Desde que regresó a su cuarto, al alba, no había tenido noticias de nadie. Ni de Noe, ni de Zoro, ni de Lucci...
Ni de Kaku.
Apretó las manos, con los dedos entrelazados sobre el regazo. Su mirada se perdía en el horizonte de Enies Lobbie. La tripulación Mugiwara tenía las horas contadas, y el fin estaba cada vez mas cerca. Se levantó de su butaca y rodeó uno de los barrotes de la ventana con la mano. Podría escapar. Podría saltar. Y recuperar su libertad. Sintió como la sangre hervía en sus venas y la barra de acero se deshizo incandescente entre sus dedos. No, jamás los dejaría atrás. Pero ya no tenía la llave. Tan pronto como éste pensamiento cruzó su cabeza, la puerta se abrió tras ella y Kaku dio un par de pasos dentro antes de desplomarse sobre el suelo de madera. Hineko corrió a arrodillarse junto a el. Tenía un aspecto horrible, y heridas con mala pinta por todo el cuerpo. No obstante se notaba que aquel que se las había infringido no pretendía que fueran heridas mortales. Sus miradas se encontraron y Kaku negó despacio, un hilo de sangre se escapó de sus labios cuando susurró.
-La llave...se la ha llevado...- No esperaba otra cosa. Hineko dejó caer la cabeza. Su corazón palpitaba reclamando venganza por todos sus compañeros...y por él.
-Ya has hecho suficiente, debes quedarte aquí.-
-Quiero ayudarte...te...te lo prometí...- La respiración del muchacho era entrecortada y le costaba un esfuerzo hablar. Ella negó, alzándolo para apoyarlo sentado contra la cama.
-No...ya basta. Escúchame Kaku debes olvidarte de mi. -Él alzó la cabeza, parecía entre confuso y temeroso- Tienes demasiado que perder si me ayudas y yo...-La pirata se mordió el labio inferior. Al final la araña se había enredado en su propia tela y se maldijo a sí misma por su debilidad.- ...no quiero que te haga mas daño. Yo recuperaré la llave. Y saldremos de aquí, todos.
-Imposible, ¡Te matará!- Kaku la sujetó de la muñeca, reteniéndola.
-Entonces moriré en el intento...- Ella se desembarazó y se levantó, avanzando hasta abrir la puerta.- Deséame suerte..-murmuró, dedicándole una última mirada.
-Te quiero.- Le contestó el, guardando silencio.
Hineko atravesó la puerta sintiendo como dejaba una dolorosa parte de sí misma detrás, pero eso no la retuvo. Había demasiado en juego. Estaba oscureciendo de nuevo. Esta vez la noche sería su mejor aliada. Y la paciencia su mejor virtud. Llegó a la entrada de las mazmorras del sector Norte y se apoyó en una esquina junto a la puerta, en silencio. Cerró los ojos, y simplemente aguardó a la luna.
***
Luccí acabó de limpiarse la sangre aun fresca de los nudillos, bajo el chorro de agua fría que vertía el grifo. Recogió su melena rizada de color negro azabache en una coleta y se arregló el nudo de la corbata. Aquella chiquilla pelirroja le estaba dando demasiados problemas. Se remangó la chaqueta y salió del baño hacia el calabozo donde mantenía cautiva a su prisionera. Esta vez iba a asegurarse de poner en su sitio a Hineko, y que aprendiera dónde estaba su lugar. Recorrió con paso firme todas las celdas hasta llegar a la última, y allí estaba. Todo en orden. La puerta seguía firmemente cerrada y Noe recostada contra la pared, con las manos a la espalda, la cabeza gacha y el pelo tapándole el rostro. Debía estar moralmente agotada, ya se acercaba el día de la ejecución. Abrió la puerta de barrotes y entró en su interior, acercándose despacio a ella.
-¿Cómo está hoy mi querida cautiva?- Siseó con una sonrisa. Noe alzó levemente la cabeza, mirándole con un deje de miedo- ¿Has oído la última noticia?...Tu amiguita pretendía escapar...sin ti...-negó despacio, con falsa compasión- Iba a abandonaros a todos a una muerte segura. Supongo que no te sorprende al fin y al cabo sois piratas. Robáis y engañáis sin remordimientos. Pero no te preocupes, me encargaré de que se haga justicia. - Hatori, la paloma de Lucci la observaba con oscuros ojos vacíos desde su hombro- Voy a adelantar la ejecución de tu amiga 24 horas...al alba llegará su fin. Y ese será su merecido por haberos traicionado pequeña. ¿Estas de acuerdo?-
Lucci esbozó una sonrisa malévola pero un crujir de pisadas a su espalda activó todos sus sentidos. Al tiempo que se giraba a mirar toda su piel se había cubierto ya de un suave pelaje moteado de leopardo. Los ojos verdes de Hineko le observaban llameantes de furia.
-¿Cómo has...?- Antes de que él pudiera acabar la frase los puños de la chica se envolvieron en llamas y descargó un puñetazo que Lucci esquivó con facilidad. Rió con sorna ante el pobre intento de la pirata y le devolvió un zarpazo mortal directo al vientre, pero antes de darse cuenta su mano la había atravesado como si fuera aire. La observó confundido y no tuvo tiempo de parpadear si quiera cuando Hineko le devolvió la sonrisa y le asestó una potente patada desde atrás, por encima de la cabeza, inclinándose con elasticidad felina. El golpe lo alcanzó justo en el rostro y Lucci retrocedió a penas un par de pasos. Escuchó un chasquido metálico a su espalda y sacudió la cabeza despejándose. De pronto sintió todas sus fuerzas debilitarse de golpe. Sus garras, colmillos y pelaje de leopardo habían desaparecido y sus manos se encontraban fírmemente atadas a su espalda. Se giró despacio, con mirada homicida, y observó a Noe alejarse de él lentamente. Esposas de Kairouseki. En su cabeza todo comenzaba a encajar, pero demasiado tarde. Hineko giró sobre sí misma para darle una última patada en el vientre que lo lanzó contra el suelo. Rebuscó en sus bolsillos hasta que dio con la reluciente llave maestra y ambas salieron rápidamente de la celda, cerrando tras de si. Dedicaron una última mirada a Rob Lucci, que se levantaba poco a poco del frío suelo de piedra y luego se miraron un segundo antes de echar a correr hacia la salida sin tiempo que perder.
-Y ahora...¿que hacemos?- alzó la voz Noe-moe, observando a su amiga, con la adrenalina aún palpitando en su interior.
-Vamos abajo, a las celdas, tenemos que sacar a los otros. - Sentenció Hineko, tomando el desvío para descender- Saldremos hacia los astilleros y recuperaremos nuestro barco, debe estar incautado pero ya sin vigilancia a tan pocos días de nuestra ejecución. - Noe asintió asimilando toda la información con rapidez. Atravesaron sin miramientos la puerta de los calabozos de la planta inferior, paseando la vista con nerviosismo por todas las celdas. Uno por uno fueron localizando a todos los miembros de la tripulación. A las chicas se les saltaban las lágrimas de felicidad ante el encuentro. Aún con la prisa de la situación la emoción era palpable. Estaban maltrechos y heridos, pero incrédulos de estar libres. Luffy se frotó las muñecas con una enorme sonrisa mientras Hineko relataba el plan al resto de sus compañeros, y se afanaba en abrir la celda de Sanji. El cocinero alzó la vista y esbozó una gran sonrisa brillante al verla, sus ojos centellearon un segundo y ella en seguida se inclinó a darle un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla.
-Estaba preocupada...- Susurró, tan suave que nadie mas que él podría haberlo escuchado.
-Te he echado de menos...- Le contestó él. Se miraron un segundo, y dejaron las palabras para luego. Ayudándose unos a otros salieron por la puerta trasera de la estancia, escabulléndose en la noche y siguiendo los edificios de Enies Lobbie, hasta llegar a la gran muralla que daba a la costa. Entonces, todos pararon en silencio, abatidos. El enorme portón estaba cerrado, sellando la altísima muralla. Se miraron sin saber que hacer, y el capitán dio un paso al frente.
-Yo me encargo.- Se recolocó su sombrero de paja y haciendo girar el brazo, lo estiró hasta alcanzar el borde y salir disparado para cruzarla. Una vez arriba sonrió, y bajando la voz habló a su leal tripulación.- Uno por uno, os iré subiendo.-
Franky fue el primero en subir. Toda la operación debía ser llevada a cabo en absoluto silencio. Tras él fue Zoro, cargando con el sombrero lleno de huesos de Brook, seguido de Noe, que se agarraba a los brazos de Luffy con miedo a caer. Sanji dirigió una mirada a Hineko y posó un beso fugaz en sus labios, cogiendo en brazos a un desmayado Usopp.
-Te veré arri...-
Su frase fue cortada por un estruendo ensordecedor. Tras ellos, una enorme sombra se acercaba. La respiración acelerada y ronca del depredador en seguida paralizó a Chopper, y un fuerte escalofrío recorrió el cuerpo de Hine.
-¡Vamos rápido!- Apremió Luffy, bajando los brazos de nuevo. Pero Chopper no se movía.
-¡No, no hay tiempo!- la chica alzó al pequeño reno en brazos cuando la luna ya bañaba el rostro transfigurado de Lucci a pocos pasos de ella. Era tremendamente rápido.- Es a mi a quien busca...-alzó al pequeño animal y Luffy solo tuvo tiempo de alzarlo por poco cuando el zarpazo de Lucci resquebrajó la piedra haciendo saltar humo y trozos de granito. Hineko se apartó de un salto, acompañado de un pequeño grito que se escapó de su garganta. No tenía tiempo de pararse a pensar. Ella era la presa. Él el cazador. Tenía que correr. Se levantó y avanzó tan rápido como pudo. Pero sus cortas pisadas no eran rival para la carrera de la fiera que se acercaba mas y mas. Sintió las afiladas garras de Lucci cortar el aire tras ella y su cabello siseó. Algunos centímetros de pelo rojo se alzaron en el viento, cortados. La muchacha tomó aire y alzó la voz.
-¡Lava Skate!- En seguida el suelo se fundió bajo sus pies, dejando un reguero incandescente por donde pasaba. Su velocidad aumentó considerablemente y patinó sobre la piedra como si de hielo se tratara. Lucci le cortaba el paso de vuelta a la muralla. La estaba alejando, justo como él quería. La obligó a atravesar la ciudad, pisándole los talones, y volver a adentrarse en el edificio principal de Enies Lobbie. Subió las primeras plantas y cuando llegó al ala Norte, atravesando el corredor bañado de luz por las cristaleras, de un salto se abalanzó sobre ella. El peso del enorme leopardo la dejó sin aliento al chocar contra el suelo de boca. La había vuelto a atrapar, exactamente en el mismo lugar. Forcejeó y dificilmente consiguió ponerse boca arriba y parar las dentelladas del depredador. Lucci parecía mas salvaje que nunca. Entregado a los instintos asesinos de su parte animal. Ella tenía una increíble fuerza y conseguía mantener las mandíbulas abiertas, pero él era todo músculo y sed de sangre y de una sacudida consiguió que sus dedos resbalasen. Los largos colmillos de Lucci fueron a hundirse en el antebrazo de Hineko que soltó un alarido de dolor. Instintivamente su cuerpo se sobrecalentó a una temperatura increíble como forma de protección y el leopardo apartó de inmediato las fauces, con un gemido dolorido. La chica se levantó a trompicones, con todo su cuerpo llameante de flamante fuego. Si no aprovechaba la oportunidad, quizá no tuviera otra. Alzó la mano y extendió los dedos, pegando la palma de un golpe al suelo, que en seguida se levantó levemente desprendiendo humo y llamas.
-Hi no Ryuu...- Recitó Hineko, y un gran dragón se formó de las llamas que se alzaban desde el suelo. Lucci lo observó, bufando, y lanzó un rugido, que el dragón le devolvió justo antes de abalanzarse contra él, con las fauces abiertas. La chica lo observó cubrirse simplemente con los brazos y recibir de lleno el impacto de las llamas. Abrió los ojos impresionada, pues ese ataque hubiera matado a cualquiera, en cambio cuando el fuego se disipó él seguía ahí de pié. Su forma de leopardo se había desvanecido y su traje estaba algo chamuscado en algunas secciones, pero cuando apartó los brazos pudo ver que estaba entero, y en perfecto estado. Su primer impulso fue correr, y él no dudó en seguirla. De pronto, ante ella apreció una puerta conocida. La puerta de madera maciza de su cuarto. Rápidamente la abrió y cerró tras ella. Miró a su alrededor, ansiosa por encontrar una salida de escape y para su sorpresa encontró a Kaku, observándola de pie con aspecto preocupado. Una mirada fue suficiente para entender la situación. Él observó sus heridas y su gesto, y un fuerte golpe llegó desde la puerta.
-Tengo que salir de aquí...- balbuceó ella, acercándose a la ventana y arrancando lo barrotes como si fueran de papel. Miró abajo, pero la caída era demasiado grande. Se había equivocado al pensar que podría saltar. Se mataría. Antes de que pudiera hacer nada mas, Kaku la alzó en brazos y se subió al alféizar de la ventana al tiempo que la puerta estallaba en mil pedazos y Lucci aparecía en el umbral. Kaku giró la cabeza, y las miradas de ambos se encontraron.
-Ni se te ocurra...- Masculló Rob Lucci entre dientes, apuñalando al chico con la mirada, pero éste guardo silencio y la sostuvo- Si te atrapo te mataré...-
-No puedes atrapar el viento...- Replicó Kaku, y un segundo después se dejó caer desde la ventana, con la chica fírmemente sujeta entre sus brazos.