-¡Seguro que le has guiado hasta aquí al transportar ese enorme navío por todo el desierto!-
-Ese barco parecía abandonado, no es culpa mía. Ya he dicho que les compensaré de alguna forma...-Bounty, que se acariciaba la barbilla pensativo, se levantó de su trono y avanzó hacia el muchacho.
-Si...se me ocurre una gran forma...-Ox entornó los ojos con aire amenazador y su aura se volvió algo mas oscura. La noticia no le había sentado nada bien tampoco y estaba mas arisco de lo normal.- Vas a llevarnos hasta él...y así podré rescatar a la dama de cabellos de fuego...-Bounty alzó una ceja y suspiró con ademán resignado.
-No tengo otra opción...pero el navío se quedará aquí. Os sacaré de la ciudad sin ser vistos, para que no linchen a los piratas. Una vez lleguemos a Arabasta, me desentiendo de vosotros. - Le tendió la mano para cerrar el pacto y el muchacho demonio la estrechó.
-Trato hecho...- Habiendo aceptado las condiciones abandonó la sala para reunirse con la tripulación, a la que se habían unido recientemente Brook y Franky.
Luffy, que se paseaba de un lado a otro de muy mal humor, mascullando y balbuceando maldiciones, lo observó sentándose de pronto en el suelo de brazos cruzados.
-¿Qué ha dicho?-
-Creemos saber quién se la ha llevado...y el jefe accede a llevarnos hasta él. Yo os acompañaré también...-Ox asintió con aire heróico- no puedo quedarme de brazos cruzados ante semejante crimen atroz.- Sanji saltó de pronto, soltando a Noe, y se acercó al chico agitando el puño.
-¡Serás aprovechado! Tu solo quieres ser el primero en salvarla para que se enamore de ti porque le has echado el ojo. ¡Te voy a dar...! - Luffy alzó la voz por encima de los gritos del muchacho rubio.
-¡Alto, Sanji!...Nos acompañará, porque quiero un demonio en la tripulación y no se hable más. ¡Ya está decidido!- Ox esbozó una sonrisita de suficiencia y el cocinero volvió a sentarse, encendiéndose un cigarro con frustración. Bounty irrumpió en la sala y todas las miradas se posaron en él. Llevaba su trabuco enfundado a la cintura y una mochila en la espalda.
-¿Estáis listos?...He abierto la puerta trasera para salir.- Todos se levantaron asintiendo. Le siguieron entre un silencio pesado que se había apoderado de la tripulación debido a la preocupación, y que era únicamente roto por los sollozos de Noe-moe. - Hacedla callar de una vez demonios, lleva llorando toda la noche...- Reprobó el jefe de los bandidos, con gesto molesto. De pronto, Zoro saltó frunciendo el ceño.
-Perdónala, lleva unos días muy difíciles.-
Todos se observaron y Noe guardó silencio, bajando la vista con desconcierto y conteniendo las lágrimas. Una vez en la puerta trasera un camello y un par de caballos esperaban a la tropa.
-He trazado la mejor ruta pasando por el gran oasis hasta Arabasta. Si vamos a buen paso, habremos llegado allí en un par de días.-
Asimilaron la información mientras subían a Chopper y Noe en el camello y uno de los caballos respectivamente. Bounty monto en el corcel restante, blanco y parcheado de motas color caoba.
Emprendieron su marcha bien temprano en la mañana, con Bounty y Sal-Ox a la cabeza.
***
Había perdido la consciencia durante el viaje y no sabía como había llegado a aquella oscura celda. Hacía frío, pero el ambiente era seco. Unas esposas sujetaban sus muñecas a la espalda y una correa mantenía su cuello apresado a una cadena en la pared. A penas recordaba nada de la contienda que había mantenido con su secuestrador en Pluralia Tanctum, tan solo recordaba una enorme mano cubriendo sus labios y la arena deslizándose por su piel. Fuera como fuese, decidió que no quería quedarse allí un solo segundo mas. Inspiró hondo, haciendo acopio de fuerzas, y comenzó a tirar de las esposas. El metal empezaba a crujir y ceder bajo su enorme fuerza cuando unos fuertes pasos la sobresaltaron y alzó la vista para observar la enorme figura que la escudriñaba desde fuera. La puerta se abrió y el individuo se aproximó a ella. La luz que desprendía el puro entre sus labios iluminaba parcialmente el rostro cruzado por una larga cicatriz de su captor. Tomó el puro entre los dedos y dio un suave toque sobre él, dejando caer las cenizas al suelo. Cuando abrió los labios para hablar su voz grave y profunda inundó los calabozos.
-Tendrás que perdonar a mis sirvientes...cuando les dije que te buscaran un lugar apropiado debieron entender mal. Lamento que te hayan metido aquí...-A medid que hablaba, iba desencadenando a la confusa Hineko, que le observaba de reojo intimidada por su estatura. No parecía un bandido de mala muerte. Vestía buenas ropas, con un gran abrigo de piel que descansaba sobre sus hombros. Además la única mano que le alcanzaba a ver, lucía repleta de anillos dorados. Alzó a la chica y cuando su gran mano rodeó de sobra su brazo pudo confirmar que definitivamente aquél tipo debía medir unos 2'50 metros aproximadamente.
-Permíteme que te muestre unos aposentos mas adecuados para ti.- Continuó, sacándola de aquella celda. Subieron unas largas escaleras hasta llegar a un pasillo repleto de habitaciones. Abrió una y la invitó a pasar. Ésta era amplia y lujosa, adornada con hermosos muebles, una cama con dosel y un amplio ventanal. Hineko se dio cuenta entonces de que llevaba mucho sin pronunciar palabra.
-Que...¿Qué está pasando aquí?- murmuró la joven, desconcertada en extremo.- Me has secuestrado...pero me ofreces una estancia en una hermosa habitación, sin esposas ni barrotes...-entornó los ojos con aire de sospecha.- ¿Qué es todo ésto?.-
El hombre profirió una breve risa gutural.
-¿Secuestrar?...Querrás decir mas bien rescatar...-
-¿Cómo dices?.- La chica avanzó un par de pasos hacia él, encarándole.
-Por favor, deja que me explique...-tomando aire pausadamente comenzó a relatar.- Eras una pirata en la ciudad de cazarrecompensas mas famosa del mundo...Si no te hubiera sacado de allí aquel tipo infame, Bounty Sandwalker, te hubiera degollado en mitad de la noche y cobrado la recompensa por tu cabeza. A quién se le ocurre meterse en la sede de Singularia...-aspiró el humo de su puro dejándolo salir poco a poco después.- Continuaré diciendo que no creo que tus amigos te tengan en verdadera estima, ni vayan a enfrentarse al desierto solo por ti. Pasamos toda la noche viajando y no ví un solo indicio de que trataran si quiera de seguirnos. Por último añadiré que sé que no escaparás y por ello no necesito encerrarte entre barrotes. Mis razones son muy simples. La primera es que lo mas probable es que los hayan matado a todos durante la noche, por eso no nos rastrearon. Aun así, suponiendo que haya una remota posibilidad de que hubieran sobrevivido, sé que tu misma preferirás no volver junto a ellos por razones personales...-Fijó su mirada en la chica, carente de palabras, y añadió- Que tienen que ver con Enies Lobbie...-
Hineko estaba sin habla. Había escuchado todo el discurso con labios entreabiertos en un gesto estupefacto. Su corazón se esforzaba en negar la realidad que aquél tipo le exponía, pero su cerebro racional había atado cabos, y su esperanza se derrumbaba por momentos.
-A...qué te refieres?...- aventuró ella, en un hilo de voz.
-Ha llegado a mis oídos tu historia en Enies Lobbie...Se que no eres una chica corta de entendederas y que no quieres que llegue el momento en que eso se desvele en tu tripulación y seas despreciada por haber defraudado a las personas que quieres. - Concluyó con semblante inalterable.- Yo, en mi condición de pirata, y habiendo sabido de ti, decidí apiadárme, pues te considero interesante. Se que tienes algo que te diferencia del resto de tu tripulación, por eso me fijé en ti, y te traje aquí, porque aquí estás segura. Aquí estas lejos de todo aquello que puede dañarte, de aquello de lo que tratas de huir.-
Hine se dejó caer sentada sobre la cama, abatida ante la irrevocable verdad de éstas palabra. Fijó la vista en el suelo, tratando de asimilarlo.
-No obstante si a pesar de todo decides rechazar mi amabilidad y marcharte, eres libre de irte, pero si allá donde vas no te quieren, no te permitiré volver. - Apagó el puro y esbozó una leve sonrisa.- Tienes ropa en el armario y la cena se sirve a las 10 en el comedor...dejaré que lo pienses.-
Dicho ésto se marchó por donde había entrado, dejándola a solas con sus pensamientos.
***
La noche se estaba cerrando cuando los Mugiwara llegaron al gran oasis del que había hablado Bounty, y que se encontraba a mitad de camino entre Pluralia y Arabasta, la ciudad a la que pretendían llegar. El gran lago de agua reflejaba la luna y un cielo estrellado en la superficie cristalina, rodeado de altas palmeras que exibían grandes cocos. Algunos ya habían caído de puro maduros y Usopp, Franky y Zoro se afanaban en abrirlos para repartir el blanco corazón del fruto entre toda la tripulación. Noe-moe y Sanji comían en silencio, ligeramente apartados y considerablemente mas decaídos que los demás. Zoro, al acabar la faena, fue a sentarse al pie de una palmera, y de allí no se volvió a mover. Una atmósfera densa pesaba sobre el grupo y ni siquiera Luffy o el dicharachero diablo Sal-Ox estaban de humor para hacer bromas. Cuando hubo acabado de comer, Usopp tuvo la idea de darse un baño en el claro oasis para tratar de despejarse. La tripulación no estaba demasiado contenta con él, por lo que al principio nadie le acompañó. Al cabo de un rato, Chopper se levantó también y le pidió que le ayudara a bañarse con él puesto que no llegaba a hacer pie en la balsa de agua. El tirador y el pequeño reno siempre habían estado unidos como grandes amigos, y no tardaron en pasarlo bien y disfrutar del baño, salpicándo agua entre risas. El observarlos fue aligerando poco a poco la tensión y pronto el capitán, el esqueleto Brook y Franky los acompañaban. Puesto que no era agua de mar no tenían que preocuparse por hundirse debido a sus Akuma-no-mi. Poco a poco la tripulación al completo, a excepción de Zoro y Bounty, estaba disfrutando de un baño tranquilamente en el agua recalentada por el sol durante el día. Cuando el clima comenzó a enfriarse todos salieron y se afanaron en encender una hoguera para mantenerse cálidos durante la noche. Bounty sacó de su mochila algunas mantas para dormir sobre la arena y todos se fueron acomodando junto al fuego. Noe trataba de conciliar el sueño, pero el llevar poca ropa y su cabello mojado empapando su espalda no se lo permitían. No conseguía entrar en calor a pesar del fuego. Cuando comenzó a estornudar cada poco tiempo, echó una mirada fugaz a Zoro. Le hubiera gustado que la abrazara y mitigara así su frío. El muchacho le devolvió la mirada un instante al escucharla estornudar, pero volvió a cerrar los ojos, ignorando el gesto. La chica se acurrucaba más cuando Bounty se levantó lentamente y alzó la manta sobre la que dormía de la arena, sacudiéndola y arropando con ella a Noe, cediéndosela para que no pasara frío. Tras ésto, en silencio, volvió a tumbarse. Ella lo observó algo sorprendida, y murmuró un cohibido "gracias", realmente conmovidaa ante el gesto. Bounty dibujó una amplia sonrisa, manteniendo los ojos cerrados y las manos tras la cabeza a modo de almohada. La muchacha concilió el sueño en seguida, pacíficamente dormida entre las mantas.
Aun apoyado sobre la palmera, Zoro observaba la escena con un ojo entreabierto, que lentamente volvió a cerrar sin decir una sola palabra.