El terrible estado de ánimo en el que se encontraba Crocodile provocaba que las paredes temblaran bajo sus pisadas cuando atravesó el pasillo de camino a su habitación. Empujó la puerta provocando que ésta emitiera un crujido y abrió una caja de madera que descansaba sobre su mesita de noche. De su interior sacó un puro, que se llevó a los labios y luego encendió. Tras él entró Hineko, con pasos lentos y suaves, y se apoyó un instante en el marco de la puerta, observándole.
-¿Qué te ocurre?...-
Lo vio desprenderse de su abrigo y quitar el dorado garfio de su mano izquierda, depositándolo sobre la mesita, junto a la caja.
-No estoy de buen humor.- Gruñó. Ella alzo las cejas con obviedad.
-Ya lo puedo ver...¿a qué se debe?-
-¿Quién era ese tipo y qué hacía en mi casa?- se giró rápidamente para mirarla.- ¿De qué te conoce?-
Hineko negó, mirándole.
-Dice que se llama Sogeking, que es un héroe y que es amigo de...ellos.- ésta última palabra se deslizó susurrante entre sus labios.- Pero yo no le había visto jamás.-
Crocodile guardó silencio, observando a través del cristal de la ventana. El humo del puro ascendía en pequeñas espirales desde sus labios. Ella avanzó hasta colocarse a su lado, y juntó las manos frente al regazo.
-¿Quieres que me marche?...- Procuraba hablar muy suave, evitando hacer cualquier cosa que pudiera molestarle. Él giró el rostro y sus ojos verdes se encontraron.
-No...todo lo contrario.-
Hineko alzó la mano y apartó el puro de sus labios.- Ya te dije que me quedaría contigo...-sonrió un poco y lo colocó sobre el cenicero- ...para siempre.- Crocodile sonrió levemente, suspirando.
-Mi pequeña reina pelirroja...-acarició la mejilla de la muchacha con el pulgar, inclinándose un poco frente a ella.- ¿Podrías mejorar mi humor, por favor?-
La chica profirió una suave risa, y poniéndose de puntillas pudo alcanzar a cerrar los ojos y besar sus labios. Cuando fue a apartarse de nuevo él la retuvo rodeando su cintura para atraerla hacia sí. De éste modo el beso se volvió mas prolongado y profundo. Crocodile avanzó un par de pasos, obligando a Hineko a retroceder. El borde de la cama chocó contra las piernas de la chica y éstas se flexionaron casi sin querer, haciéndola caer tendida sobre el colchón. Abrió lentamente los ojos y al verle ya sobre ella, le dedicó una sonrisa dulce y leve. Él se la devolvió, y estando ya recostada sobre la cama, volvió a besarla.
***
-¿!Pero cómo lo ha hecho?!- alzaba la voz Noe, alterada.- ¿Alguien le vio irse? Lleva horas sin aparecer.-
-La última vez que le vi fue en el entrenamiento.- Sanji funció el ceño, aspirando el humo de su cigarro.
-Tendremos que seguir sin ellos. Pero ya no podremos ir por grupos, si encontramos a Crocodile, no tendremos mas remedio que pelear todos juntos.- Asintieron al unísono ante la afirmación de Bounty. Con dos bajas tan repentinas en el grupo tendrían que hacer un esfuerzo extra. Luffy, de brazos cruzados, parecía serio e inquieto bajo la sombra de su sombrero de paja.
-Bounty, muéstranos el camino...- alzó la cabeza para mirarle y las sombras se disiparon de su rostro.- Vamos a por nuestra navegante.-
-Está bien.- asintió- Pero antes deja que os prepare algunas directrices para la pelea.-
Las horas iban pasando mientras la tripulación preparaba la recuperación de su amiga. Finalmente, habiendo abandonado el bar, recorrieron en silencio las pequeñas calles de la ciudad, guiados por la infalible capacidad de rastreo de Bounty. La mansión del shichibukai ya era visible a lo lejos cuando de pronto, como salido de la nada, Usopp dobló la esquina de un callejón y chocó de bruces contra el cazarecompensas.
-¡Usopp! ¿De donde sales tu? Nos tenias preocupados...- Noe-moe cruzó los brazos y el chico se disculpó rascándose la nuca.
-Lo siento, lo siento...-dijo entre tartamudeos- Quise adelantarme para comprar algo y el tiempo se me echó encima.- Rió de forma algo extraña y todos se miraron con gesto de circunstancias. Explicaron cual era el plan a seguir al tirador, quien parecía visiblemente mas inquieto que antes, si cabía, ante la idea de pelear contra un shichibukai.
La mansión estaba realmente bien vigilada, a excepción de un lugar muy concreto, el oasis personal de Crocodile. Éste se encontraba frente al balcón de su habitación, y era fácil llegar hasta él a través de los exteriores de la ciudad. Habían entrado sin hacer ningun ruido, y una vez allí todos observaron en silencio la ventana cerrada frente a ellos. Una suave luz provenía de su interior. El agua del lago ondeaba por el viento, y las hojas de las palmeras y la vegetación se mecían. Ningún ruido perturbaba la quietud de la noche.
El cielo comenzó a aclararse muy levemente ante el inminente amanecer. Luffy inspiró, hinchando sus pulmones del fresco aire del desierto, y lo dejó salir con la forma de un grito que rompió el sosiego del entorno...
-¡HINEKO!-
***
El cristal de las ventanas repicó por la potencia de aquel grito. Hineko se alzó sobresaltada de la cama, pero para entonces Crocodile ya estaba de pie frente a la mesita de noche, colocándo de nuevo el garfio en su lugar. Ella se levantó de la cama, confundida, y el la miró.
-Tenía un mal presentimiento...- Le sonrió, pero ella podía leer la inquietud en sus ojos.
-Ellos...¿han venido?...-susurró. Colocó los pies sobre el frío suelo y se alzó, haciendo sisear la tela del vestido de noche rojo que llevaba puesto. Tragó saliva, e hizo acopio de fuerzas para, pausadamente, aproximarse al amplio balcón. La luz del cuarto recortó su figura en la noche y, a sus pies, los piratas la observaron. En seguida los vio ponerse en tensión al verla, como si desearan llevársela en seguida, pero fueran conscientes de que no podían. Crocodile se colocó junto a ella, y dirigió una mirada de aversión a los Mugiwara. Apretó con fuerza los dientes hasta que su mandíbula crujió.
-Quédate aquí...volveré en seguida.-
Colocando una mano sobre su brazo, y apretándolo ligeramente, Hineko susurró con un nudo en la garganta.-No los mates...por favor...-
Dedicó una última mirada a la joven, y asintió muy tenuemente antes de saltar sobre la balaustrada del balcón y aterrizar en la arena del desierto, que brillaba ahora plateada bajo la luz de la luna. Luffy colocó una mano sobre su sombrero y alzó la voz.
-¡Crocodile!- éste entornó los ojos frente a él- ¡Hemos venido a llevarnos a nuestra navegante! -Hineko se llevó una mano a los labios, con los ojos preñados de miedo y dudas- ¡O a morir en el intento!...¡Devuélvenos a nuestra nakama!-
A penas hubo terminado la frase, Zoro y Sanji se lanzaron a toda velocidad sobre el shichibukai, levantando una gran nube de arena y polvo bajo sus pisadas. Las katanas de Zoro tañeron metálicas y la patada de Sanji siseó cortando el aire. Un choque metálico y la humareda se dispersó dejando ver la imagen de Crocodile, que había frenado las katanas del espadachín con su garfio, y sujetaba el tobillo de Sanji con la mano libre. Esbozó una sonrisa depredadora, como un cocodrilo apresando a un pobre animal en su infalible dentadura.
-¡Vengan a morir pues!- Tronó la voz grave del shichibukai que con un giro de muñeca retorció de forma terrible y antinatural la pierna del cocinero, haciendo que sus huesos crujieran reducidos a añicos bajo la presión de su mano. Sanji palideció ante la escena y un estremecedor grito de dolor rasgó su garganta, cayendo al suelo mientras observaba su pierna destrozada. Zoro profirió una maldición haciendo una finta para atacar nuevamente. Dando un salto, se colocó en posición y alzó la voz.
-¡Hyakuhachi...Pound Ho!- El metal rebanó el aire una vez mas, lanzando dos cortes cruzados, resplandecientes de luz azul, que impactaron directamente sobre el cuerpo de su enemigo. No obstante fue inútil, pues el cuerpo de Crocodile fue atravesado como arena por el ataque del espadachín, que abrió los ojos abrumado. Borrando la sonrisa de su cara, el shichibukai alzó la mano y la arena bajo los pies de Zoro se alzó como si poseyera vida propia. Antes de que sus pies tocaran el suelo de nuevo tras el salto, Zoro ya se encontraba inmovilizado bajo la presión de aquella arena, que no le dejaba mover un solo músculo.
-¡No bajes la guardia, maldito!- Crocodile giró la cabeza súbitamente y el puño de Franky se estrelló contra su rostro que, una vez mas, se desintegró en millones de granos de arena. El ciborg tragó saliva, viendo que el daño físico era algo inútil. Pero no iba a rendirse tan fácilmente.- ¡Weapons Left! -La mano izquierda de Franky se abrió para dar paso a una ráfaga de proyectiles que dejaron a Crocodile reducido tan solo a sus piernas, pero en un breve instante su cuerpo se recompuso de nuevo.
-Dejad de molestar...- alzó ambos brazos y la arena se alzó frente a el, con un movimiento de mano mas la cortina de arena se dividió en multitud de afilados fragmentos de arena, que acribillaron de lleno a Franky. La arena atravesó el metal de sus manos y sus piernas, de sus pies y sus brazos, dejándolo literalmente clavado a una de las grandes palmeras del oásis. Chopper tragó saliva.
-¿Q-Que hacemos Luffy?...no le estamos haciendo ni un rasguño...-
El capitán de los Mugiwara apretó la mandíbula y miró a Brook y Chopper a su lado.
-¡Vamos a atacarle los tres a la vez, no le daremos tiempo de defenderse!- Los tres asintieron con convicción. El cuerpo de Chopper cambió para colocarse en modo Arm Point, Brook desenvainó su espada y Luffy cargó su puño. Con un fuerte grito atacaron al unísono y Crocodile los recibió en posición.
"¡Roseo Michieri!" Sonó la voz de Chopper, que descargó una ráfaga de fuertes golpes, al tiempo que Brook pasaba de largo el cuerpo de Crocodile con una estocada invisible a ojos de los demás, y frenaba en seco envainando su espada con un susurro ; "Hanauta Sanchou...Yahazu Giri".
-¡Gomu gomu no...Pistol!- El puño de Luffy se estrelló contra su objetivo que saltó en pedazos en una humareda de arena y polvo. Los tres jadearon, entornando los ojos y tratando de ver a su alrededor. Cuando el polvo se disipó, frente a ellos no quedaba nada. Brook miró a sus compañeros y comenzó a reir.
-Tu plan ha dado resultado Luffy-san, ¡Le hemos ven...!-
La voz se ahogó en su garganta al tiempo que un dorado garfio atravesaba su espalda y ascendía con fuerza, quebrándo todas sus costillas y separando su brazo derecho del resto del cuerpo. El esqueleto se desplomó sobre la arena, inerte.
-¡Brook!- chilló el pequeño reno, con lágrimas en los ojos. La arena se removió y una brisa azotó a Luffy y a Chopper. Sin previo aviso la firme mano de Crocodile asió el cuello del capitán desde su espalda, que le miró de reojo con un gesto lleno de ira. "¿Cómo ha aparecido ahí?". El chico no pudo preguntarse nada más antes de que su cuerpo comenzara a secarse rápidamente. Sintió cada gota de agua abandonar su cuerpo, como si todo el líquido que poseía fuera succionado de golpe. Sus ojos quedaron en blanco y pocos segundos después Luffy no era mas que un montón de piel y huesos, tirado en el suelo, completamente indefenso. Chopper observó la escena aterrorizado y cuando los fríos ojos del shichibukai se posaron sobre él, un grito se ahogó en su garganta y la mortal mano de aquel hombre se abalanzó sobre él. Zoro, Usopp, Noe y Bounty observaron al pequeño animal sufrir el mismo destino que su capitán.
-¡Noe!- La voz de Zoro sonaba ahogada por la presión.- ¡Noe vamos muévete! -La muchacha temblaba junto a Bounty, con los ojos fijos en el cuerpo de Chopper que ahora caía sobre la arena. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos. -¡NOE! ¡Nos matará a todos si no haces nada! ¡Tienes que reaccionar, PELEA!-
De pronto, como movida por un resorte, Noe dio un paso al frente y apretó los puños, sacudiéndose de encima el miedo.
-Monstruo...-las lágrimas corrían por sus mejillas, ardiendo de rabia- ¡Me las vas a pagar! -Sus puños comenzaron a repicar entre chispazos, envueltos en rayos y brillante electricidad. Bounty desenfundó su arma, listo para apoyar a la muchacha, y ambos se lanzaron contra su rival.
Desde el balcón, Hineko observaba de rodillas sobre el suelo, consternada, y condenada a mirar sin poder hacer nada. Una fuerte presión se había instalado en su pecho, produciéndole un terrible dolor ante la visión de la que antes era su tripulación. Los veía caer uno a uno, y no podía hacer nada para evitarlo.
El puñetazo eléctrico de Noe se estrelló contra el brazo de Crocodile, esparciendo arena en el aire, tras el bloqueo se apartó preparando otro ataque y aprovechando ese momento Bounty disparó su arma contra él.
-Es inútil...-bufó el shichibukai- Vuestros ataques no pueden tocarme.-
Crocodile extendió la mano y agarró la muñeca de Bounty, que se revolvió con todas sus fuerzas ante la idea de ser absorbido como los otros dos. No obstante esto nunca ocurrió. Crocodile tiró con fuerza, con tanta fuerza que el hombro de Bounty cedió, y la carne se desgarró. Su brazo izquierdo se separó de su cuerpo dejando una terrible herida que manaba sangre a borbotones. El cazarecompensas cayó revolviéndose de agonía mientras Noe-moe ya estaba lanzando su siguiente ataque, pero vaciló de impresión ante la escena. Crocodile clavó sus ojos en ella entonces y, blandiendo el amputado miembro del chico, le asestó un terrible golpe en pleno rostro. La muchacha cayó junto a él, con la cara cubierta de sangre. Entre temblores de dolor y miedo sus ojos se cerraron y acabó por quedar inconsciente.
Los dedos de Crocodile se abrieron despacio y el brazo de Bounty cayó sobre la arena, al igual que el resto de los piratas. Y allí, frente a él, quedaba el último. Usopp, el infalible tirador. Sus piernas temblaban sin parar y sus ojos rezumaban lágrimas cristalinas con un profundo fondo de miedo. Pero allí estaba. Apuntándole directamente con aquel tirachinas enorme. El shichibukai se aproximó al chico, con paso lento y firme, y a pocos metros de él, alzó la mano.
-¿Me tienes miedo...verdad?- La sonrisa depredadora volvió a adornar su rostro, pero Usopp no retrocedió.
-¡Estoy aterrorizado!- La voz del tirador temblaba tanto que era prácticamente ininteligible- ¡Pero eso no va a evitar que siga peleando por ella hasta que mis pies ya no me sostengan mas! -Estiró la goma del tirachinas y la soltó, cerrando los ojos con fuerza. Esperó a la explosión, pero nada ocurrió. Abrió los ojos poco a poco y observó a Crocodile, ahora a apenas un paso de él, completamente empapado y mirándole con gesto asesino. El agua resbalaba por su pelo negro.- Oh no...M-Me equivoqué...de proyectil...-murmuró el tirador con un hilo de voz asustado, antes de que le asestara un brutal puñetazo que no le permitió volver a levantarse de nuevo.
Lentamente Crocodile se giró para observar a Hineko en la ventana. Parecía aterrorizada, pero él había vencido. Los Mugiwara estaban fuera de combate, habían caído uno a uno, víctimas de aquel depredador. Y ahora ella debía cumplir su promesa, y permanecer con él para siempre. Ahora que habían vuelto a por ella, ahora que la chica sabía que ellos no la habían abandonado, esa idea se tornaba algo dolorosa. De pronto algo la distrajo. Escuchó un siseo y un batir de alas. Le devolvió la mirada a Crocodile, que aun la contemplaba. Ahora una voz, que sonó alta y clara.
-¡Crocodile!-
Gritó, y éste se giró al escucharlo. Todo ocurrió tremendamente rápido ante los moribundos ojos de los Mugiwara, de Hineko, y del mismo shichibukai. Una veloz sombra cortó el cielo, apareciendo de pronto entre la espesura del oasis. Para cuando Crocodile lo vio con claridad, ya era demasiado tarde. Ox se avalanzó contra el, agarrando sus hombros con las manos y frenando los pies contra su pecho, encaramado sobre él.
-Eh...-sonrió ampliamente el demonio, haciendo brillar sus colmillos a pocos centímetros de su rostro.- Esto es por los viejos tiempos...-El shichibukai no tuvo tiempo de contestar. La larga y negra cola de Ox, terminada en una gran y afilada punta de flecha, atravesó el centro de su pecho de par en par, abriendo un negro y profundo agujero en su cuerpo. El tiempo pareció pararse por un instante y los incrédulos ojos de Hineko parpadearon un par de veces. La cola del demonio goteaba sangre sobre la arena, al tiempo que el sol comenzaba a salir por el horizonte. Tras esto, extrajo de nuevo el apéndice, y pateó el pecho de Crocodile, que se desplomó sobre la arena como un enorme peso muerto. La mirada de sus ojos vacilaba, sin acabar de comprender que había ocurrido, y un espeso hilo de sangre se derramó desde la comisura de sus labios.
Los Mugiwara que quedaban conscientes, observaron la escena anonadados. Aquel muchacho, Sal-Ox, lucía completamente diferente. Su piel había adquirido un tono violáceo, y sus cuernos habían crecido enormemente, volviéndose negros y brillantes, al igual que sus ojos, coronados por unas pupilas rojas como la sangre. Todo se había quedado estático y en silencio. Un silencio que se rompió en seguida con un terrible grito de Hineko, que saltó del balcón y atravesó el campo de batalla hasta desplomarse junto a Crocodile. Su pecho y su respiracion se veían sacudidos por un terrible llanto entrecortado, que surcaba sus mejillas en forma de sendas lágrimas saladas.
-¿¡C-como!? ¿P-Por qué?...- alcanzó a decir la voz atragantada de la chica. Crocodile la observó a través de una vista nublada, y sonrió levemente.
-El agua...- Hine limpió la sangre de sus labios con la mano, observándole con gesto derrotado e impotente- ...Lamento que nuestro "para siempre" haya acabado...tan pronto...-
-No...- sollozó ella, sosteniendo su rostro entre las manos- No...por favor no me dejes. No te vayas...-se mordió el labio inferior aferrándose a él, sus lágrimas no paraban de brotar- No quiero estar sola...-
Crocodile alzó la mano para acariciar la mejilla de la chica pelirroja una última vez.
-Acércate...-le dijo, y ella se inclinó, acercando su oído a sus labios. Él susurró algo, muy breve, y muy suave, y ella tuvo que contener las lágrimas con mas fuerza. Posó un leve beso sobre sus labios, y Crocodile cerró los ojos, muy poco a poco, hasta que quedó tumbado sobre la arena, inmóvil. Junto a él, Hineko rompió a llorar desgarradoramente sobre su pecho. Frente a ellos, Ox se fue acercando, lentamente. Alzó a Luffy y a Chopper del suelo y los lanzó al lago de agua dulce del oasis, lo que provocó que ambos se recuperaran de la terrible deshidratación. Bajo las manos de Hineko, el cuerpo de Crocodile fue desvaneciéndose, convirtiéndose en dorada arena hasta mezclarse con el desierto, y desaparecer para siempre. La chica hundió las manos sobre la cálida superficie y observó los granos de arena desaparecer entre sus dedos. Apretó los dientes y se alzó poco a poco, sacudida por temblores de ira y dolor. Sus ojos se ensombrecieron, aunque no dejaron de derramar lágrimas. Chopper y Luffy salieron del agua renqueantes y jadeando y Sanji se acercó a ellos, arrastrando su pierna ahora inútil. La arena que aprisionaba a Zoro se fue desvaneciendo hasta dejarle libre y poco a poco la tripulación fue recogiendo a sus heridos, y recomponiéndose. Chopper quiso darle atención medica inmediata a Bounty, antes de que se desangrara. Debían volver rápido al Thousand Sunny. Todos se pararon a observar a los dos que aún quedaban. Ox observaba a Hineko. Hineko observaba a Ox.
-Hineko...¿nos vamos a casa?...- Murmuró Noe, que acababa de despertar de su conmoción. Pero la chica pelirroja no respondió. Sus puños estaban tan fuertemente apretados que las uñas se le clavaban en las palmas de las manos. Su pelo había comenzado a llamear poco a poco y respiraba muy fuerte. Alzó la cabeza y depositó sobre Ox una mirada tan llena de odio, que podría haberlo matado allí mismo.
-Tu...le has matado...- Murmuró entre dientes. Separó las piernas poco a poco y se colocó en posición.- ¡AHORA SABRÁS LO QUE ES EL INFIERNO MALDITO DEMONIO!- El cuerpo de Hineko estalló en una explosión de llamas y aire caliente. Sus ojos se habían vuelto completamente rojos, y el suelo bajo sus pies comenzaba a derretirse. Ox sonrió con malicia, parecía estar completamente fuera de sus cabales.
-¡Vamos! ¡Ven gatita!- El demonio extendió los brazos, invitándola a atacar y Hineko atravesó el aire temiblemente rápido. Vió su puño descargarse contra el y alzó la mano para pararlo, pero la monstruosa fuerza de Hineko se llevó por delante su mano e impactó directamente sobre su cara, lanzandolo varios metros hasta impactar contra la arena, donde aún se arrastró unos metros mas. Haciendo un gran acopio de fuerzas se alzó desorientado. La chica de fuego alzó el puño, envuelto en llamas, y lo estrelló contra el suelo, haciendo que éste cediera y se resquebrajase. Ox cayó por la enorme grieta que se había formado en el impacto, la arena se deslizaba en su interior por los costados. Abrió las alas y voló hacia arriba pero ella ya había hundido ambas manos en el suelo y, ante la mirada incrédula de la tripulación, comenzó a cerrar de nuevo las dos mitades de la tierra, dejando al chico atrapado en medio y condenado así a morir aplastado.
-¡NO! ¡Para, lo vas a matar!- Gritó Noe, lanzándose contra ella y derribando a su amiga de golpe. Sal-Ox escapó volando de la falla por un pelo, jadeando se estrelló contra el suelo y fue perdiendo poco a poco su forma de demonio, hasta quedar sin resuello y perder el conocimiento, como recién salido de alguna especia de trance. En tanto que ésto ocurría, Hineko se revolvía entre los brazos de Noe. Su furia había sido remplazada por pena y dolor, y ahora tan solo sollozaba en un llanto destrozado.
***
La noche había caído y el Thousand Sunny había vuelto por fin al mar, dejando atrás el ardiente desierto. Chopper había estado verdaderamente ocupado curando a todos los miembros de la tripulación. Sal-Ox continuaba sin recuperar el sentido, y Sanji caminaba por el barco con una pierna escayolada y un par de muletas. Lo mas difícil había sido salvar a Bounty Sandwalker. Chopper consiguió parar la hemorragia, y ahora permanecía en un camarote, en estado de máximo riesgo. Aquella noche, el pequeño reno estaba muy ocupado recomponiendo los huesos de Brook. Fuera, en la cubierta del Sunny, junto al mascarón de proa, Hineko permanecía observando la noche en silencio. Su melena roja se movía suavemente con la brisa marina. Una liviana manta sobre sus hombros la mantenía cálida. Su cuerpo estaba allí, pero su mente estaba muy lejos. Había permanecido así todo el día, ni siquiera habían podido hacerla probar bocado. Noe-moe salió de los camarotes, con un té entre las manos, y se colocó junto a ella. Inspiró suavemente y sonrió.
-Hace una noche preciosa...-la miró, y sonrió mas- Me alegro de verte de nuevo...-
Pero no obtuvo respuesta. Bajó la vista observando el té y le dio un sorbo, sabiendo que ella no querría bebérselo.
-No lo comprendo...-susurró, mirando a su amiga- ¿Qué ha ocurrido?...-Hineko, lentamente, giró el rostro y la miró. No dijo nada, pero Noe era su mejor amiga. Miró en lo profundo de sus ojos verdes, sintió el profundo dolor, y tragó saliva.- Hine...-murmuró. Hineko devolvió la vista al mar.
-Siento que me muero...- susurró. Noe abrió los ojos.
-¿¡Qué dices?! ¿Estas enferma?- pero la navegante negó con parsimonia.
-Siento...que me he muerto. Sigo aquí...-se miró las manos, entornando los ojos- Pero de alguna manera he muerto...una parte de mi ha muerto. -Noe se mordió el labio inferior, escuchándola.- Eso es lo que soy en mi interior. Todo está muerto. -Dejó caer las manos de nuevo y suspiró.- Déjame aquí...déjame morir.
Noe dejó caer la taza que estalló en el suelo, y abrazó con fuerza a su amiga, aguantando las ganas de llorar.
-No te dejaré...Haré que recuerdes quien eres. Quienes somos. Así que se fuerte esta noche...te recuperarás...lo conseguiremos.-
Hineko dejó caer la cabeza, y tragó saliva. Devolvió el abrazo a Noe, y un par de lágrimas se escaparon de sus ojos.