miércoles, 26 de diciembre de 2012

Una prisión sin barrotes.




El rumor de que una tripulación pirata de altas recompensas había llegado a Pluralia Tanctum se extendió por la ciudad a una velocidad vertiginosa. Eso eran terribles noticias para los Muguiwara, en un pueblo de cazarecompensas. Noe-moe sollozaba consternada entre los brazos de un desconsolado Sanji, que compartía sus lágrimas. Habían pasado toda la noche en vela tras el repentino secuestro de su navegante. Mientras los piratas guardaban silencio, rumiando la noticia, Ox mantenía una acalorada discusión con Bounty.
-¡Seguro que le has guiado hasta aquí al transportar ese enorme navío por todo el desierto!-
-Ese barco parecía abandonado, no es culpa mía. Ya he dicho que les compensaré de alguna forma...-Bounty, que se acariciaba la barbilla pensativo, se levantó de su trono y avanzó hacia el muchacho.
-Si...se me ocurre una gran forma...-Ox entornó los ojos con aire amenazador y su aura se volvió algo mas oscura. La noticia no le había sentado nada bien tampoco y estaba mas arisco de lo normal.- Vas a llevarnos hasta él...y así podré rescatar a la dama de cabellos de fuego...-Bounty alzó una ceja y suspiró con ademán resignado.
-No tengo otra opción...pero el navío se quedará aquí. Os sacaré de la ciudad sin ser vistos, para que no linchen a los piratas. Una vez lleguemos a Arabasta, me desentiendo de vosotros. - Le tendió la mano para cerrar el pacto y el muchacho demonio la estrechó.
-Trato hecho...- Habiendo aceptado las condiciones abandonó la sala para reunirse con la tripulación, a la que se habían unido recientemente Brook y Franky.
Luffy, que se paseaba de un lado a otro de muy mal humor, mascullando y balbuceando maldiciones, lo observó sentándose de pronto en el suelo de brazos cruzados.
-¿Qué ha dicho?-
-Creemos saber quién se la ha llevado...y el jefe accede a llevarnos hasta él. Yo os acompañaré también...-Ox asintió con aire heróico- no puedo quedarme de brazos cruzados ante semejante crimen atroz.- Sanji saltó de pronto, soltando a Noe, y se acercó al chico agitando el puño.
-¡Serás aprovechado! Tu solo quieres ser el primero en salvarla para que se enamore de ti porque le has echado el ojo. ¡Te voy a dar...! - Luffy alzó la voz por encima de los gritos del muchacho rubio.
-¡Alto, Sanji!...Nos acompañará, porque quiero un demonio en la tripulación y no se hable más. ¡Ya está decidido!- Ox esbozó una sonrisita de suficiencia y el cocinero volvió a sentarse, encendiéndose un cigarro con frustración. Bounty irrumpió en la sala y todas las miradas se posaron en él. Llevaba su trabuco enfundado a la cintura y una mochila en la espalda.
-¿Estáis listos?...He abierto la puerta trasera para salir.- Todos se levantaron asintiendo. Le siguieron entre un silencio pesado que se había apoderado de la tripulación debido a la preocupación, y que era únicamente roto por los sollozos de Noe-moe. - Hacedla callar de una vez demonios, lleva llorando toda la noche...- Reprobó el jefe de los bandidos, con gesto molesto. De pronto, Zoro saltó frunciendo el ceño.
-Perdónala, lleva unos días muy difíciles.-
Todos se observaron y Noe guardó silencio, bajando la vista con desconcierto y conteniendo las lágrimas. Una vez en la puerta trasera un camello y un par de caballos esperaban a la tropa.
-He trazado la mejor ruta pasando por el gran oasis hasta Arabasta. Si vamos a buen paso, habremos llegado allí en un par de días.-
Asimilaron la información mientras subían a Chopper y Noe en el camello y uno de los caballos respectivamente. Bounty monto en el corcel restante, blanco y parcheado de motas color caoba.
Emprendieron su marcha bien temprano en la mañana, con Bounty y Sal-Ox a la cabeza.

                                                                 ***

Había perdido la consciencia durante el viaje y no sabía como había llegado a aquella oscura celda. Hacía frío, pero el ambiente era seco. Unas esposas sujetaban sus muñecas a la espalda y una correa mantenía su cuello apresado a una cadena en la pared. A penas recordaba nada de la contienda que había mantenido con su secuestrador en Pluralia Tanctum, tan solo recordaba una enorme mano cubriendo sus labios y la arena deslizándose por su piel. Fuera como fuese, decidió que no quería quedarse allí un solo segundo mas. Inspiró hondo, haciendo acopio de fuerzas, y comenzó a tirar de las esposas. El metal empezaba a crujir y ceder bajo su enorme fuerza cuando unos fuertes pasos la sobresaltaron y alzó la vista para observar la enorme figura que la escudriñaba desde fuera. La puerta se abrió y el individuo se aproximó a ella. La luz que desprendía el puro entre sus labios iluminaba parcialmente el rostro cruzado por una larga cicatriz de su captor. Tomó el puro entre los dedos y dio un suave toque sobre él, dejando caer las cenizas al suelo. Cuando abrió los labios para hablar su voz grave y profunda inundó los calabozos.
-Tendrás que perdonar a mis sirvientes...cuando les dije que te buscaran un lugar apropiado debieron entender mal. Lamento que te hayan metido aquí...-A medid que hablaba, iba desencadenando a la confusa Hineko, que le observaba de reojo intimidada por su estatura. No parecía un bandido de mala muerte. Vestía buenas ropas, con un gran abrigo de piel que descansaba sobre sus hombros. Además la única mano que le alcanzaba a ver, lucía repleta de anillos dorados. Alzó a la chica y cuando su gran mano rodeó de sobra su brazo pudo confirmar que definitivamente aquél tipo debía medir unos 2'50 metros aproximadamente.
-Permíteme que te muestre unos aposentos mas adecuados para ti.- Continuó, sacándola de aquella celda. Subieron unas largas escaleras hasta llegar a un pasillo repleto de habitaciones. Abrió una y la invitó a pasar. Ésta era amplia y lujosa, adornada con hermosos muebles, una cama con dosel y un amplio ventanal. Hineko se dio cuenta entonces de que llevaba mucho sin pronunciar palabra.
-Que...¿Qué está pasando aquí?- murmuró la joven, desconcertada en extremo.- Me has secuestrado...pero me ofreces una estancia en una hermosa habitación, sin esposas ni barrotes...-entornó los ojos con aire de sospecha.- ¿Qué es todo ésto?.-
El hombre profirió una breve risa gutural.
-¿Secuestrar?...Querrás decir mas bien rescatar...-
-¿Cómo dices?.- La chica avanzó un par de pasos hacia él, encarándole.
-Por favor, deja que me explique...-tomando aire pausadamente comenzó a relatar.- Eras una pirata en la ciudad de cazarrecompensas mas famosa del mundo...Si no te hubiera sacado de allí aquel tipo infame, Bounty Sandwalker, te hubiera degollado en mitad de la noche y cobrado la recompensa por tu cabeza. A quién se le ocurre meterse en la sede de Singularia...-aspiró el humo de su puro dejándolo salir poco a poco después.- Continuaré diciendo que no creo que tus amigos te tengan en verdadera estima, ni vayan a enfrentarse al desierto solo por ti. Pasamos toda la noche viajando y no ví un solo indicio de que trataran si quiera de seguirnos. Por último añadiré que sé que no escaparás y por ello no necesito encerrarte entre barrotes. Mis razones son muy simples. La primera es que lo mas probable es que los hayan matado a todos durante la noche, por eso no nos rastrearon. Aun así, suponiendo que haya una remota posibilidad de que hubieran sobrevivido, sé que tu misma preferirás no volver junto a ellos por razones personales...-Fijó su mirada en la chica, carente de palabras, y añadió- Que tienen que ver con Enies Lobbie...-
Hineko estaba sin habla. Había escuchado todo el discurso con labios entreabiertos en un gesto estupefacto. Su corazón se esforzaba en negar la realidad que aquél tipo le exponía, pero su cerebro racional había atado cabos, y su esperanza se derrumbaba por momentos.
-A...qué te refieres?...- aventuró ella, en un hilo de voz.
-Ha llegado a mis oídos tu historia en Enies Lobbie...Se que no eres una chica corta de entendederas y que no quieres que llegue el momento en que eso se desvele en tu tripulación y seas despreciada por haber defraudado a las personas que quieres. - Concluyó con semblante inalterable.- Yo, en mi condición de pirata, y habiendo sabido de ti, decidí apiadárme, pues te considero interesante. Se que tienes algo que te diferencia del resto de tu tripulación, por eso me fijé en ti, y te traje aquí, porque aquí estás segura. Aquí estas lejos de todo aquello que puede dañarte, de aquello de lo que tratas de huir.-
Hine se dejó caer sentada sobre la cama, abatida ante la irrevocable verdad de éstas palabra. Fijó la vista en el suelo, tratando de asimilarlo.
-No obstante si a pesar de todo decides rechazar mi amabilidad y marcharte, eres libre de irte, pero si allá donde vas no te quieren, no te permitiré volver. - Apagó el puro y esbozó una leve sonrisa.- Tienes ropa en el armario y la cena se sirve a las 10 en el comedor...dejaré que lo pienses.-
Dicho ésto se marchó por donde había entrado, dejándola a solas con sus pensamientos.

                                                      ***

La noche se estaba cerrando cuando los Mugiwara llegaron al gran oasis del que había hablado Bounty, y que se encontraba a mitad de camino entre Pluralia y Arabasta, la ciudad a la que pretendían llegar. El gran lago de agua reflejaba la luna y un cielo estrellado en la superficie cristalina, rodeado de altas palmeras que exibían grandes cocos. Algunos ya habían caído de puro maduros y Usopp, Franky y Zoro se afanaban en abrirlos para repartir el blanco corazón del fruto entre toda la tripulación. Noe-moe y Sanji comían en silencio, ligeramente apartados y considerablemente mas decaídos que los demás. Zoro, al acabar la faena, fue a sentarse al pie de una palmera, y de allí no se volvió a mover. Una atmósfera densa pesaba sobre el grupo y ni siquiera Luffy o el dicharachero diablo Sal-Ox estaban de humor para hacer bromas. Cuando hubo acabado de comer, Usopp tuvo la idea de darse un baño en el claro oasis para tratar de despejarse. La tripulación no estaba demasiado contenta con él, por lo que al principio nadie le acompañó. Al cabo de un rato, Chopper se levantó también y le pidió que le ayudara a bañarse con él puesto que no llegaba a hacer pie en la balsa de agua. El tirador y el pequeño reno siempre habían estado unidos como grandes amigos, y no tardaron en pasarlo bien y disfrutar del baño, salpicándo agua entre risas. El observarlos fue aligerando poco a poco la tensión y pronto el capitán, el esqueleto Brook y Franky los acompañaban. Puesto que no era agua de mar no tenían que preocuparse por hundirse debido a sus Akuma-no-mi. Poco a poco la tripulación al completo, a excepción de Zoro y Bounty, estaba disfrutando de un baño tranquilamente en el agua recalentada por el sol durante el día. Cuando el clima comenzó a enfriarse todos salieron y se afanaron en encender una hoguera para mantenerse cálidos durante la noche. Bounty sacó de su mochila algunas mantas para dormir sobre la arena y todos se fueron acomodando junto al fuego. Noe trataba de conciliar el sueño, pero el llevar poca ropa y su cabello mojado empapando su espalda no se lo permitían. No conseguía entrar en calor a pesar del fuego. Cuando comenzó a estornudar cada poco tiempo, echó una mirada fugaz a Zoro. Le hubiera gustado que la abrazara y mitigara así su frío. El muchacho le devolvió la mirada un instante al escucharla estornudar, pero volvió a cerrar los ojos, ignorando el gesto. La chica se acurrucaba más cuando Bounty se levantó lentamente y alzó la manta sobre la que dormía de la arena, sacudiéndola y arropando con ella a Noe, cediéndosela para que no pasara frío. Tras ésto, en silencio, volvió a tumbarse. Ella lo observó algo sorprendida, y murmuró un cohibido "gracias", realmente conmovidaa ante el gesto. Bounty dibujó una amplia sonrisa, manteniendo los ojos cerrados y las manos tras la cabeza a modo de almohada. La muchacha concilió el sueño en seguida, pacíficamente dormida entre las mantas.
Aun apoyado sobre la palmera, Zoro observaba la escena con un ojo entreabierto, que lentamente volvió a cerrar sin decir una sola palabra.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Pluralia Tanctum y Singularia Tanctum




La noche se había cernido inexorable sobre el desierto cuando Hineko avistó la silueta de una formación rocosa en el horizonte. Una vez se hubieron acercado, pudieron comprobar para su alivio que algunas de las grandes rocas formaban una especie de cueva natural . No era especialmente espaciosa, pero podía cerrarse bien si se deseaba para guarecerse en ella del frío que irradiaba el desierto al mostrarse la luna. Ambos se adentraron cuando el frío ya les entumecía los dedos de las manos y los pies. La muchacha se sentó sobre la piedra, parcialmente parcheada con arena  aquí y allá. Zoro se sentó junto a ella, apoyando sus katanas sobre la piedra, junto a el. Ambos estaban hambrientos y sedientos pero no lo suficiente para olvidar el acuciante frío, que les causaba en ese momento una molestia mucho mayor. El aire de sus pulmones salía en forma de vapor entre sus labios. El muchacho extendió un brazo y acercó a la navegante a él, para protegerla del frío y compartir el calor.
-¿No podrías crear una llama?...- Ella lo miró, sus dientes castañeteaban levemente.
-No estoy segura...tengo mucho frío...y el aire esta congelado. A demás no estoy precisamente llena de energía después de la travesía de esta tarde.-
-Y si entras en calor...¿podrías hacer fuego?- Repuso él. Ella dio una respuesta afirmativa con la cabeza y Zoro tomó las manos de la chica entre las suyas, acercándoselas a los labios para poco a poco calentarlas con su respiración.
-Zoro...- susurró Hineko, observándole en silencio.- Me gustaría hablar contigo...de Noe.- sintió que el aire caliente dejaba de inundar sus manos un instante, pero luego se reanudó, y ella lo interpretó como una señal para que continuara hablando.- Lo que ocurrió en Enies Lobbie no es culpa suya, y ya quedó atrás.-
-Pero eso no significa que no haya ocurrido.- contestó él, con un tono hosco y monocorde.
-Si ocurrió ella no tiene responsabilidad alguna sobre ello...- Hine frunció el ceño y Zoro alzó la vista para mirarla fijamente a los ojos.
-¿Qué ocurrió entonces en Enies Lobbie, Hineko?...Dímelo tú...- la chica guardó silencio de golpe devolviéndole una mirada compleja.
-Yo no lo se, no lo vi. Solo puedo imaginarlo, como tú. Interpretar las señales.-
-Pues eso mismo hago yo...- El muchacho bajó la vista de nuevo y se quitó la camiseta, colocándosela a ella.- Interpretar las señales.-
Hineko se rodeó con los brazos, sintiendo un alivio instantáneo al notar la calidez de la tela sobre la piel. No dijo nada mas, solo comenzó a frotar las manos durante un momento hasta que en uno de los roces, una chispa saltó entre sus dedos, y luego otra. Hizo acopio de esfuerzo y con un chasquido sus manos se envolvieron en llamas que desprendían un calor intenso y reconfortante. Bajó las manos lentamente y el fuego titilante resbaló por ellas hasta el suelo, y se quedó allí, flotando a pocos centímetros de la superficie pulida de la roca. Zoro extendió las manos para calentarlas frente al fuego y ambos dejaron que la calidez de las llamas calara en sus huesos y reavivara su cuerpo y su espíritu. Cuando el sueño empezó a apoderarse de ellos, sobre todo del espadachín, ambos se tumbaron junto a la lumbre. Cerraron los ojos y tan solo quedó el crepitar del fuego. Antes de sumirse en un sueño intranquilo, Hine susurró.
-Tu la quieres, y ella también a ti...y al final eso es lo único que importa.-
No obtuvo ninguna respuesta.

A la mañana siguiente, el calor asfixiante que se había acumulado en la cueva unido al sol que recalentaba la piedra bajo sus cuerpos, les obligaó a abandonar su refugio para encontrar comida y agua. Tardaron un largo trecho en adentrarse en tierras menos yermas y comenzar a otear algunos cactus en el camino. De vez en cuando, Hineko paraba frente a uno de ellos, si era un cactus de tipo estrella, ya que ésta clase acumula agua del subsuelo en su interior. Con unos cuantos golpecitos sabía donde se encontraba el líquido, y hundiendo con facilidad el dedo en su corteza creaba una abertura por la que comenzaba a manar el preciado elemento. Ambos se repartían el agua hasta saciar su sed, y luego seguían su travesía. Una de tantas veces que pararon para comprobar si podían conseguir algo mas de agua, Zoro divisó algunos salientes en mitad de las dunas, y se apresuraron a investigar de qué se trataba. Era una cueva, pero no como la que habían encontrado previamente, ésta había quedado ya enterrada bajo el suelo, y tan solo algunas rocas que indicaban la entrada se podían ver desde la superficie. Era algo parecido a un búnker natural. La navegante se inclinó un poco, y tomando aire alzó la voz.
-¿Hola?...¿Hay alguien ahí?- Tan solo su propio eco le dio respuesta.
-Alguien...o algo. - Murmuró Zoro, expectante. De pronto, un leve sonido, como un pequeño quejido, llegó desde el interior y Hineko agudizó el oído. Con un cabeceo, le indicó a su acompañante que iba a entrar para ver que se cocía en aquel lugar. El espadachín se cruzó de brazos, dispuesto a cubrir la retaguardia en la entrada. Cuando la chica hubo dado el primer paso en la cueva, se dio cuenta de que ésta estaba completamente a oscuras. La luz que se filtraba tenuemente por la entrada a penas iluminaba el lugar. Sin previo aviso una mano se aferró a su tobillo y ella dio un respingo, alarmada, desasiéndose. Una voz débil susurró desde el suelo.
-H-Hine...¿eres tu?...- La navegante reconoció la voz de Usopp en seguida, aunque parecía débil y cansado.
-¿Usopp? ¿Eres tu?- Preguntó tanteando la pared hasta llegar al suelo y localizar al muchacho tendido en él. Chasqueó los dedos y una pequeña llama bailó sobre su índice, iluminando el rostro de Usopp lleno de moratones y alguna que otra herida- ¿Que ha ocurrido?...-susurró, y el tirador señaló una esquina de la cueva, sumida en penumbra. Hine silbó y Zoro se apresuró a entrar junto a ella. La chica le dio un par de instrucciones rápidas y el espadachín sacó a Usopp afuera mientras ella se acercaba al lugar que el muchacho había señalado. En aquella esquina, un bulto oscuro y agazapado profería sonidos lastimeros con una respiración entrecortada. Se arrodilló junto a él, e iluminó el rostro desesperado de Sanji, que la miró suplicado ayuda. Tomó el rostro del cocinero suavemente entre las manos, dejando que la llama titilara ahora en el aire junto a sus rostros, y mirándolo de hito en hito susurró.
-¿Qué ocurre cielo?...- El tono reconfortante de la muchacha calmó levemente al cocinero que con un hilo de voz le respondió.
-Tengo...hambre...mucha hambre...- Hineko comprendió al instante que Sanji no probó la carne del Rey Marino, por tanto llevaba mas de 24 horas sin comer. Casi pudo ver las imágenes de un amargo pasado recorriendo sus ojos azules y le abrazó lentamente.
-Tranquilo...Hine te encontrará algo de comer, ¿está bien?...no vas a morir de hambre. -murmuró en su oído, acariciando su espalda. El muchacho devolvió su abrazo con manos temblorosas y ella lo ayudó a levantarse del suelo, sacándolo al exterior junto a sus otros dos compañeros.
-Tenemos que continuar...hay que encontrar un lugar donde podamos encontrar algo con que llenar nuestros estómagos.- Apuntó Zoro, sujetando al demacrado Usopp en su espalda. La navegante le dio la razón e iban a emprender de nuevo la marcha cuando un grito rompió la calma mortal del desierto.
-¡OOOOOOOOOIIIIIIIIIIIIIII!¡BAKA MARIMO!-
Luffy los alcanzó a la carrera, y sin poder frenar bien propinó un fuerte empujón a Zoro que cayó al suelo junto a Usopp y ambos se levantaron escupiendo arena y maldiciones.
-¡Luffy!- La chica lo miró sin acabar de creer que estuviera allí.- ¿Cómo nos habéis encontrado?- El capitán esbozó una característica sonrisa.
-Creímos que Zoro era una planta que podríamos comer, pero no...-el espadachín esbozó un gesto molesto ante el tono de decepción que Luffy adoptó al decir esto.
-¿Creímos?...- Hine miró tras el muchacho para confirmar que le seguía una silueta más. Era Noe-moe, que cargaba a su espalda al pequeño Chopper. Ambos tenían un gesto disgustado y parecían cansados y deshidratados. Una nueva emoción inundó de pronto los ojos de la navegante que corrió a abrazar a su amiga, y ésta le respondió, aliviada de que estuviesen a salvo.- Gracias a dios no sabía si estaríais bien...íbamos a continuar andando. ¿Franky y Brook no están con vosotros?- Los tres negaron al unísono y Luffy se recolocó su sombrero de paja.
-Bien, entonces debemos buscarlos. Solo faltan ellos. ¡Vamos tropa!- Señalando al horizonte emprendió una marcha aleatoria que los demás siguieron, en vista de que no cabía otra opción. Zoro tenía que cargar a Usopp a su espalda al igual que Noe-moe con Chopper, y Sanji no se separaba de Hineko para nada.
Cuando el sol estuvo mas alto en el cielo, la navegante vislumbró algo en la arena que la hizo reaccionar. Una flor de pétalos blancos y violetas crecía junto a la base de un gran cactus.
-Mira Sanji...- dijo, señalándola.- Eso es una fiora del desierto, una planta muy escasa. Si te la comes, saciará tu estómago por varias horas. -El cocinero recibió la información con una sonrisa llena de emoción y la chica se separó un segundo del grupo para recogerla.- La cogeré para ti, solo debes comer sus pétalos y...-
Su atención se desvió cuando uno de sus pies pisó algo de extraña naturaleza bajo la ardiente arena del desierto. Apartó el pie muy lentamente y frunció el ceño cuando sus ojos captaron la forma de un extraño bulto que sobresalía en la superficie parda. Del extraño montículo salía una especie de cable de color negro azabache.
-¿Qué demonios?...- susurró, sujetando con prudencia el extraño cabo negro. El resto de la tripulación se congregó en un círculo junto a ella, observando con curiosidad. La muchacha se levantó entonces, dando un fuerte tirón y aquella cosa rebozada en arena salió a la superficie. Aunque mas que una cosa, parecía una persona, concrétamente un muchacho de pelo negro que ahora caía lacio boca abajo. Aquél cable era en realidad una larga cola acabada en punta que empezaba donde acababa su espalda. De su cabeza sobresalían un par de pequeños cuernos y en su boca se adivinaban dos largos colmillos, y presentaba unas extrañas marcas oscuras en la piel de su rostro. Parecía inconsciente, se dijo a sí misma la navegante, hasta que el susodicho dio un sonoro ronquido y éste cayó al suelo golpeándose la cabeza y despertando aparatosamente.
-¡E-EH! ¿Q-que?...- Se rascó la coronilla mirando enderredor con gesto adormilado hasta posar la vista sobre la exuberante muchacha pelirroja que lo observaba con las manos en la cadera.- Vaya vaya...-sonrió con gesto pícaro- mira quien me ha ido a despertar...-bajó la vista y arrancó la flor de la arena para tendérsela a Hineko.- Aquí tienes preciosa.-
La chica tomó la flor con un gesto agradecido y se la entregó a Sanji. El muchacho dejó caer la cola con gesto alicaído.
-Que era para ti...-
-¿Quién eres tu? No paramos de encontrar gente en un maldito desierto.- Profirió Zoro, observando desde atrás.
-Yo soy Sal-Ox, Ox-sama para ti, tipejo. Y soy un demonio..-entornó los ojos con gesto amenazador- así que cuidadito conmigo.-Fijó la vista un segundo sobre la navegante y sonrió de nuevo- Tu puedes llamarme Ox a secas encanto.-
Los ojos de Luffy centelleaban de admiración.
-¡Un demonio de verdad! ¡Únete a mi tripulación Salox!- Dijo, tironeando de la muñeca del chico demonio.
-¡Suelta hombre! Y es Sal-Ox, separado.-
-Pues eso, Salox.- Repitió el capitán, sin remedio.
-¿Qué es lo que os trae por aquí? No es un buen destino turístico...- Ox se afanaba en sacudirse su fino y brillante pelo oscuro para quitar la arena que pudiera haberse colado en él. Noe-moe alzó la voz desde detrás.
-Estamos buscando nuestro barco, y a nuestros amigos...-
-¿Un barco?...- él alzó una ceja y asintió, comprendiendo.- Si un barco ha desaparecido sin explicación en este desierto, yo se quién se lo ha llevado.-
-¡¿Qué alguien se ha llevado nuestro barco?!- dijo Luffy a voz en grito- ¿Quien ha sido? ¡Le patearé el trasero!-
-Cálmate muchacho...yo puedo llevaros si queréis. Seguro que está en Pluralia Tanctum.- Asintió Sal-Ox, con suficiencia. El resto pareció no comprender y éste suspiró exasperado.- No sabéis nada ¿eh?...Pluralia Tanctum es la ciudad de caza recompensas, ladrones y demás rufianes por excelencia. Seguro que vuestro barco se encuentra allí. Y quizá vuestros amigos también, si no les han sacado ya los órganos para venderlos de contrabando.-
-Pues pocos órganos van a sacar de esos dos...-rió levemente Hineko.- Está bien chico con cuernos...llévanos hasta allí, si eres tan amable.-
-Por ti princesa, soy lo que sea.- Ox le dedicó un guiño descarado y les indicó con la mano que lo siguieran, pero se paró en seco.- ¡Oh! casi lo olvido, mi gorro...-se inclinó en el montón de arena aún removida del que acababa de salir y hundió la mano, sacando un acolchado sombrero rosa, con una cruz blanca. La tripulación al completo se quedó de piedra, y Chopper saltó al suelo corriendo hacia él.
-¡Mi gorro! ¡Ladrón, devuélvemelo!- dijo, dando golpes casi insignificantes con sus pequeñas patitas. Ox rió un poco, señalándolo.
-Oh, ¿es tuyo? Lo encontré en la arena y pensé que me favorecía...pero si es tuyo puedes quedártelo. - Se inclinó a devolver al pequeño reno su gorro y éste lo recibió entre lágrimas de alegría colocándolo de nuevo sobre su cabeza.- Vamos...ahora sí. Nos queda mucho camino por hacer. Vuestro navío, ¿era muy grande?-preguntó, comenzando a caminar en cabeza de la tropa pirata.
-¡El más grande!- Sonrió Luffy, asintiendo.
-Entonces solo conozco una persona que pueda habérselo llevado...-esbozó una sonrisa misteriosa y dijo- Bounty Sandwalker, el líder de los Singularia Tanctum. Son el grupo mas poderoso de bandidos de toda la ciudad. Trabajan como cazarecompensas a tiempo parcial. Pero yo le conozco, quizá acceda a devolveros vuestro barco.-
Todos parecieron acoger la noticia con agrado. Después de unas horas tan duras en el impío desierto, haber encontrado a alguien que pudiera guiarlos hasta su destino eran muy buenas noticias. Y con algo de suerte, hasta tendrían un lugar donde pasar la noche, y comer algo para reponer fuerzas. Mientras avanzaban, el sol fue bajado poco a poco en el ocaso, dando tregua a los Mugiwara y amainando el calor que emanaban sus rayos.

                                                                            ***


Había llegado ya la noche al oscuro desierto cuando las grandes puertas de Pluralia Tanctum se abrieron para dejar pasar a la tripulación Mugiwara. Para sorpresa de los piratas, la ciudad no presentaba un aspecto sucio o desconfiable, en realidad era una ciudad construida casi enteramente en madera y metal. Con trozos de chatarra y piezas sueltas que parecían sacadas de algún desguace, pero cuidadosamente colocadas para crear edificios y casas. Allí donde miraras había mercados, o grupos de personas intercambiando diversos objetos. A su vez, tablones enteros de carteles de "se busca" adornaban las calles. Afortunadamente ninguno pudo reconocer su rostro en ellos de camino al refugio de los Singularia Tanctum. El lugar era muy grande, con aspecto destartalado, y una gran puerta de chapa que lo protegía del exterior.
-Dejadme hablar a mi con él.- Dijo Ox, cuando hubieron estado frente la entrada- Trataré de convencerlo.-
El muchacho golpeó la chapa con los nudillos un número concreto de veces y la puerta se abrió ante ellos. Al entrar se podrían apreciar a algunos tipos, sentados aleatoriamente, o caminando de aquí para allá. Al fondo de la estancia, sobre un gran sillón con cierto aspecto steampunk, descansaba un muchacho de pelo negro y engominado hacia atrás, del cual un largo mechón se escapaba y cruzaba su frente y sus ojos. Una cicatriz atravesaba su ojo derecho en diagonal, casi llegando a su nariz. Bebía de una jarra metálica y en la mano libre sostenía un trabuco que parecía haber sido modificado.
-Bounty...- inquirió Sal-Ox, haciendo un cabeceo. El susodicho devolvió su saludo de igual forma.
-¿Qué haces aquí pequeño diablo?- Rió el líder de los Singularia.
-Menos cachondeo...he venido a pedirte un favor.- Bounty alzó una ceja y Ox continuó.- ¿Has encontrado un navío descarriado en el desierto en los últimos dos días?-
-Así es...-asintió el líder.- Uno con un mascarón de girasol y velas a rayas blancas y rojas. Una Jolly Roger de calavera con sombrero de paja ondeaba en la vela mayor. ¿Por?...-
-Lo sabía.- Apuntó el demonio.- Es de éstos muchachos, y van a tener muchos problemas si no se lo devuelves...además ¿había alguien a bordo? ¿No le habrás sacado las tripas no?.-
-Pues lo hemos intentado...-admitió, bebiendo de su jarra- Pero uno era un esqueleto y el otro un ciborg, no quedaba nada que sacar. Los dejaré libres si quieres, no me interesan. Pero no me desharé tan fácilmente del barco.-
La tripulación suspiró aliviada de que sus compañeros se encontraran en buen estado, pero aún debían resolver el problema de su navío perdido. Tras un rato de deliberación, Bounty apartó su copa y los señaló.-
-Está bien, hagamos un trato...- Todos devolvieron su mirada expectantes.- Yo os devuelvo vuestro barco...si vosotros me conseguís las ganancias que éste me pudiera haber proporcionado.-
-¿De cuanto dinero estamos hablando?- intervino Hineko, cruzándose de brazos.
-Que tal...¿200 millones de berries?- esbozó una sonrisa elocuente y los piratas perdieron el aliento.
-¡Eso es demasiado dinero! No lo conseguiremos...-la chica se mordió el labio-...la mitad. 100 millones y nos das nuestro barco.-
Bounty deliberó unos instantes y finalmente accedió de mala gana.
-Está bien, pero vuestro plazo para conseguirlo es de dos días, sin contar con ésta noche. ¿Trato hecho?-
Los piratas asintieron conformes, y el pacto fue cerrado. Ox les ofreció pasar la noche en la guarida de los Singularia Tanctum. Había habitaciones de sobra en aquel lugar, y se pasaba bien la noche. Cualquier sitio era ya mejor que el desierto así que todos aceptaron su gesto agradecidos de poder dormir en una cama caliente aquella noche.

                                                                             ***

Noe-moe se acurrucó plácidamente entre las gruesas mantas de su lecho. Debían rondar las 3 de la madrugada y por fin había conseguido conciliar el sueño cuando súbitamente un ruido de cristales rotos y golpes sordos la hizo despertar de golpe. Saltó de la cama como impulsada por un resorte y corrió a lo largo del pasillo, siguiendo la fuente del sonido. Escucho entonces un forcejeo y frenó frente a la puerta de Hineko. Su mano temblaba sobre el picaporte. Hizo de tripas corazón y abrió de golpe, paseando la mirada desesperada por la habitación. Allí no había nada. Ni nadie. Solo unos cristales rotos frente a la ventana abierta de par en par. Las cortinas silbaban al viento. Lo último que escuchó fue una risa grave y penetrante, y su vista descendió hasta fijarse en los brillantes granos de arena dorada que adornaban un camino desde la cama de la navegante, hasta la ventana.




viernes, 14 de diciembre de 2012

Caminos separados; ¡Que le corten la nariz!

"Espero que estés orgulloso..."

Tan pronto como los rayos de sol de la mañana comenzaron a penetrar tibios por la ventana del camarote de Hineko, ésta se revolvió entre las sabanas, rezongando ligeramente antes de salir de la cama y desperezarse. Puesto que en los días transcurridos había hecho bastante calor, se había acostumbrado ya a vestirse únicamente con un bikini durante la mayor parte del día. Cuando se lo hubo colocado, junto con sus sandalias, observó el log pose en su muñeca y sonrió al observar la aguja titilando en su lugar. Seguían con buen rumbo. Abrió la escotilla y sacó la cabeza para otear el horizonte. El clima era espléndido y el viento soplaba en su favor. Las cosas no podían ir mejor. Abandonó la sección de camarotes saliendo a cubierta y de inmediato un suculento olor inundó sus fosas nasales. En cubierta, sobre una parrilla, Sanji cocinaba un gran trozo de pescado. Su carne era blanca como la nieve y brillaba por su frescura. Esparcía por toda la cubierta un aroma que hacía la boca agua. Mas allá, descansaba sobre el césped el cadáver de una enorme cría de Rey Marino. El cocinero se mantenía silencioso y serio, únicamente afanado en su obligatoria tarea de dar de comer a la tripulación. Por otro lado, junto al enorme monstruo brincaban Luffy, Chopper y Usopp. Este último repetía todo el rato una retaíla sobre como un bravo pirata de nombre "Usopp el Fiero" se había enfrentado contra el más grande de los Reyes Marinos y lo había matado para dar de comer a sus compañeros. Hineko alzo una ceja, riendo levemente. Desde luego no era el mas grande ni por asomo, pero si era un Rey Marino, y tenía un tamaño considerable. En cuanto la vieron entrar, el pequeño Chopper corrió hacia ella y se paró dando saltitos frente a la navegante.
-¡Sugoi! ¡Sugoi nee! ¡Es increíble Hineko-sama! ¡Usopp-san ha pescado un rey marino!- Ella le sonrió y asintió despacio.
-Si, ya lo estoy viendo con mis propios ojos..- Se acercó lentamente a la criatura muerta y la observó mas detenidamente. Luego, su mirada se posó sobre el tirador.- Así que...Has sido capaz después de todo.-
-Sí, así es, y sin ayuda de nadie. - Contestó el muchacho, alzando la barbilla con orgullo. Hineko dio una palmada.
-Bien, te felicito...- Giró la cabeza y le dedicó una gran sonrisa al cocinero, que ahora servía porciones de pescado en platos individuales- ¡Sanji-kun! Tengo hambre aún no he desayunado...-
El chico rubio le devolvió la que debía ser su primera sonrisa de la mañana y se aproximó para ofrecerle un plato, pero Usopp tiró de la muñeca de la chica, reclamando su atención.
-He cumplido mi parte del trato...-dijo, esbozando una sonrisa que no escondía un rubor nervioso.- Ahora tienes que cumplir tu la tuya...-
Hine le miró un instante y sintió la sonrisa de Sanji crisparse a su espalda y sus uñas arañar suavemente el plato que sostenía. No obstante, rodó los ojos y asintió de buen talante.
-Tienes razón...he de cumplir.- Dicho ésto sujetó la larga nariz de Usopp y tiró de ella, atrayéndole hacia sí y dando un beso fugar sobre sus labios- Ya está.
-¿Eeeeeeh?- Se quejó él- ¿Y-ya está? Que corto...eso no ha sido...- Iba a continuar quejándose cuando la mirada asesina de Sanji se clavó en sus ojos con una intensidad demoníaca y ésto le provocó una risa nerviosa, limitándose a asentir y dar las gracias. El cocinero se colocó entre ambos empujando con el hombro al tirador para que se hiciera a un lado y entregar su plato a la chica. Usopp fue a quejarse de nuevo por el golpe pero Sanji se giró de inmediato, alzando la voz.
-Cierra el pico y ve a quemar los restos del cadáver del pescado, nagappana...-
-Quemarlos...que tonto eres Sanji-kun...baaaka Sanji-kun, eso nos lleva tiempo y combustible. Es mas fácil lanzárlos por la borda. - Le replicó el chico, rodeando lo que quedaba del Rey Marino en la red de  pesca, para alzarlo de cubierta y colocarlo pendiendo sobre la superficie del mar.
-No, no es buena idea.- Insistió Sanji, con tono tajante y rencoroso.- Te he dicho que los quemes y...-
Usopp no le dio tiempo a acabar, soltó la palanca y dejó caer el resto de la carne del Rey Marino a la mar.
-¡Ya está! ¿Ves que fácil? - El tirador alzó las cejas con suficiencia y Sanji enrojeció de rabia. Hineko colocó una mano tranquilizadora sobre su hombro y finalmente el cocinero volvió a su lugar de trabajo refunfuñando en voz baja.
Noe-moe salió de los camarotes justo cuando la navegante ya estaba acabando su desayuno y Usopp y sus dos fieles compañeros se dedicaban ahora a cantar tonadillas sobre el "Fiero Usopp". Se sentó junto a su amiga, acompañándola sobre la baranda de cubierta, e intercambiaron miradas un instante.
-¿Qué tal va?...- Murmuró Hineko, con tono preocupado y frunciendo el ceño. Por toda respuesta, Noe negó con pesadumbre.
-Nada...aún no me habla...a penas ni me mira...y ya ni recuerdo como es dormir acompañada.- Alzó de nuevo la vista de sus ojos, que se tornaban cada vez mas húmedos, buscando comprensión.- ¿Tu sabes lo que es eso, verdad?...- Hine asintió.
-Las noches son siempre frías para mi...- Noe-moe rompió en un llanto sordo y contenido, y su amiga la abrazó despacio y con fuerza, profiriendo un suspiro.- No te preocupes... - La tranquilizó- No tardará en arreglarse.-
Zoro fue el último en salir a cubierta con un sonoro bostezo, rascándose la nuca aún adormilado. Sanji lo observó apoyado en el marco de la puerta de la cocina, secándose las manos con un trapo.
-¿Donde están Franky y Brook?- Preguntó, sacando de su camisa un paquete de tabaco y una cerilla, dispuesto a encenderse un cigarro.
-Siguen durmiendo...Es increíble, son los menos humanos de aquí y aún así los que mas duermen, que vagos...-
-Permíteme discrepar...- Murmuró Sanji, alzando su ceja en espiral.- Tu tienes el récord de todos los tiempos en lo que a horas de sueño por día se refiere. -
El espadachín hizo caso omiso a la apuntación de Sanji y se sentó tranquilamente sobre el césped, observando el vaivén del navío sobre las olas.
-El mar está extraño hoy...- Murmuró, y Hineko le dirigió una mirada curiosa.
-¿Extraño? Yo lo he visto perfectamente normal...-
-No...- Repuso Zoro- El agua está mas oscura de lo normal...- Señaló la superficie del gran azul y la chica siguió la dirección de su dedo. Abrió los ojos poco a poco al ver que, en efecto, una enorme sombra oscura se agrandaba poco a poco bajo el casco del Thousand Sunny.
-Eso no es la mar...eso...es...- murmuró, un instante antes de que un brutal impacto sacudiera enteramente el barco. Todos perdieron el equilibrio y Sanji se apresuró a agarrar a Hineko antes de que impactara contra el suelo.
-¡Te lo dije!- Gritó, escupiendo el cigarro que sostenía entre los labios.- ¡No debiste tirarlo por la borda! ¡Les has servido la cena en bandeja y somos nosotros, imbécil!- La acusación llegó directa a los oídos de Usopp que, agarrado de un cabo, temblaba como una pluma en mitad de una ráfaga de aire.- ¡Nos vas a matar a todos!-
Las últimas palabras quedaron ensordecidas cuando un segundo golpe impactó sobre el Sunny Go, y éste voló por los aires como un barco de juguete en la bañera de un niño pequeño. Todos los tripulantes se agarraron a cuanto pudieron, algunos salieron despedidos, otros rodaron por cubierta, o impactaron contra diversos objetos.
Lo último que vieron antes de desmayarse, fue una espiral de cielo azul y arena parda.

                                                                           ***

Un calor asfixiante penetró en los pulmones de Hineko haciéndola despertar de golpe entre jadeos, buscando bocanadas de aire fresco. Abrió lentamente los ojos pero la intensidad de la luz la obligó a mantenerlos abiertos en una fina rendija para que sus pestañas filtraran parte de la fuerte claridad. Se encontraba mareada y desubicada, y miró a su alrededor, pero tan solo vio luz. Cuando poco a poco sus sentidos se fueron despejando y sus ojos acostumbrándose al clima, sintió la sensación suave pero ardiente de la arena bajo su cuerpo. Sin duda debía seguir viva porque aquella arena de color parduzco había amortiguado su caída. Se incorporó hasta sentarse y distinguió a lo lejos una serie de siluetas alargadas, que titilaban como líquidas debido al calor del aíre. Se colocó la mano sobre la frente, haciendo de visera contra el sol, y pudo comprobar que se trataba de tres katanas, clavadas sobre la arena de forma aleatoria, y más allá un cuerpo tendido sobre ésta, completamente inmóvil. Haciendo acopio de fuerzas se levantó del todo, y agradeció llevar puestas aún sus sandalias, ya que la superficie de aquel desierto ardía como una sartén al fuego. Se aproximó a las espadas y fue sacándolas una a una, sosteniéndolas bajo el brazo. Como había pensado, aquella silueta tendida en el suelo era la de Zoro. Se inclinó junto a el y le sacudió el hombro. El espadachín se despertó con un quejido molesto, llevándose la mano a la cabeza.
-¿Donde demonios...?- Murmuró, aún desconcertado.
-Parece que hemos ido a parar al desierto de una isla de verano...- cuando el muchacho se incorporó, ella le tendió sus katanas, que Zoro fue metiendo en su cinto. - No veo nada alrededor...es una tierra yerma...-
Él la miró y luego alzó la vista al cielo, mascullando maldiciones. Se quitó el pañuelo negro, anudado en su antebrazo, y se lo tendió a la chica.
-Póntelo sobre la cabeza, te protegerá de la insolación.- La navegante le dirigió una mirada extrañada y el samurai le insistió- Cógelo demonios...- Ella obedeció y se colocó el pañuelo sobre la cabeza. Zoro profirió una risa divertida al mirarla. - Ahora pareces una pirata clásica de verdad...-
-Deberíamos caminar...quizá encontremos algún lugar donde pasar la noche. En el desierto las temperaturas descienden de forma alarmante al caer la noche, y no deberíamos pasarla a la intemperie...- Murmuró Hineko, mirando alrededor. Sin decir nada, Zoro comenzó a caminar y la navegante lo siguió, esperando encontrar un lugar donde refugiarse durante su travesía sin rumbo.

                                                                            ***

Noe-moe hundió la mano en la arena ardiente y tiró de la camisa de Luffy, sacándolo a la superficie entre toses y suspiros.
-¡Aaaaaah. menos mal! Creí que me ahogaba...- dijo recolocándose su sombrero de paja sobre la cabeza. Al no reconocer el paisaje a su alrededor, se levantó rascándose la nuca. Tras él, Noe le contemplaba con gesto abatido. De la mano de la chica, caminaba Chopper, que le miraba entre lágrimas. Sobre su cabeza exhibía sus cuernos y orejitas de reno, totalmente desnudos.
-He perdido mi gorro...- Sollozó en voz baja.
-Debe haber sido durante la caída...- Apuntó Noe-moe. El capitán los observo con gesto de circunstancias y se inclinó a acariciar la cabeza del pequeño reno.
-Entonces tenemos que encontrarlo cuanto antes...- Esbozó una enorme sonrisa, y el sol arrancó destellos de sus dientes perfectamente blancos. Chopper asintió entre lamentaciones y Noe se agachó para cogerlo en brazos sobre su espalda, y así evitar que caminase con las patitas desnudas sobre la arena hirviente del desierto.
-Deberíamos caminar en dirección contraria a donde estamos. Quizá así lleguemos hasta donde el Thousand Sunny se estrelló. No podemos haber caído muy lejos de él, hasta me extraña no verlo alrededor...- Comentó la chica, y Luffy asintió con ánimo.
-¡Yosh! ¡Vamos! Cuanto antes comencemos antes llegaremos.-
Cuando comenzaron a caminar, el sol comenzó a esconderse tras las dunas.

                                                                            ***

Sanji descargó un fuerte puñetazo sobre la mejilla de Usopp, y el golpe seco resonó en eco de la oscura cueva. Lo alzó con fuerza del suelo y sus ojos brillaron con rabia en las sombras.
-Espero que estés orgulloso...- masculló entre dientes- nos has condenado a todos a morir de hambre y sed en el desierto por tu estupidez de pretender ser mas listo que nadie.- Volvió a lanzárlo contra el suelo rocoso y le dedicó una desdeñosa mirada desde su posición. Usopp le devolvió un gesto de miedo y arrepentimiento entre leves quejidos.- Escúchame bien...si llega a pasárles algo a las chicas por tu culpa...si Hineko llega a morir en este desierto...-su voz se volvió mas grave y amenazante a medida que continuaba.- Yo mismo te cortaré esa estúpida nariz...Y serás pasto de los Reyes Marinos...



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Segunda saga: Nuevo viaje, antiguos recuerdos.





La tripulación Mugiwara había recorrido la mar durante dos semanas ya, tras abandonar Enies Lobbie. El clima había sido favorable la mayor parte del tiempo, con temperaturas tropicales, y vientos suaves y cálidos. Hineko, en su conocimiento como navegante, había dictaminado que debían estar aproximándose a una isla de verano.
Sanji paseó la vista por las alacenas vacías de la cocina y las cerró con un suspiro. La nevera estaba a menos de la mitad de su capacidad ya, y se estaban quedando sin provisiones. Se arremangó la camisa y se afanó en hacer un refrescante zumo de frutas, cuidadosamente adornado, para reavivar el paladar de la tripulación. Una vez vertido en vasos de tubo salió a cubierta manteniéndolos en una bandeja plateada sobre su mano derecha. Las chicas, Hineko y Noe-moe, se relajaban recostadas sobre unas preciosas tumbonas que compraron hacía ya muchos meses en una isla de primavera llamada Tyrel. Lo recordaba a la perfección pues él mismo había ayudado a elegir las mas cómodas y dignas de las, a sus ojos, tan hermosas muchachas de la tripulación. Colocó una mano sobre el respaldo del asiento de Hine, y se inclinó ofreciéndole uno de los vasos que ella aceptó con gusto, agradeciendo el gesto. Había preparado tres zumos, dos para las señoritas, y uno para Chopper, pero éste no quiso aceptarlo ya que parecía ensimismado en dar buena cuenta de un algodón de azúcar que se había agenciado. Seguidamente se acercó a Noe, que le devolvió una mirada un tanto alicaída a través de los oscuros cristales de sus gafas de sol. No obstante aceptó el gesto por su parte y tomó el refresco, hundiendo la mirada en él. Sanji estaba seguro de que todos, y no solo él, se habían percatado del decaído estado de ánimo de la muchacha, que duraba ya por dos semanas. De alguna forma eso había afectado al resto de tripulantes. Noe-moe, que acostumbraba a ser una chica vivaz y alocada, llena de vida y entusiasmo, enérgica como una chispa revoloteando en el viento, a penas salía ahora de su cuarto y siempre mostraba profundas ojeras y ojos cristalinos. Era muy consciente de que si Hineko no la hubiera arrancado a la fuerza de su camarote aquella tarde, la chica no habría accedido a colocarse su bikini y dejarse tocar un poco por el sol. Mientras el cocinero permanecía sumergido en sus cavilaciones una cabeza cadavérica, precedida por una risa perversa, emergió por el lado derecho de la tumbona de la chica pelirroja. Ésta la miró un instante, y Brook, el esqueleto, le devolvió una enorme sonrisa.
-¿Sería tan amable de mostrarme qué se esconde bajo ese bikini, navegante-chan?...- Murmuró el músico. Hineko abrió los ojos y enrojeció de vergüenza. Los labios de Sanji se crisparon de ira y propinó una patada descendente sobre la cabeza del esqueleto, sin derramar si quiera una gota de los vasos sobre la bandeja.
-¡Idiota pervertido! ¡Hineko-san no va a enseñarte nada mientras yo viva!-
La risa de Brook se volvió mas estridente mientras se frotaba la frente debido al golpe y se marchaba animado, como si nada hubiera pasado.
-Nunca aprende...- Gruñó Franky, observando la escena desde detrás, de brazos cruzados. La visión de la alacena vacía volvió a la cabeza del cocinero y alzó la mano para pedir atención.
-Tengo que deciros algo, antes de que lo olvide. Estamos rozando el límite de provisiones en el barco, y debemos parar en alguna isla para repostar.-
Luffy, tumbado sobre el mascarón de proa como de costumbre, abrió un ojo para mirar a Sanji.
-¿Me estas diciendo que no queda comida?- Sanji dio respuesta afirmativa a su pregunta y Luffy observó las esponjosas nubes que surcaban el cielo- ¿Y entonces...no queda carne?...-
-No, no queda nada de carne- Sentenció el muchacho rubio - Tan solo algo de arroz, pescado y algas.-
El capitán saltó como un resorte y se colocó junto a él, tironeando de la manga de su camisa.
-¡Sanji! ¡Es una desgracia! ¡Vamos a morir de hambre! ¡Kamisama, no queda carne!- Se lamentaba a voz en grito. Usopp, sentado sobre la baranda, suspiró torciendo el gesto.
-¡Que escandaloso eres Luffy! No vamos a morir de hambre...- Sanji le dedicó una sonrisa fatídica. Por mala que fuera la noticia, le gustaba preocupar al asustadizo tirador.
-No estés tan seguro...a penas queda nada.- Usopp tragó saliva sonoramente, pero como de costumbre no quiso que su inquietud saliera a relucir frente a sus compañeros, así que forzó una gran sonrisa y se señaló con el pulgar.
-Entonces no temas, Sanji-kun...Yo, el capitán Usopp, temido en todos los mares, conseguiré comida suficiente para toda la tripulación.-
Los ojos de Chopper centellearon, y el pequeño reno se giró para mirarle, acongojado por sus aires de grandeza.
-¿De veras? ¿Tu puedes hacer eso? Es increíble...- Murmuró, arrancando un trozo de azúcar rosada de su algodón, para luego llevárselo a la boca.
-Por supuesto que puedo hacerlo pequeño Chopper, aún no conocéis mi auténtico potencial. -Amplió una sonrisa orgullosa y de fondo se escuchó un ruido de sorbido a través de una pajita. Hineko dejó el vaso sobre la bandeja en manos de Sanji al tiempo que se volvía hacia Usopp y se colocaba las gafas de sol sobre la cabeza, con una sonrisita poco convencida.
-¿Y como piensas hacerlo?...- murmuró, y todos guardaron silencio. Porque cuando Hineko lanzaba un desafío, Usopp era capaz de perder una pierna en el intento con tal de demostrar su valía frente a la navegante.
-¿C-como dices?- el artillero la miró un segundo, pero luego sus ojos fueron de un lado a otro con nerviosismo.
-Que..¿como vas a conseguir tanta cantidad de comida en medio del mar?-
-Pescando.- Sonó la voz de Zoro. Todos hubieran jurado que había estado durmiendo hasta entonces, pero ahora observaba la escena con un ojo abierto, sentado sobre el césped de cubierta y apoyado contra el mástil de la vela mayor.
-¡E-eso!- Clamó Usopp, triunfal.- Pescaré algo de comer.-
-Tendrías que pescar cientos de peces.- Dijo Sanji, rodando los ojos- Imposible...-
-A menos que pescaras un Rey Marino.- Junto a Hine, Noe-moe se deshizo de sus gafas mostrando sus ojos húmedos y cansados, pero sonreía divertida.
-Un Rey Marino...-murmuró la navegante, acariciándose la barbilla- Interesante azaña...-
Al escucharla, Usopp bajó de la baranda, donde estaba pescando, y recogió su caña.
-Eso no es nada, yo puedo hacerlo.- Ella aun no parecía convencida así que el muchacho tomo aire y sonrió.- ¿Qué apuestas a que mañana por la mañana cuando despiertes ya lo he pescado?-
Hineko profirió una risa divertida y cantarina y le tendió la mano.
-Si no lo consigues te cortaré la nariz. Pero no hay problema, ¿no?, porque pareces convencido de hacerlo.- Le guiñó un ojo y Usopp palideció un poco, pero tomó su mano y sonrió levemente.
-Está bien pero si gano yo, tendrás que darme algo...-
La atención creció ahora por parte de la tripulación y la muchacha ladeó la cabeza, sonriendo a la par que enarcaba una ceja.
-¿Qué tengo yo que puedas querer tú?-
El tirador le dirigió una larga mirada y se cruzó de brazos, manteniendo la sonrisa.
-Un beso.-
La bandeja plateada cayó al suelo desde la mano de Sanji con un estruendo de cristal y metal, y los refrescos se derramaron sobre las hebras de hierva.
-Serás miserable, embustero...- Masculló entre dientes, sus ojos azules ardían de rabia. Cuando dio un paso adelante con toda la intención de atizarle, Zoro sujetó su tobillo.
-Cálmate, cocinero. Todos sabemos que un humano enclenque no puede hacer lo que él se propone.-
Sanji sostuvo la mirada de los ojos del espadachín y volvió a su sitio, tomando aire y alzando la barbilla para guardar un digno silencio. El pacto estaba sellado, y Hine nunca faltaba a una promesa, ni una apuesta. La muchacha se retiró a su camarote, y Usopp siguió el balanceo suave de sus caderas al caminar frente a ellos, pero su vista se desvió rápidamente hasta mirar de soslayo el gesto homicida que se leía en los ojos de Sanji, por lo que subió al puesto de vigía a prepararse de inmediato. El cocinero recogió con parsimonia lo que había dejado caer, y entró en la cocina, de la cual comenzó a fluir un sonido de lavar de platos.
-Lo que hay que ver...- bufó Franky, tras el timón, en su puesto.
Se hizo un silencio en el cual Zoro y Noe intercambiaron una mirada, pero él cerró los ojos y volvió a sumirse en su interminable sueño, y ella se cubrió los suyos con las gafas, recostándose sobre la tumbona con un suspiro entristecido. La calma fue rota por la voz de Luffy que, parpadeando perplejo sentado en el césped dijo;
-Tengo hambre...-
A lo que Noe contestó;
-No eres el único al parecer...-
Y lanzó una rápida mirada a través de sus gafas al cubículo del vigía que se alzaba sobre su cabeza, en lo alto de la vela mayor.



lunes, 3 de diciembre de 2012

Cuando la mar reclama.

El viento siseó con fuerza en los oídos de Hineko cuando Kaku se precipitó al vacío desde la ventana de su habitación. Ella cerró los ojos un segundo esperando el impacto pero como siempre Kaku frenó con suavidad para comenzar a correr a toda velocidad a través de los edificios de la ciudad, de camino a la costa. Giró la cabeza y los largos mechones de su pelo rojo se revolvían al viento frente a sus ojos junto a la visión de un lejano punto negro que los perseguía en la lejanía, saltando en el aire con insultante facilidad. Se inclinó apoyándose en los hombros de Kaku y alzo la voz para hacerse oír.
-A éste paso nos tomará ventaja.- El muchacho asintió, consciente de ello- Para cuando lleguemos a la costa ya nos habrá alcanzado.-
-¿Qué sugieres?- Le preguntó él, apremiándola, y la chica puso en funcionamiento su cerebro. Se inclinó y susurró un par de cosas a su oído.- De acuerdo.- Contestó- Agárrate fuerte.
Hineko obedeció y Kaku descendió para aterrizar con facilidad. Al tiempo que la dejaba suavemente sobre el amplio borde de la muralla una sombra veloz como un rayo se abalanzó sobre él arrastrándolo varios metros y abriendo un surco en la superficie de piedra. La pirata contuvo un grito de sorpresa mientras su vista se posaba en el Thousand Sunny, que flotaba a apenas un salto de ella, y luego sobre los dos muchachos que peleaban a riesgo de caer al agua. Y Lucci iba ganando claramente. Escuchó el grito de Luffy a su espalda que le insistía en que subiera a bordo, pero sus ojos no se despegaban de la escena. Los puños de Lucci se descargaban sin ninguna piedad sobre el rostro y las costillas de Kaku, que no tenía tiempo siquiera de gemir a causa del dolor, y a duras penas podía defenderse. El estado de cólera de Lucci respecto a la traición de su compañero del CP9 era tal que se había olvidado de que ella estaba alli. Hineko tomó aire y se concentró al máximo. Cogiendo carrerilla echó a correr hacia ellos justo cuando Lucci alzaba a Kaku de la chaqueta para propinarle otro brutal golpe en la cara. Cuando los alcanzó, Lucci alzó la vista a tiempo para ver como la chica atravesaba a Kaku por completo como si éste estuviera echo de humo y embestía con una fuerza brutal contra él, haciéndolo caer con ella al mar. En cuanto el cuerpo de Rob Lucci atravesó la superficie cristalina Hineko lo sintió volverse pesado de inmediato y dejó de moverse al instante. A través de una visión borrosa por el agua pudo observar el gesto, confundido y abrumado de él, que la observaba con los labios entreabiertos, por los que se escapaban perladas burbujas del aire que lo mantenía vivo. La chica se apartó de él y pataleó con fuerza hacia la superficie, tomando una gran bocanada de aire al alcanzarla. Sintió como algo se enrollaba alrededor de su cintura y la alzaba con fuerza fuera del mar, haciéndola caer sobre la cubierta del barco. Hineko se levantó a trompicones tosiendo por la falta de aire.
-¡No! ¡Esperad! ¡Si no lo sacamos se ahogará!- Zoro, que miraba el agua con gesto crítico frunció el ceño.
-Déjalo...que así sera...-
-¡No! ¡Por favor!- Gritó la voz de Noe-moe desde el castillo de popa, que observaba también con gesto preocupado. Rápidamente alzó una larga soga enrollada y, no sin esfuerzo, se la lanzó a su compañera, que la cogió al vuelo y la desenrolló para lanzar un extremo al agua. La cuerda se hundió lentamente en el mar y todos esperaron en tensión unos segundos. Cuando Hine sintió el leve tirón bajo el agua, alzó el cabo con fuerza hasta que la cabeza de Lucci asomó en la superficie, solo consciente a medias, pero agarrado de la soga con la mano derecha. Luffy arrancó la cuerda de las manos de Hineko que le observó sin comprender, y acto seguido le lanzó el cabo a Kaku que lo agarró con el ápice de fuerzas que quedaban en su cuerpo, y arrastró a Lucci hasta ponerlo en tierra firme. La muchacha comprendió entonces el gesto de su capitán. Así ambos estaban en deuda, y Lucci no podría dañarle mas.
Zoro levó anclas con prontitud y el barco de los Mugiwara zarpó con un traqueteo. Sobre la muralla, un magullado Kaku le dedicaba la última sonrisa a la pirata pelirroja, que leyó en sus labios un "te quiero" y esta vez, ella se lo devolvió. Con suaves pasos Noe-moe se colocó junto a ella en la popa, y ambas observaron como las dos siluetas, completamente vestidas en negro, desaparecían en el horizonte, junto con la ciudad de Enies Lobbie. Hineko se llevó una mano al pecho sabiendo que sin haberlo querido se había dejado en aquel lugar una parte de si misma, y las pérdidas siempre eran dolorosas. Los ojos de Noe derramaron un par de lágrimas que ella misma no comprendió, y que se apresuró a secar de sus mejillas.
-Somos...libres...- Susurró, girando el rostro para mirar a su amiga, aún con ojos húmedos.
-Te equivocas...- Contestó la otra.- Una pequeña parte de nosotras ya nunca lo será...-
El sol se alzaba sobre el océano, haciendo centellear la superficie del agua, y desparramando los rayos del amanecer por la cubierta del Thousand Sunny. Cuando la calidez impactó sobre el rostro de las muchachas, ambas sonrieron suavemente, sintiéndose reconfortadas. Habían escapado de una muerte segura. Algo tironeó de la muñeca de Hine, y ésta se giró despacio. Frente a ella un maltrecho Sanji la observaba con una radiante sonrisa y una brillante mirada. Ella no dijo nada, tan solo le devolvió la sonrisa con un gesto dulce y lo abrazó en silencio ahora que podía hacerlo de nuevo. Sobre cubierta, toda la tripulación observaba con una sonrisa, a excepción de Usopp y Brook que permanecían tumbados sobre un par de camillas mientras Chopper los reconocía y curaba. Noe-moe se acercó a Zoro, que en silencio se mantenía apoyado sobre la baranda en el castillo de popa.
-Me alegra estar libres de nuevo...no soportaba pensar que pudieran hacerte daño- susurró la chica, rodeando la amplia espalda del espadachín. Éste se giró lentamente para mirar a sus ojos sin decir una palabra y ella se separó poco a poco al notar un toque extraño en su gesto. Zoro pasó despacio el pulgar por la mejilla derecha de la chica y la encontró húmeda aún. Volvió a mirarla.
-¿Y lloras la pérdida?- Dijo solamente, antes de separarse de entre sus brazos y bajar a cubierta, internándose en los camarotes.

                                                                          ***
El atardecer arrancaba destellos anaranjados de las olas. Los párpados de Luffy pesaban cada vez mas, entrecerrando sus ojos mientras permanecía tumbado boca abajo sobre el mascarón de proa del navío. El Thousand Sunny avanzaba a buen ritmo, impulsado por una cálida brisa que indicaba que debían estar cerca de una isla de verano. El muchacho sonrió para sí.
-Me pregunto cuanto habrán subido el precio de nuestras cabezas...- Murmuró adormecido, balanceando el pie con parsimonia.- Ha sido una buena aventura...- Alzó la vista al cielo y luego la depositó de nuevo sobre la mar.- Pero ya estamos de vuelta...y pronto listos para una nueva aventura...-amplió su sonrisa y lentamente se colocó su apreciado sombrero de paja sobre los ojos, cubriendo su cabeza y su rostro- porque la mar nos reclama.

FIN