![]() |
"Déjame decirte pues...que no estás sola." |
Sobre los cristales del ventanal se adivinaba el frío relente de la noche escurriéndose por la superficie transparente. Hineko había encontrado el lavabo amplio y pulcro, y se había sumergido sin reparos en un baño cálido y revitalizante. Ahora, sentada sobre el borde de la cama, su larga melena roja y mojada de agua tibia, descansaba sobre su espalda creando ondas sinuosas de cabello brillante sobre la blanca piel. Lentamente se colocó unas suaves medias negras de liga, que dejaban entrever levemente sus piernas bajo el tejido transparente, y enfundó sus curvas en un ceñido vestido rojo, que encontró algo pequeño de talla. Hundió los pies en un par de tacones negros que se fundían con las medias dando a sus piernas un aspecto mas largo y elegante del que ya poseían. Se encontró preparada a apenas diez minutos de la cena, y se apresuró al comedor con la cabeza aun llena de dudas. Caminaba ligeramente ausente y meditabunda. Se abrió ante ella la gran puerta de caoba oscura, rematada con picaportes dorados, que daba paso a un amplio salón comedor. Éste estaba atestado de hermosas decoraciones. Una lámpara de araña apagada extendía sus brazos sobre la larga mesa repleta de diversos manjares de tierra y mar. La estancia estaba iluminada por el cálido fulgor de una gran chimenea que crepitaba en la pared derecha.
Su anfitrión la observaba con una permanente y ensombrecida sonrisa dibujada en el rostro, que arqueaba sutilmente la cicatriz que cruzaba sus mejillas.
-Me alegra que hayas decidido venir...- extendió su amplia mano, repleta de joyas, abarcando la silla vacía frente a él en un gesto- Por favor toma asiento y disfruta de la comida...-
En absoluto silencio, la muchacha obedeció, retirando la silla para sentarse cara a cara con él, a pesar de que debido a la longitud de la mesa, estaban bastante lejanos. Mientras cortaba un suculento y brillante pedazo de carne, advirtió que él la observaba con un deje de extrañeza y le devolvió la mirada.
-¿No has tomado un baño? - Ella afirmó con la cabeza- Tu cabello está prácticamente seco ya...-
Hineko reanudó su tarea con el filete mientras contestaba.
-La temperatura de mi cuerpo es superior a la media...mi pelo se seca muy rápido al contacto con mi espalda.-
La sonrisa de Crocodile se agrandó y la acompañó en la comida. Más tarde el postre reposaba ya sobre la mesa cuando un comentario puntual se deslizó entre los labios del hombre.
-Veo que la poca ropa de mujer que había en el cuarto luce especialmente bien en ti.- La navegante le observó un largo rato e, ignorando el comentario, contestó.
-Me habéis proporcionado ropa, comida y cobijo pero ni siquiera se vuestro nombre aún.-
-Crocodile...- El nombre retumbó especialmente amenazador prendido a su voz grave- Puedes llamarme Sir Crocodile.- Memorizó la información terminando su postre y hasta que el no se hubo levantado de la mesa, ella no lo hizo tampoco, por pura cortesía.
-Deberías ir a descansar por hoy. Imagino que ha sido un día duro y bastante agotador para ti. - Al observar que la navegante le daba la razón con una suave inclinación de cabeza, añadió- Si necesitas cualquier cosa...mi habitación está contigua a la tuya.-
Dicho esto colocó un puro entre sus labios que encendió con soltura y seguidamente abandonó la estancia.
Hineko se aproximó a la chimenea y observó las brasas arder en su interior. Las llamas bailaban frente a ella consumiendo la madera como lenguas de fuego. El calor la reconfortaba, pero no conseguía aplacar la duda y la angustia que roía su interior.
***
Los Mugiwara habían reemprendido su marcha temprano en la mañana, y la tropa avanzaba lenta pero eficazmente. Ox había hecho aparecer a su espalda un par de alas negras de murciélago, y revoloteaba alto en el cielo, oteando mas allá de donde los ojos de los demás alcanzaban a ver. Cuando la mañana dio paso a la tarde, y los implacables rayos de sol se cernían sobre la tripulación, decidieron tomar un descanso para almorzar. Bounty, que había salido bien provisto de su ciudad, repartió entre los presentes unas tortas de maíz y algunos onigiri de arroz, que poseían en el interior un centro dulce y ligeramente pastoso. Se llenaron el estómago teniendo cuidado de racionar la escasa y preciada agua que poseían y reanudaron prestos el viaje. Caminaron sin descanso y sin muchos comentarios, todos se sentían inquietos y preocupados. Cuando la tarde hubo avanzado considerablemente, un grito de Sal-Ox desde las alturas llamó la atención del grupo.
-¡Tierra! -Gritaba animado- ¡Veo tierra!-
-¡Yo también veo tierra! -Gruñó Zoro- está por todas partes ¡y se mete en mis botas!- Ox resopló con hastío.
-No idiota, ¡que veo la ciudad! Arabasta ya está frente a nosotros.-
Luffy y Sanji intercambiaron una gran sonrisa y, cuando al caer la noche las cúpulas y edificios de Arabasta comenzaron a surgir frente a sus ojos, reluciendo bajo la luna, todos echaron a correr, henchidos de nuevas esperanzas.
***
Hineko se revolvía tiritando entre las sábanas. Había tenido el infortunio de comprobar en sus carnes que, puesto que su habitación no poseía chimenea alguna, por las noches era tremendamente fría. No tenías más ropa que el pequeño vestido rojo que no la protegía de las gélidas noches del desierto. Finalmente, en vista de no poder concebir el sueño, abandonó la cama y salió al pasillo. Junto a su cuarto observó la puerta oscura de la habitación de su anfitrión. La miró dudosa por un rato, rodeándose a sí misma con los brazos para mitigar el frío que inundaba todo el pasillo, y se calaba en sus huesos. Cuando por fin alzó la mano con la intención de llamar, la puerta se abrió sola para mostrar la alta figura de Crocodile, que la observaba desde el otro lado. Nada había cambiando en él a excepción de la ausencia de su peludo abrigo que normalmente descansaba sobre sus hombros, y un par de mechones de oscuro cabello negro que pendían frente a sus ojos, despeinados. Con un gesto del brazo la invitó a pasar con una silenciosa sonrisa y por algún motivo tuvo la extraña sensación de que ya la había estado esperando.
-Siento molestar...-susurró la muchacha- pero tengo que decir que mi cuarto...-
-¿Es muy frío?.- Terminó él, sacando del armario un abrigo parecido al suyo, pero de menor talla, que colocó sobre los hombros de la joven. Ella se arrebujó entre el cálido pelaje con un suspiro de alivio. Aquel cuarto si era muy cálido, puesto que una chimenea lucía encendida en una esquina. Una tenue música japonesa tradicional inundaba la habitación, confiriéndole un aire de paz y armonía. La cama, mucho más grande que la suya, aún permanecía intacta, y un hermoso balcón daba el toque final a la estancia.
-Tendrás que disculparme -le dijo él- supuse que ese cuarto no sería un problema, pero supongo que incluso para alguien de tu temperatura corporal es demasiado frío.-
-Agradezco la amabilidad.-dijo ella a media voz, paseando la vista por la estancia hasta centrarse finalmente en él.
-Puedes pasar la noche aquí si te place, por hoy. Ya me encargaré de arreglar el problema de la temperatura en tu cuarto. -Al ver que la navegante se limitaba a mirar a suelo ahora con aire turbado, exhaló una última bocanada de humo y apagó el puro sobre la superficie dorada del garfio en su mano izquierda. El garfio. Entonces fue cuando advirtió su presencia por primera vez, ahora que el abrigo no lo cubría. La chica abrió los ojos lentamente en una expresión de sorpresa que ella misma no pudo controlar, y le escuchó reír levemente.
.¿Qué? ¿Te da miedo? Creí que ya lo habías visto, pero veo que me equivoqué...-Hineko volvió a mirarle a los ojos, recomponiendo el gesto. Lo cierto es que mas que pavor, aquel dorado y brillante garfio le producía algo parecido a la fascinación.
-Aún sigues preocupada, ¿cierto?.- Ella siguió sin pronunciar palabra, pero él debió haberlo leído en sus ojos y la muchacha sabía que había dado en el clavo- A veces a las personas les cuesta asimilar la realidad cuando es amarga...-se había colocado a su espalda y había reposado la mano sobre el hombro de la chica. Ella la observó, repleta aun de brillantes anillos- Déjame decirte pues...que no estás sola. -Había dado con una frase perfecta que casi sin ella saberlo, había atenuado el dolor del corazón de Hineko. Ahora le escuchaba con atención, con los labios levemente entreabiertos.- Ahora yo estoy aquí...-La rodeó lentamente hasta estar frente a ella y colocó la mano sobre su brazo, apretando levemente en un gesto reconfortante, y otorgándole así un apoyo a la chica, que ahora le observaba con ojos ligeramente brillantes- Yo puedo salvarte de todo lo malo. Yo te ofrezco un hogar y protección...y a cambio tan solo pido tu compañía y ayuda...¿Aceptas?.-
Se inclinó levemente para acercarse a ella y la muchacha escrutó sus ojos verdes. Ella no quería estar sola. La realidad de haber perdido su hogar y su familia la atormentaba con un dolor incalculable, que se mitigaba levemente con las palabras de aquél hombre. Podría tener un hogar. Podría tener a alguien a su lado. Estar a salvo. No estar sola.
-Acepto.- Contestó en un susurro.
-En ese caso me encargaré de colmarte con los dotes propios de una...-despacio se quitó uno de sus relucientes anillos, del dedo meñique, y lo introdujo en su dedo corazón- reina...-
Hineko observó la joya reluciendo en su mano, y por primera vez le sonrió.
-Gracias...-
-No tienes por que darlas. Me alegra tenerte aquí. A cambio toma tu merecido descanso, mañana hay una tarea que hacer. -La atrajo suavemente del brazo para guiarla hasta la cama y depositarla con cuidado sobre ésta. La chica se deshizo del abrigo que pendía sobre sus hombros y lo dejó cuidadosamente doblado sobre la butaca colindante a la cama. Se desprendió del vestido, para no arrugarlo y se introdujo entre las sábanas con su antiguo bikini como ropa interior. La llama de la vela en la mesita de noche bailaba sobre la mecha, y la muchacha echó un último vistazo a la silueta de Crocodile frente al balcón cerrado, observando el desierto de espaldas a ella. Sus ojos se entrecerraban de sueño bajo el peso de sus párpados. Vio como la llama arrancaba destellos azulados de la gema en el anillo que ahora portaba y, poco a poco, quedó dormida entre la calidez de las mantas.
***
Serían las tres de la madrugada cuando el grupo de piratas acompañados por el bandido y el muchacho diablo entraron en la posada mas cercana a pedir información sobre un tal "Sir Crocodile". Luffy no sabía de él mas que aquello que Bounty le había contado, que era un shichibukai, un pirata a las órdenes del gobierno, y con el alma mas negra que el carbón. Al escuchar el nombre, el dueño de la posada en seguida les habló de un importante y lujoso casino en Arabasta, llamado Rain Dinners, que era a su vez el hogar del famoso pirata. Les indicó amablemente la ruta hasta el lugar, y tras degustar una sabrosa sopa de miso que el posadero hubo preparado para recuperar fuerzas del viaje, se adentraron en las sinuosas calles de Arabasta, en busca de aquel casino, de su navegante, y del hombre que se la había llevado con él.
***
La luna estaba bien alta y el sol ni siquiera había hecho indicio de presencia cuando alguien sacudió suavemente el hombro de Hineko, despertándola de su profundo sueño. Al abrir los ojos aún aturdida, la imponente figura de Crocodile la observaba junto a la cama.
-Arriba preciosa...hay un favor que necesito que me hagas.-
Aun demasiado dormida para pensar en nada, la navegante salió de la cama arregañadientes y se colocó el vestido. Cuando se hubo lavado la cara y despejado, tras arreglarse apropiadamente, ya parecía estar despierta y en forma. Se colocó el abrigo para mitigar el frío de la noche, y su anfitrión le tendió el brazo, que ella tomó para que la guiara fuera del corredor. La noche era fría y oscura mientras recorrían las calles de la ciudad. Aunque no acababa de comprender que ocurría ni a donde la estaba llevando, tampoco le importaba, pues no tenía nada que perder ya.
Tras un breve paseo detuvieron el paso frente a un imponente edificio. Su estructura simulaba una esfinge egipcia, pero en lugar del torso de una mujer, poseía una gigantesca y dorada cabeza de cocodrilo. Donde debía estar su pecho, había una lujosa puerta de entrada con un rótulo que citaba "Rain Dinners". Hineko observó la enorme construcción, y preguntó intrigada.
-¿Qué es este sitio?-
-Mi casino. Mi antigua casa...-Su oscura mirada penetrante relucía en la noche al mirarla- Te he traído aquí porque, ya que he cambiado de asentamiento recientemente en secreto, quiero que lo destruyas. Para no llamar demasiado la atención, he decidido hacerlo durante la noche.-
-D-destruirlo...-La chica parpadeó varias veces, perpleja.
-Ya no me sirve, y no quiero que alguien se apropie de él por las buenas. Vamos...-Sonrió con un gesto mas intenso.- Saca esa rabia que llevas dentro. Se que puedes hacerlo, gata de fuego.-
Tragando saliva la chica alzó la barbilla y caminó hasta entrar en el edificio. Durante varios minutos no ocurrió nada en absoluto y Crocodile frunció el ceño, extrañado. Poco después el suelo comenzó a temblar y todas las puertas y ventanas del Rain Dinners estallaron entre ráfagas de fuego. De dentro a afuera el edificio se fue colapsando y haciendo pedazos, que volaban entre un gran vórtice de llamas que se alzaba al cielo de la noche. En el centro de éste, Hineko flotaba unos centímetros por encima del suelo, elevada por la combustión y el aire caliente. Tenía los ojos cerrado en un gesto de concentración y las manos extendidas a los lados del tronco. Cuando los últimos pedazos restantes del casino se fueron reduciendo a cenizas que danzaban en el aire, para luego depositarse a los pies de la muchacha, las llamas cesaron y ella devolvió los pies al suelo para volver junto a Crocodile, que le dedicó una gran sonrisa de satisfacción.
-Excelente mi pequeña Hineko. Ya lo verás...-le alzó el rostro desde la barbilla con el dedo índice, y ella devolvió su sonrisa- a mi lado dejarás de ser una indefensa gatita...-apartó la mano con delicadeza y extrajo del bolsillo de su abrigo un reluciente anillo dorado, con un rubí en forma del perfil de un león engarzado-...y pasarás a ser una fuerte leona hambrienta.- Lo colocó lentamente en su dedo índice y, tomándola de la mano, trazaron su camino de vuelta a casa de nuevo.
***
El firmamento comenzaba a iluminarse, despuntando destellos de color malva y azul, pero la oscuridad aún permanecía. Las brasas brillaban aún humeantes frente a la tripulación pirata. Habían recorrido toda la ciudad y hecho un tremendo viaje para encontrar que aquello que buscaban, había quedado inexplicablemente reducido a cenizas.
-Esto no tiene sentido.- Escupió Sanji, pateando la cenizas entre resoplidos de exasperación.
-¡Ah! ¡Maldito Crocodile! Cerdo asqueroso...¿a donde se la habrá llevado?- Ox buscaba respuestas a aquel galimatías mientras sus colmillos rechinaban de rabia e impaciencia
-Y si...-murmuró Noe, con una expresión fatalista y triste en el rostro- ¿No se la ha llevado?...¿Y si simplemente ha prendido fuego al casino con ella dentro?.-
-No seas bruta, ¿intentas asustarnos? No ves que a Hineko no se la puede quemar? Ella es puro fuego. A demás aunque así fuera no tendría sentido, ¿la ha secuestrado para matarla sin mas? Es absurdo...- Franky Divagaba de brazos cruzados.
-No comprendo nada de lo que esta ocurriendo pero...- Las brasas iluminaban el rostro de Luffy, contraído en una mueca de rabia- Éste tipo ya me está mosqueando...Quiero a mi navegante de vuelta. ¡Y voy a recuperarla aunque tenga que seguirle hasta el fin del mundo!-
-En ese caso me vais a necesitar...-Bounty había dado un paso al frente hasta colocarse junto al capitán- Nadie rastrea personas mejor que yo, y éste tipo es particularmente difícil de encontrar. A demás...ya me he acostumbrado a vuestra compañía...-sonrió de medio lado- Juntos lo conseguiremos.-
Todos asintieron a la vez, decididos a cumplir la misión costara lo que costase.
-Pero si vamos a hacer esto, tenemos que hacerlo bien. Necesitamos un plan.- Usopp se acariciaba la barbilla mientras hablaba muy concentrado. Con la preocupación por Hineko a flor de piel todos habían olvidado su metedura de pata que los había llevado a todos a aquella situación.
Ox, de espaldas a la tripulación, giró la cabeza para observarlos con un brillo en los ojos. Todos callaron para escucharle hablar, ya que parecía tener una idea.
-Está bien...éste es el plan...le buscamos, le encontramos......
...
...
...
Y le partimos la cara.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario