lunes, 17 de junio de 2013

Muerto por dentro.

El terrible estado de ánimo en el que se encontraba Crocodile provocaba que las paredes temblaran bajo sus pisadas cuando atravesó el pasillo de camino a su habitación. Empujó la puerta provocando que ésta emitiera un crujido y abrió una caja de madera que descansaba sobre su mesita de noche. De su interior sacó un puro, que se llevó a los labios y luego encendió. Tras él entró Hineko, con pasos lentos y suaves, y se apoyó un instante en el marco de la puerta, observándole.
-¿Qué te ocurre?...-
Lo vio desprenderse de su abrigo y quitar el dorado garfio de su mano izquierda, depositándolo sobre la mesita, junto a la caja. 
-No estoy de buen humor.- Gruñó. Ella alzo las cejas con obviedad.
-Ya lo puedo ver...¿a qué se debe?-
-¿Quién era ese tipo y qué hacía en mi casa?- se giró rápidamente para mirarla.- ¿De qué te conoce?-
Hineko negó, mirándole.
-Dice que se llama Sogeking, que es un héroe y que es amigo de...ellos.- ésta última palabra se deslizó susurrante entre sus labios.- Pero yo no le había visto jamás.-
Crocodile guardó silencio, observando a través del cristal de la ventana. El humo del puro ascendía en pequeñas espirales desde sus labios. Ella avanzó hasta colocarse a su lado, y juntó las manos frente al regazo. 
-¿Quieres que me marche?...- Procuraba hablar muy suave, evitando hacer cualquier cosa que pudiera molestarle. Él giró el rostro y sus ojos verdes se encontraron.
-No...todo lo contrario.- 
Hineko alzó la mano y apartó el puro de sus labios.- Ya te dije que me quedaría contigo...-sonrió un poco y lo colocó sobre el cenicero- ...para siempre.- Crocodile sonrió levemente, suspirando.
-Mi pequeña reina pelirroja...-acarició la mejilla de la muchacha con el pulgar, inclinándose un poco frente a ella.- ¿Podrías mejorar mi humor, por favor?-
La chica profirió una suave risa, y poniéndose de puntillas pudo alcanzar a cerrar los ojos y besar sus labios. Cuando fue a apartarse de nuevo él la retuvo rodeando su cintura para atraerla hacia sí. De éste modo el beso se volvió mas prolongado y profundo. Crocodile avanzó un par de pasos, obligando a Hineko a retroceder. El borde de la cama chocó contra las piernas de la chica y éstas se flexionaron casi sin querer, haciéndola caer tendida sobre el colchón. Abrió lentamente los ojos y al verle ya sobre ella, le dedicó una sonrisa dulce y leve. Él se la devolvió, y estando ya recostada sobre la cama, volvió a besarla.

                                                                           ***

La tripulación de los Mugiwara había desembarcado en la ciudad de Arabasta y habían encontrado un pequeño bar donde todos se habían sentado en una redonda mesa de madera, a preparar su plan. Habían tenido que pensarlo todo de nuevo puesto que Ox, el misterioso chico demonio, había desaparecido sin previo aviso. Como si eso no fuera problema suficiente, tampoco había rastro alguno de Usopp.
-¿!Pero cómo lo ha hecho?!- alzaba la voz Noe, alterada.- ¿Alguien le vio irse? Lleva horas sin aparecer.-
-La última vez que le vi fue en el entrenamiento.- Sanji funció el ceño, aspirando el humo de su cigarro.
-Tendremos que seguir sin ellos. Pero ya no podremos ir por grupos, si encontramos a Crocodile, no tendremos mas remedio que pelear todos juntos.- Asintieron al unísono ante la afirmación de Bounty. Con dos bajas tan repentinas en el grupo tendrían que hacer un esfuerzo extra. Luffy, de brazos cruzados, parecía serio e inquieto bajo la sombra de su sombrero de paja. 
-Bounty, muéstranos el camino...- alzó la cabeza para mirarle y las sombras se disiparon de su rostro.- Vamos a por nuestra navegante.- 
-Está bien.- asintió- Pero antes deja que os prepare algunas directrices para la pelea.-
Las horas iban pasando mientras la tripulación preparaba la recuperación de su amiga. Finalmente, habiendo abandonado el bar, recorrieron en silencio las pequeñas calles de la ciudad, guiados por la infalible capacidad de rastreo de Bounty. La mansión del shichibukai ya era visible a lo lejos cuando de pronto, como salido de la nada, Usopp dobló la esquina de un callejón y chocó de bruces contra el cazarecompensas.
-¡Usopp! ¿De donde sales tu? Nos tenias preocupados...- Noe-moe cruzó los brazos y el chico se disculpó rascándose la nuca.
-Lo siento, lo siento...-dijo entre tartamudeos- Quise adelantarme para comprar algo y el tiempo se me echó encima.- Rió de forma algo extraña y todos se miraron con gesto de circunstancias. Explicaron cual era el plan a seguir al tirador, quien parecía visiblemente mas inquieto que antes, si cabía, ante la idea de pelear contra un shichibukai.
La mansión estaba realmente bien vigilada, a excepción de un lugar muy concreto, el oasis personal de Crocodile. Éste se encontraba frente al balcón de su habitación, y era fácil llegar hasta él a través de los exteriores de la ciudad. Habían entrado sin hacer ningun ruido, y una vez allí todos observaron en silencio la ventana cerrada frente a ellos. Una suave luz provenía de su interior. El agua del lago ondeaba por el viento, y las hojas de las palmeras y la vegetación se mecían. Ningún ruido perturbaba la quietud de la noche. 
El cielo comenzó a aclararse muy levemente ante el inminente amanecer. Luffy inspiró, hinchando sus pulmones del fresco aire del desierto, y lo dejó salir con la forma de un grito que rompió el sosiego del entorno...
-¡HINEKO!-

                                                                            ***

El cristal de las ventanas repicó por la potencia de aquel grito. Hineko se alzó sobresaltada de la cama, pero para entonces Crocodile ya estaba de pie frente a la mesita de noche, colocándo de nuevo el garfio en su lugar. Ella se levantó de la cama, confundida, y el la miró.
-Tenía un mal presentimiento...- Le sonrió, pero ella podía leer la inquietud en sus ojos.
-Ellos...¿han venido?...-susurró. Colocó los pies sobre el frío suelo y se alzó, haciendo sisear la tela del vestido de noche rojo que llevaba puesto. Tragó saliva, e hizo acopio de fuerzas para, pausadamente, aproximarse al amplio balcón. La luz del cuarto recortó su figura en la noche y, a sus pies, los piratas la observaron. En seguida los vio ponerse en tensión al verla, como si desearan llevársela en seguida, pero fueran conscientes de que no podían. Crocodile se colocó junto a ella, y dirigió una mirada de aversión a los Mugiwara. Apretó con fuerza los dientes hasta que su mandíbula crujió.
-Quédate aquí...volveré en seguida.- 
 Colocando una mano sobre su brazo, y apretándolo ligeramente, Hineko susurró con un nudo en la garganta.-No los mates...por favor...-
Dedicó una última mirada a la joven, y asintió muy tenuemente antes de saltar sobre la balaustrada del balcón y aterrizar en la arena del desierto, que brillaba ahora plateada bajo la luz de la luna. Luffy colocó una mano sobre su sombrero y alzó la voz.
-¡Crocodile!- éste entornó los ojos frente a él- ¡Hemos venido a llevarnos a nuestra navegante! -Hineko se llevó una mano a los labios, con los ojos preñados de miedo y dudas- ¡O a morir en el intento!...¡Devuélvenos a nuestra nakama!-
A penas hubo terminado la frase, Zoro y Sanji se lanzaron a toda velocidad sobre el shichibukai, levantando una gran nube de arena y polvo bajo sus pisadas. Las katanas de Zoro tañeron metálicas y la patada de Sanji siseó cortando el aire. Un choque metálico y la humareda se dispersó dejando ver la imagen de Crocodile, que había frenado las katanas del espadachín con su garfio, y sujetaba el tobillo de Sanji con la mano libre. Esbozó una sonrisa depredadora, como un cocodrilo apresando a un pobre animal en su infalible dentadura.
-¡Vengan a morir pues!- Tronó la voz grave del shichibukai que con un giro de muñeca retorció de forma terrible y antinatural la pierna del cocinero, haciendo que sus huesos crujieran reducidos a añicos bajo la presión de su mano. Sanji palideció ante la escena y un estremecedor grito de dolor rasgó su garganta, cayendo al suelo mientras observaba su pierna destrozada. Zoro profirió una maldición haciendo una finta para atacar nuevamente. Dando un salto, se colocó en posición y alzó la voz.
-¡Hyakuhachi...Pound Ho!- El metal rebanó el aire una vez mas, lanzando dos cortes cruzados, resplandecientes de luz azul, que impactaron directamente sobre el cuerpo de su enemigo. No obstante fue inútil, pues el cuerpo de Crocodile fue atravesado como arena por el ataque del espadachín, que abrió los ojos abrumado. Borrando la sonrisa de su cara, el shichibukai alzó la mano y la arena bajo los pies de Zoro se alzó como si poseyera vida propia. Antes de que sus pies tocaran el suelo de nuevo tras el salto, Zoro ya se encontraba inmovilizado bajo la presión de aquella arena, que no le dejaba mover un solo músculo. 
-¡No bajes la guardia, maldito!- Crocodile giró la cabeza súbitamente y el puño de Franky se estrelló contra su rostro que, una vez mas, se desintegró en millones de granos de arena. El ciborg tragó saliva, viendo que el daño físico era algo inútil. Pero no iba a rendirse tan fácilmente.- ¡Weapons Left! -La mano izquierda de Franky se abrió para dar paso a una ráfaga de proyectiles que dejaron a Crocodile reducido tan solo a sus piernas, pero en un breve instante su cuerpo se recompuso de nuevo.
-Dejad de molestar...- alzó ambos brazos y la arena se alzó frente a el, con un movimiento de mano mas la cortina de arena se dividió en multitud de afilados fragmentos de arena, que acribillaron de lleno a Franky. La arena atravesó el metal de sus manos y sus piernas, de sus pies y sus brazos, dejándolo literalmente clavado a una de las grandes palmeras del oásis. Chopper tragó saliva.
-¿Q-Que hacemos Luffy?...no le estamos haciendo ni un rasguño...-
El capitán de los Mugiwara apretó la mandíbula y miró a Brook y Chopper a su lado.
-¡Vamos a atacarle los tres a la vez, no le daremos tiempo de defenderse!- Los tres asintieron con convicción. El cuerpo de Chopper cambió para colocarse en modo Arm Point, Brook desenvainó su espada y Luffy cargó su puño. Con un fuerte grito atacaron al unísono y Crocodile los recibió en posición.
"¡Roseo Michieri!" Sonó la voz de Chopper, que descargó una ráfaga de fuertes golpes, al tiempo que Brook pasaba de largo el cuerpo de Crocodile con una estocada invisible a ojos de los demás, y frenaba en seco envainando su espada con un susurro ; "Hanauta Sanchou...Yahazu Giri". 
-¡Gomu gomu no...Pistol!- El puño de Luffy se estrelló contra su objetivo que saltó en pedazos en una humareda de arena y polvo. Los tres jadearon, entornando los ojos y tratando de ver a su alrededor. Cuando el polvo se disipó, frente a ellos no quedaba nada. Brook miró a sus compañeros y comenzó a reir.
-Tu plan ha dado resultado Luffy-san, ¡Le hemos ven...!-
La voz se ahogó en su garganta al tiempo que un dorado garfio atravesaba su espalda y ascendía con fuerza, quebrándo todas sus costillas y separando su brazo derecho del resto del cuerpo. El esqueleto se desplomó sobre la arena, inerte. 
-¡Brook!- chilló el pequeño reno, con lágrimas en los ojos. La arena se removió y una brisa azotó a Luffy y a Chopper. Sin previo aviso la firme mano de Crocodile asió el cuello del capitán desde su espalda, que le miró de reojo con un gesto lleno de ira. "¿Cómo ha aparecido ahí?". El chico no pudo preguntarse nada más antes de que su cuerpo comenzara a secarse rápidamente. Sintió cada gota de agua abandonar su cuerpo, como si todo el líquido que poseía fuera succionado de golpe. Sus ojos quedaron en blanco y pocos segundos después Luffy no era mas que un montón de piel y huesos, tirado en el suelo, completamente indefenso. Chopper observó la escena aterrorizado y cuando los fríos ojos del shichibukai se posaron sobre él, un grito se ahogó en su garganta y la mortal mano de aquel hombre se abalanzó sobre él. Zoro, Usopp, Noe y Bounty observaron al pequeño animal sufrir el mismo destino que su capitán. 
-¡Noe!- La voz de Zoro sonaba ahogada por la presión.- ¡Noe vamos muévete! -La muchacha temblaba junto a Bounty, con los ojos fijos en el cuerpo de Chopper que ahora caía sobre la arena. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos. -¡NOE! ¡Nos matará a todos si no haces nada! ¡Tienes que reaccionar, PELEA!-
De pronto, como movida por un resorte, Noe dio un paso al frente y apretó los puños, sacudiéndose de encima el miedo. 
-Monstruo...-las lágrimas corrían por sus mejillas, ardiendo de rabia- ¡Me las vas a pagar! -Sus puños comenzaron a repicar entre chispazos, envueltos en rayos y brillante electricidad. Bounty desenfundó su arma, listo para apoyar a la muchacha, y ambos se lanzaron contra su rival. 
Desde el balcón, Hineko observaba de rodillas sobre el suelo, consternada, y condenada a mirar sin poder hacer nada. Una fuerte presión se había instalado en su pecho, produciéndole un terrible dolor ante la visión de la que antes era su tripulación. Los veía caer uno a uno, y no podía hacer nada para evitarlo. 
El puñetazo eléctrico de Noe se estrelló contra el brazo de Crocodile, esparciendo arena en el aire, tras el bloqueo se apartó preparando otro ataque y aprovechando ese momento Bounty disparó su arma contra él.
-Es inútil...-bufó el shichibukai- Vuestros ataques no pueden tocarme.-
Crocodile extendió la mano y agarró la muñeca de Bounty, que se revolvió con todas sus fuerzas ante la idea de ser absorbido como los otros dos. No obstante esto nunca ocurrió. Crocodile tiró con fuerza, con tanta fuerza que el hombro de Bounty cedió, y  la carne se desgarró. Su brazo izquierdo se separó de su cuerpo dejando una terrible herida que manaba sangre a borbotones. El cazarecompensas cayó revolviéndose de agonía mientras Noe-moe ya estaba lanzando su siguiente ataque, pero vaciló de impresión ante la escena. Crocodile clavó sus ojos en ella entonces y, blandiendo el amputado miembro del chico, le asestó un terrible golpe en pleno rostro. La muchacha cayó junto a él, con la cara cubierta de sangre. Entre temblores de dolor y miedo sus ojos se cerraron y acabó por quedar inconsciente. 
Los dedos de Crocodile se abrieron despacio y el brazo de Bounty cayó sobre la arena, al igual que el resto de los piratas. Y allí, frente a él, quedaba el último. Usopp, el infalible tirador. Sus piernas temblaban sin parar y sus ojos rezumaban lágrimas cristalinas con un profundo fondo de miedo. Pero allí estaba. Apuntándole directamente con aquel tirachinas enorme. El shichibukai se aproximó al chico, con paso lento y firme, y a pocos metros de él, alzó la mano. 
-¿Me tienes miedo...verdad?- La sonrisa depredadora volvió a adornar su rostro, pero Usopp no retrocedió.
-¡Estoy aterrorizado!- La voz del tirador temblaba tanto que era prácticamente ininteligible- ¡Pero eso no va a evitar que siga peleando por ella hasta que mis pies ya no me sostengan mas! -Estiró la goma del tirachinas y la soltó, cerrando los ojos con fuerza. Esperó a la explosión, pero nada ocurrió. Abrió los ojos poco a poco y observó a Crocodile, ahora a apenas un paso de él, completamente empapado y mirándole con gesto asesino. El agua resbalaba por su pelo negro.- Oh no...M-Me equivoqué...de proyectil...-murmuró el tirador con un hilo de voz asustado, antes de que le asestara un brutal puñetazo que no le permitió volver a levantarse de nuevo. 
Lentamente Crocodile se giró para observar a Hineko en la ventana. Parecía aterrorizada, pero él había vencido. Los Mugiwara estaban fuera de combate, habían caído uno a uno, víctimas de aquel depredador. Y ahora ella debía cumplir su promesa, y permanecer con él para siempre. Ahora que habían vuelto a por ella, ahora que la chica sabía que ellos no la habían abandonado, esa idea se tornaba algo dolorosa. De pronto algo la distrajo. Escuchó un siseo y un batir de alas. Le devolvió la mirada a Crocodile, que aun la contemplaba. Ahora una voz, que sonó alta y clara.
-¡Crocodile!- 
Gritó, y éste se giró al escucharlo. Todo ocurrió tremendamente rápido ante los moribundos ojos de los Mugiwara, de Hineko, y del mismo shichibukai. Una veloz sombra cortó el cielo, apareciendo de pronto entre la espesura del oasis. Para cuando Crocodile lo vio con claridad, ya era demasiado tarde. Ox se avalanzó contra el, agarrando sus hombros con las manos y frenando los pies contra su pecho, encaramado sobre él.
-Eh...-sonrió ampliamente el demonio, haciendo brillar sus colmillos a pocos centímetros de su rostro.- Esto es por los viejos tiempos...-El shichibukai no tuvo tiempo de contestar. La larga y negra cola de Ox, terminada en una gran y afilada punta de flecha, atravesó el centro de su pecho de par en par, abriendo un negro y profundo agujero en su cuerpo. El tiempo pareció pararse por un instante y los incrédulos ojos de Hineko parpadearon un par de veces. La cola del demonio goteaba sangre sobre la arena, al tiempo que el sol comenzaba a salir por el horizonte. Tras esto, extrajo de nuevo el apéndice, y pateó el pecho de Crocodile, que se desplomó sobre la arena como un enorme peso muerto. La mirada de sus ojos vacilaba, sin acabar de comprender que había ocurrido, y un espeso hilo de sangre se derramó desde la comisura de sus labios. 
Los Mugiwara que quedaban conscientes, observaron la escena anonadados. Aquel muchacho, Sal-Ox, lucía completamente diferente. Su piel había adquirido un tono violáceo, y sus cuernos habían crecido enormemente, volviéndose negros y brillantes, al igual que sus ojos, coronados por unas pupilas rojas como la sangre. Todo se había quedado estático y en silencio. Un silencio que se rompió en seguida con un terrible grito de Hineko, que saltó del balcón y atravesó el campo de batalla hasta desplomarse junto a Crocodile. Su pecho y su respiracion se veían sacudidos por un terrible llanto entrecortado, que surcaba sus mejillas en forma de sendas lágrimas saladas. 
-¿¡C-como!? ¿P-Por qué?...- alcanzó a decir la voz atragantada de la chica. Crocodile la observó a través de una vista nublada, y sonrió levemente. 
-El agua...- Hine limpió la sangre de sus labios con  la mano, observándole con gesto derrotado e impotente- ...Lamento que nuestro "para siempre" haya acabado...tan pronto...- 
-No...- sollozó ella, sosteniendo su rostro entre las manos- No...por favor no me dejes. No te vayas...-se mordió el labio inferior aferrándose a él, sus lágrimas no paraban de brotar- No quiero estar sola...-
Crocodile alzó la mano para acariciar la mejilla de la chica pelirroja una última vez.
-Acércate...-le dijo, y ella se inclinó, acercando su oído a sus labios. Él susurró algo, muy breve, y muy suave, y ella tuvo que contener las lágrimas con mas fuerza. Posó un leve beso sobre sus labios, y Crocodile cerró los ojos, muy poco a poco, hasta que quedó tumbado sobre la arena, inmóvil. Junto a él, Hineko rompió a llorar desgarradoramente sobre su pecho. Frente a ellos, Ox se fue acercando, lentamente. Alzó a Luffy y a Chopper del suelo y los lanzó al lago de agua dulce del oasis, lo que provocó que ambos se recuperaran de la terrible deshidratación. Bajo las manos de Hineko, el cuerpo de Crocodile fue desvaneciéndose, convirtiéndose en dorada arena hasta mezclarse con el desierto, y desaparecer para siempre. La chica hundió las manos sobre la cálida superficie y observó los granos de arena desaparecer entre sus dedos. Apretó los dientes y se alzó poco a poco, sacudida por temblores de ira y dolor. Sus ojos se ensombrecieron, aunque no dejaron de derramar lágrimas. Chopper y Luffy salieron del agua renqueantes y jadeando y Sanji se acercó a ellos, arrastrando su pierna ahora inútil. La arena que aprisionaba a Zoro se fue desvaneciendo hasta dejarle libre y poco a poco la tripulación fue recogiendo a sus heridos, y recomponiéndose. Chopper quiso darle atención medica inmediata a Bounty, antes de que se desangrara. Debían volver rápido al Thousand Sunny. Todos se pararon a observar a los dos que aún quedaban. Ox observaba a Hineko. Hineko observaba a Ox. 
-Hineko...¿nos vamos a casa?...- Murmuró Noe, que acababa de despertar de su conmoción. Pero la chica pelirroja no respondió. Sus puños estaban tan fuertemente apretados que las uñas se le clavaban en las palmas de las manos. Su pelo había comenzado a llamear poco a poco y respiraba muy fuerte. Alzó la cabeza y depositó sobre Ox una mirada tan llena de odio, que podría haberlo matado allí mismo. 
-Tu...le has matado...- Murmuró entre dientes. Separó las piernas poco a poco y se colocó en posición.- ¡AHORA SABRÁS LO QUE ES EL INFIERNO MALDITO DEMONIO!- El cuerpo de Hineko estalló en una explosión de llamas y aire caliente. Sus ojos se habían vuelto completamente rojos, y el suelo bajo sus pies comenzaba a derretirse. Ox sonrió con malicia, parecía estar completamente fuera de sus cabales. 
-¡Vamos! ¡Ven gatita!- El demonio extendió los brazos, invitándola a atacar y Hineko atravesó el aire temiblemente rápido. Vió su puño descargarse contra el y alzó la mano para pararlo, pero la monstruosa fuerza de Hineko se llevó por delante su mano e impactó directamente sobre su cara, lanzandolo varios metros hasta impactar contra la arena, donde aún se arrastró unos metros mas. Haciendo un gran acopio de fuerzas se alzó desorientado. La chica de fuego alzó el puño, envuelto en llamas, y lo estrelló contra el suelo, haciendo que éste cediera y se resquebrajase. Ox cayó por la enorme grieta que se había formado en el impacto, la arena se deslizaba en su interior por los costados. Abrió las alas y voló hacia arriba pero ella ya había hundido ambas manos en el suelo y, ante la mirada incrédula de la tripulación, comenzó a cerrar de nuevo las dos mitades de la tierra, dejando al chico atrapado en medio y condenado así a morir aplastado.
-¡NO! ¡Para, lo vas a matar!- Gritó Noe, lanzándose contra ella y derribando a su amiga de golpe. Sal-Ox escapó volando de la falla por un pelo, jadeando se estrelló contra el suelo y fue perdiendo poco a poco su forma de demonio, hasta quedar sin resuello y perder el conocimiento, como recién salido de alguna especia de trance. En tanto que ésto ocurría, Hineko se revolvía entre los brazos de Noe. Su furia había sido remplazada por pena y dolor, y ahora tan solo sollozaba en un llanto destrozado. 

                                                                         ***


La noche había caído y el Thousand Sunny había vuelto por fin al mar, dejando atrás el ardiente desierto. Chopper había estado verdaderamente ocupado curando a todos los miembros de la tripulación. Sal-Ox continuaba sin recuperar el sentido, y Sanji caminaba por el barco con una pierna escayolada y un par de muletas. Lo mas difícil había sido salvar a Bounty Sandwalker. Chopper consiguió parar la hemorragia, y ahora permanecía en un camarote, en estado de máximo riesgo. Aquella noche, el pequeño reno estaba muy ocupado recomponiendo los huesos de Brook. Fuera, en la cubierta del Sunny, junto al mascarón de proa, Hineko permanecía observando la noche en silencio. Su melena roja se movía suavemente con la brisa marina. Una liviana manta sobre sus hombros la mantenía cálida. Su cuerpo estaba allí, pero su mente estaba muy lejos. Había permanecido así todo el día, ni siquiera habían podido hacerla probar bocado. Noe-moe salió de los camarotes, con un té entre las manos, y se colocó junto a ella. Inspiró suavemente y sonrió.
-Hace una noche preciosa...-la miró, y sonrió mas- Me alegro de verte de nuevo...-
Pero no obtuvo respuesta. Bajó la vista observando el té y le dio un sorbo, sabiendo que ella no querría bebérselo.
-No lo comprendo...-susurró, mirando a su amiga- ¿Qué ha ocurrido?...-Hineko, lentamente, giró el rostro y la miró. No dijo nada, pero Noe era su mejor amiga. Miró en lo profundo de sus ojos verdes, sintió el profundo dolor, y tragó saliva.- Hine...-murmuró. Hineko devolvió la vista al mar.
-Siento que me muero...- susurró. Noe abrió los ojos.
-¿¡Qué dices?! ¿Estas enferma?- pero la navegante negó con parsimonia.
-Siento...que me he muerto. Sigo aquí...-se miró las manos, entornando los ojos- Pero de alguna manera he muerto...una parte de mi ha muerto. -Noe se mordió el labio inferior, escuchándola.- Eso es lo que soy en mi interior. Todo está muerto. -Dejó caer las manos de nuevo y suspiró.- Déjame aquí...déjame morir.
Noe dejó caer la taza que estalló en el suelo, y abrazó con fuerza a su amiga, aguantando las ganas de llorar.
-No te dejaré...Haré que recuerdes quien eres. Quienes somos. Así que se fuerte esta noche...te recuperarás...lo conseguiremos.-
Hineko dejó caer la cabeza, y tragó saliva. Devolvió el abrazo a Noe, y un par de lágrimas se escaparon de sus ojos. 


jueves, 6 de junio de 2013

Contigo. Para siempre.

"-Yo soy...-Tomando aire, alzó la voz.- ¡Sogeking! ¡El rey de los tiradores!-"


Las puertas de la ciudad se abrieron temprano para que, tras levar anclas, el Thousand Sunny zarpara surcando el mar de arena que era el desierto de Arabasta. El viento agitaba el pelo rizado de Usopp, apoyado sobre el quicio de la ventana, en lo alto del mirador donde hacía de vigía. Tomó aire, sintiéndolo seco y terroso, y tamborileó con los dedos sobre la madera con aire inquieto. Desde cubierta, Noe lo observaba meditabunda. Había actuado muy raro durante las últimas horas. Se sentó sobre la baranda dirigiendo una mirada al desierto que se abría al paso del Sunny-go. Bajó la vista hasta mirarse las palmas de las manos. Qué ocurriría si debía pelear en esta ocasión? Tenía que mentalizarse. Había estado tan ocupada estando deprimida que no había pensado si quiera en entrenar. Resopló provocando que su flequillo se elevara levemente. Esbozando un gesto de concentración juntó las palmas de las manos y muy despacio comenzó a separarlas. Pequeñas cargas eléctricas fluyeron suavemente entre sus dedos y ella sonrió, segundos antes de que una fuerte descarga en forma de rayo saliera disparada hacia una de las tumbonas que había sobre cubierta. Noe-moe dio un respingo de inmediato, sobresaltada, abriendo los ojos al máximo. Señalando la tumbona echó a correr entre gritos ininteligibles hacia la cocina y arrastró fuera de ésta a Sanji, que dibujó un gesto de horror al observar el panorama. De inmediato comenzó a sacar un balde de agua tras otro para apagar el fuego que consumía rápidamente la tumbona. Cuando ésta estuvo reducida a cenizas y del fuego no quedó mas que humo, se dejó caer sobre el suelo, aliviado.
-¿Qué demonios intentabas hacer? ¿Quemarnos a todos? Tengo que decirte que no cocino gente a la brasa...-rió el cocinero. Noe hizo una profunda reverencia.
-¡Lo siento mucho!...Ha sido sin querer, creo que mis habilidades están un poco oxidadas. -Le sonrió acariciándose la nuca. 
-Pues deberías engrasarlas. No sabemos qué vamos a encontrar en Arabasta. -Sanji sacó de su camisa un cigarro y una cerilla y lo encendió con calma.- ¿Por qué no entrenas con Zoro? Antes solíais hacerlo a menudo.-
Noe lo miró sonrojada y sobresaltada de pronto y Sanji torció el gesto sin comprender.
-¿C-como que lo hacíamos a menudo?...-titubeó la chica.
-Entrenar...-alzó la ceja el muchacho rubio.- Solíais entrenar casi a diario.-
-A-ah...¡ah!...si, por supuesto.- Noe rio con disimulo. Poco a poco alzó la vista al castillo de popa, donde se podía escuchar perfectamente como Zoro entrenaba duramente.- No creo que sea buena idea...-
Él le dirigió una mirada, exhalando despacio el humo del cigarro que se escapó entre sus labios lentamente después. Se alzó del suelo y se colocó frente a ella.
-Bien, entrena conmigo entonces.-
Noe le devolvió la mirada a los ojos azules de Sanji y sonrió poco a poco, asintiendo. 

                                                                        ***

Los intensos rayos de sol que se colaban entre las cortinas de terciopelo rojo impactaban de lleno sobre el rostro de Hineko, que se revolvió entre las sábanas molesta. Bostezó aun meciéndose en un ligero sopor por el sueño y se alzó en la cama, caminando hacia el baño a trompicones y frotándose los ojos cerrados. Entró cerrando la puerta tras de si y frunció el ceño sintiendo de pronto un fuerte dolor de cabeza. Se llevó una mano a la sien entreabriendo los ojos y su visión, borrosa, le mostró el cuarto de baño impoluto. Abrió el grifo y se inclinó sobre el lavabo, recogiendo el agua fresca entre las manos y hundiendo el rostro en ellas después. En seguida se sintió un poco mas despierta y agitó la cabeza, lo que acentuó el dolor. Alzó la vista para mirarse al espejo y una muchacha pelirroja de pelo revuelto y lápiz de labios emborronado le devolvió la vista. Ladeó la cabeza frunciendo el ceño al ver que aquella muchacha estaba desnuda, a excepción de unas braguitas de encaje rojas. Se observó durante un largo rato hasta que abrió los ojos de golpe y trastabillo hacia detrás.
-¡Oh, joder! ¿Pero qué...?- A punto de tropezar agarró una de las toallas y se envolvió el cuerpo con ella, llevándose una mano a la frente con aire atónito. Se apoyó sobre el lavabo de nuevo, respirando con dificultad.- ¿Qué es lo que he hecho?...- Susurró frente a la reflectante y lisa superficie que le devolvía su imagen. Cerró los ojos un largo instante y tan solo algunas imágenes se formaron confusas en su mente. Sin duda había bebido demasiado la noche anterior. Tomó aire despacio tratando de recomponerse y se acercó a la puerta, entreabriendola con suavidad, y esperando no encontrar la imagen que estaba segura de encontrar. Pero por supuesto, aquel no era su cuarto. Ni su cama. Y tampoco había dormido sola. Volvió a cerrarla profiriendo maldiciones en voz baja mientras se golpeaba la frente con una mano y sujetaba la toalla con la otra. Se sentó sobre el váter y meditó durante unos segundos. Quizá necesitaba una buena ducha para despejarse. Se deshizo de la poca ropa que le quedaba y se sumergió bajo la cálida lluvia de agua que vertía la ducha. Se lavó la cara y el cuerpo, y su larga melena roja mientras le daba vueltas a la cabeza. "Quizá no ocurrió nada." Se decía a si misma. "Estaba tan borracha que probablemente solo me quedé dormida, y por no despertarme él me dejó ahí".Suspiró, apoyando la mano sobre los azulejos húmedos de la pared. Quería pensar eso, aunque un ligero dolor en su cadera le decía que no tenía razón. Bajó la vista y observó el agua correr por su piel. Por sus piernas. Sus muslos. La suave y pálida piel del interior de sus muslos se presentaba ahora orgullosamente coronada por algunos moratones. Salió de la ducha secándose el pelo y volvió a enrollarse en la toalla. De pronto, cuando su mente se hubo despejado, recordó de golpe su situación actual. "Para ellos ya no existes.", murmuró una voz en su cabeza. Ya no tenía importancia lo que hiciera o dejara de hacer. De hecho, estaría sola de no ser por...
Dirigió una mirada a la puerta y sonrió levemente. Quizá no era todo tan malo como parecía. Poco a poco su visión de todo aquello fue cambiando hasta hacerla sonreír con un ligero rubor en las mejillas. Salió del baño procurando no hacer ruido y pisando muy suave con pies descalzos. Observó a Crocodile dormir sobre la cama, inusualmente inofensivo, y sonrió levemente. A pocos pasos de la puerta, escuchó un ligero sonido de arena y antes de poder dar un paso mas sintió como le rodeaban la cintura y la alzaban del suelo. Ella rió un poco.
-Tengo que ir a cambiarme.-
-No sin mi permiso.- Sonó a su espalda la voz de Crocodile, que la levantaba sin dificultad con un solo brazo. La colocó sobre la cama con extraña delicadeza y abrió las cortinas de la ventana, bañando la habitación de luz. Hineko cruzó las piernas observándole. -Antes deja que te traigan el desayuno a la cama, como una reina.- Sonrió.
-Oh, no tienes por qué...- dijo ella, él asintió.
-Claro, no pienso hacerlo yo. Tengo criados para algo, que nos lo traigan ellos. -Su risa grave resonó en el cuarto y ella la acompañó, riendo suavemente.- Hoy tenemos mucho trabajo que hacer, pequeña Hineko.-
La chica lo miró abrir el armario para vestirse, ataviado solo con unos pantalones negros. Se sonrió alzando las cejas observando como su pequeña cintura probablemente tenía el mismo tamaño que el bíceps de aquel hombre. Entendía de sobra el dolor en sus caderas, todo en él eran grandes cosas. Riendo se dejó caer sobre la cama, esperando a su desayuno.

                                                                               ***
Sanji se remangó la camisa azul, colocándose frente a Noe en mitad de la cubierta del barco. La muchacha se había quitado la camiseta quedando en bikini y un largo pareo de color violeta. Tragó saliva mirándole y el cocinero sonrió.
-No te preocupes, no voy a ir en serio.-
Dicho esto comenzó a correr hacia ella y la chica hizo lo propio. Desde el cubículo de vigía, Usopp los observaba expectante. Sanji salto haciendo un elegante giro en el aire para propinarle una patada descendente, pero para su sorpresa Noe frenó en seco haciendo una finta y agarrando con fuerza el tobillo de su otra pierna. Tiró con un gesto de esfuerzo y lo lanzó hacia atrás, haciéndolo caer boca abajo contra la cubierta, de forma algo aparatosa.
-¡Eh! ¿Qué ha sido eso, a ver?- Sanji agitó la cabeza, despejándose. Noe sonrió.
-No olvides que entrenaba con Zoro.-
Ambos se observaron y Sanji entornó los ojos poniéndose en pie en seguida.
-Vale se acabó, voy en serio.-
Usopp rió sonoramente desde arriba, lanzando un silbido de ánimo y el cocinero volvió a arremeter contra la muchacha, que esta vez lo tuvo mas difícil para esquivar sus patadas combinadas. No obstante el rubio cocinero debía tener cuidado con las palmas de las manos de la chica, cargadas de chispeante electricidad. En mitad del enfrentamiento algo silbó en el aire e impactó de lleno contra la cabeza de Sanji, que alzó la vista mirando a Usopp.
-¡Tu! ¡Cobarde! Si quieres pelear ven y baja aquí.-El tirador entornó los ojos al escuchar la palabra "cobarde" y se ajustó bien el kabuto al cinto para sujetarse al cabo de la vela mayor y bajar a cubierta deslizándose por éste.
-¡Vamos allá!- En un instante los dos se vieron asolados por una lluvia de proyectiles de índole variada, que Usopp lanzaba con puntería infalible.
-Maldito...- Sanji, cubriéndose el rostro con el antebrazo, rodó por el suelo y lanzó una patada hacia los tobillos del muchacho, que trastabilló y cayó al suelo con un gemido de molestia. Aprovechando el momento Noe corrió hacia él y saltó cargando un puñetazo que despedía chispas brillantes y cegadoras. Usopp reaccionó justo a tiempo y de forma infalible, alzando el kabuto y bloqueando su puñetazo con el. La chica se apartó despacio, jadeando. El tirador se levanto apoyándose en su tirachinas y Sanji se recostó sobre la baranda.
-Vale....un descanso.- murmuró, encendiéndose un cigarro. Usopp asintió, resoplando para adentrarse luego en los camarotes.
-Ha estado bien como toma de contacto.- Rió Noe. Sanji entró en la cocina, preparándose para hacer algo de merendar para todos. Al cabo de un largo rato de descanso sobre el césped de cubierta del Thousand Sunny, Noe-moe entró en los camarotes para darse una ducha. Encontró la puerta del cuarto de Usopp entreabierta al pasar y entró sonriendo.
-Usopp, ¿querrás volver a entrenar con nosotros cuando...?- Dejó la frase a medias al no encontrarle en su camarote. Frunciendo el ceño recorrió las demás habitaciones sin hallarle en ninguna. Rascándose la cabeza salió de nuevo a cubierta y entró en la cocina.
-Sanji, ¿Has visto a Usopp?...-
El cocinero negó, y continuó cocinando las crêpes que inundaban la cocina con su olor. A través de las ventanas de la cocina podía verse perfectamente la ciudad de Arabasta, a tan solo unos pocos cientos de metros.

                                                                               ***

Hineko llevaba toda la tarde sometiéndose a un durísimo entrenamiento con Crocodile. Cuando el cielo comenzó a anaranjarse con la lenta caída del sol, los jadeos de la chica denotaban que ya no daba mas de si. Él la sonrió, acariciando su mejilla mientras la felicitaba por un trabajo bien hecho. Lo cierto es que a pesar de su dureza ella agradecía aquellas pequeñas sesiones de entrenamiento, que la hacían mejorar y la mantenían distraída de la realidad. A demás el jardín trasero donde las llevaban a cabo era un hermoso oasis en mitad del desierto, donde ella gustaba de sentarse a la sombra unos instantes tras haber acabado. Cuando Crocodile se marchó, dejándola descansar, ella se sentó a los pies de una alta palmera, cerrando los ojos y tomando aire profundamente con una sonrisa satisfecha. Se extrañó al sentir una presencia frente a ella y abrió los ojos, esperando encontrarle a él de nuevo. No obstante encontró algo bastante extraño, que la hizo saltar del suelo y pegar la espalda a la planta. Delante de sus ojos, lo que ella creía que era un hombre, la observaba en silencio. Una capa roja ondeaba suavemente a su espalda, y la brillante máscara de un sol dorado relucía cubriendo su rostro. Todo su cuerpo estaba vendado, y no podía adivinar el color de su piel. Frunciendo el ceño preguntó;
-¿Q-Quien se supone que eres? ¿De dónde sales?-
-Supongo que estás confusa, bella dama.- Respondió una voz varonil, algo sobreactuada quizás, tras la máscara.- No temas, vengo en nombre de tus amigos, los Mugiwara.-
Hineko negó con fuerza.
-No se que es todo esto, pero ellos no son mis amigos. Me dejaron aquí abandonada, así que no te creo.- La chica empezaba a inquietarse y él pareció notarlo.
-¿Abandonada? Oh no, por dios, no. Ya vienen de camino a salvarte. Pero has tenido suerte...yo he llegado antes.-
-Y...¿quien eres?...- Susurró, confusa.
-Yo soy...-Tomando aire, alzó la voz.- ¡Sogeking! ¡El rey de los tiradores!- Dicho ésto comenzó a escucharse una divertida melodía, y la chica hubiera jurado que aquel tipo se estaba cantando su propia banda sonora de fondo.
-¿Rey...de los tiradores?- Alzó las cejas.- ¿Eres un héroe?- Aquel tipo asintió, extendiendo una mano para tomar la suya.
-Así es, querida mía, y he venido a por ti.- Recitó con aire grandilocuente- A arrancarte de las garras de esa bestia desalmada que te tiene presa y...-
-Espera...-lo cortó ella.- Eh...gracias por tomarte tantas molestias por mi, Sogeking...pero el caso es que yo no me quiero ir. Todo lo que tengo ahora está aquí.-
Súbitamente pareció quedarse sin palabras. Observándola a través de aquella máscara.
-¿Cómo?...-Murmuró- ¿No quieres venir?...Pero...-
Hineko negó con una sonrisa.
-Lo siento de veras...no puedo irme.- De pronto ocurrió algo a lo que no supo reaccionar. Aquel tipo, aquel supuesto héroe, tiró de su muñeca y la estrechó entre sus brazos con mucha fuerza. Y algo extraño sucedió. Una sensación familiar recorrió a la muchacha de arriba a abajo. No sabía por qué, pero aquél hombre le inspiraba mucha confianza.
-Por favor, tienes que venir...- Dijo él, a media voz, sin soltarla.- ¿Qué les voy a decir si vuelvo sin ti?...¿Qué le diré a Usopp?...Es muy amigo mio...- Hine tragó saliva, separándose con delicadeza.
-Y-yo...-observó la brillante máscara un instante, y sintió como la tomaba de las manos. Y de pronto, no sabía que hacer. Se mordió el labio indecisa y bajó la cabeza, cuando unos pasos a su derecha la sobresaltaron y la hicieron alzarla de nuevo. Crocodile caminaba hacia ellos a grandes zancadas, y con un gesto frío y depredador que ella ya casi no recordaba.
-Tu.- Su voz grave inundó el oasis.- Quien eres, y qué haces en mi tierra.-
La chica palideció al instante separándose de Sogeking, y dándole un suave empujón en el pecho.
-Corre.- Lo apremió.- Corre o no saldrás vivo de ésta. Te va a matar.-
Sogeking giró la cabeza, observándo a aquel hombre inmenso tras su máscara. Sus manos y sus piernas temblaban como flanes, pero no se movió del sitio, de hecho se colocó frente a ella, encarando a su supuesto asesino.
-Lo lamento, pero Hineko se viene conmigo.-Desenfundó un largo tirachinas verde, un kabuto, y lo plantó en el suelo frente a él.- Intenta impedírmelo si eres hombre.-
Las pupilas de Crocodile se encogieron y con tremenda rapidez Sogeking lanzó una ráfaga de proyectiles, que impactaron de lleno sobre el corpulento hombre. Pero nada ocurrió, salvo que éste sonrió, y los proyectiles le atravesaron como si fuera arena. Porque eso mismo era, arena. Sogeking tragó saliva y Crocodile lo alzó del suelo por el cuello de su capa roja.
-Acabas de cometer un error fatal, muchacho.- Alzó el garfio y los últimos rayos de sol despuntaron brillos dorados de él. El chico cerró los ojos bajo la máscara pero Hineko gritó antes.
-¡No!...Espera, por favor no le hagas daño.- Jadeaba alarmada. Crocodile la observó descontento.- Deja que se marche...yo me quedaré contigo.- Él mantuvo la mirada, con gesto serio.- Lo juro. -Afirmó ella con seriedad, alzando la mano hasta colocarla sobre su brazo, instándole a dejarle en el suelo.- Contigo. Para siempre.-
Hine tragó saliva, observando a ambos alternativamente. Finalmente Crocodile lanzó al héroe varios metros de distancia sobre la arena, y señaló al horizonte. Sogeking no tuvo mas remedio que obedecer. Dio la espalda a los dos apretando los dientes, conteniendo un gesto de rabia bajo la máscara. Guardó su kabuto y observó de reojo a la chica pirata.
-Lo siento gata de fuego...pero tendrás que romper tu promesa.- Dicho esto echó a correr hacia el desierto. Hineko lo observó, hasta que su figura, con su capa ondeando tras él, desapareció en el horizonte.