noche al oscuro desierto cuando las grandes puertas de Pluralia Tanctum se abrieron para dejar pasar a la tripulación Mugiwara. Para sorpresa de los piratas, la ciudad no presentaba un aspecto sucio o desconfiable, en realidad era una ciudad construida casi enteramente en madera y metal. Con trozos de chatarra y piezas sueltas que parecían sacadas de algún desguace, pero cuidadosamente colocadas para crear edificios y casas. Allí donde miraras había mercados, o grupos de personas intercambiando diversos objetos. A su vez, tablones enteros de carteles de "se busca" adornaban las calles. Afortunadamente ninguno pudo reconocer su rostro en ellos de camino al refugio de los Singularia Tanctum. El lugar era muy grande, con aspecto destartalado, y una gran puerta de chapa que lo protegía del exterior.
-Dejadme hablar a mi con él.- Dijo Ox, cuando hubieron estado frente la entrada- Trataré de convencerlo.-
El muchacho golpeó la chapa con los nudillos un número concreto de veces y la puerta se abrió ante ellos. Al entrar se podrían apreciar a algunos tipos, sentados aleatoriamente, o caminando de aquí para allá. Al fondo de la estancia, sobre un gran sillón con cierto aspecto steampunk, descansaba un muchacho de pelo negro y engominado hacia atrás, del cual un largo mechón se escapaba y cruzaba su frente y sus ojos. Una cicatriz atravesaba su ojo derecho en diagonal, casi llegando a su nariz. Bebía de una jarra metálica y en la mano libre sostenía un trabuco que parecía haber sido modificado.
-Bounty...- inquirió Sal-Ox, haciendo un cabeceo. El susodicho devolvió su saludo de igual forma.
-¿Qué haces aquí pequeño diablo?- Rió el líder de los Singularia.
-Menos cachondeo...he venido a pedirte un favor.- Bounty alzó una ceja y Ox continuó.- ¿Has encontrado un navío descarriado en el desierto en los últimos dos días?-
-Así es...-asintió el líder.- Uno con un mascarón de girasol y velas a rayas blancas y rojas. Una Jolly Roger de calavera con sombrero de paja ondeaba en la vela mayor. ¿Por?...-
-Lo sabía.- Apuntó el demonio.- Es de éstos muchachos, y van a tener muchos problemas si no se lo devuelves...además ¿había alguien a bordo? ¿No le habrás sacado las tripas no?.-
-Pues lo hemos intentado...-admitió, bebiendo de su jarra- Pero uno era un esqueleto y el otro un ciborg, no quedaba nada que sacar. Los dejaré libres si quieres, no me interesan. Pero no me desharé tan fácilmente del barco.-
La tripulación suspiró aliviada de que sus compañeros se encontraran en buen estado, pero aún debían resolver el problema de su navío perdido. Tras un rato de deliberación, Bounty apartó su copa y los señaló.-
-Está bien, hagamos un trato...- Todos devolvieron su mirada expectantes.- Yo os devuelvo vuestro barco...si vosotros me conseguís las ganancias que éste me pudiera haber proporcionado.-
-¿De cuanto dinero estamos hablando?- intervino Hineko, cruzándose de brazos.
-Que tal...¿200 millones de berries?- esbozó una sonrisa elocuente y los piratas perdieron el aliento.
-¡Eso es demasiado dinero! No lo conseguiremos...-la chica se mordió el labio-...la mitad. 100 millones y nos das nuestro barco.-
Bounty deliberó unos instantes y finalmente accedió de mala gana.
-Está bien, pero vuestro plazo para conseguirlo es de dos días, sin contar con ésta noche. ¿Trato hecho?-
Los piratas asintieron conformes, y el pacto fue cerrado. Ox les ofreció pasar la noche en la guarida de los Singularia Tanctum. Había habitaciones de sobra en aquel lugar, y se pasaba bien la noche. Cualquier sitio era ya mejor que el desierto así que todos aceptaron su gesto agradecidos de poder dormir en una cama caliente aquella noche.
***
Noe-moe se acurrucó plácidamente entre las gruesas mantas de su lecho. Debían rondar las 3 de la madrugada y por fin había conseguido conciliar el sueño cuando súbitamente un ruido de cristales rotos y golpes sordos la hizo despertar de golpe. Saltó de la cama como impulsada por un resorte y corrió a lo largo del pasillo, siguiendo la fuente del sonido. Escucho entonces un forcejeo y frenó frente a la puerta de Hineko. Su mano temblaba sobre el picaporte. Hizo de tripas corazón y abrió de golpe, paseando la mirada desesperada por la habitación. Allí no había nada. Ni nadie. Solo unos cristales rotos frente a la ventana abierta de par en par. Las cortinas silbaban al viento. Lo último que escuchó fue una risa grave y penetrante, y su vista descendió hasta fijarse en los brillantes granos de arena dorada que adornaban un camino desde la cama de la navegante, hasta la ventana.
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